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El centrismo liberal

antoniomoralroncal (2) por Antonio M. Moral Roncal, historiador

La tercera vía y sus reformas

   En España, durante el reinado de Isabel II (1843-1868) el sistema inicial de partidos giró en torno a dos grandes agrupaciones: los moderados y los progresistas, cuyas luchas políticas y permanencias en el poder entre 1834 y 1858 desgastaron poderosamente su imagen. Ello facilitó la creación de un nuevo partido, la Unión Liberal liderada por don Leopoldo O´Donnell, con vocación centrista entre las anterioresLeopoldo O'Donnell - Curiosidades, Familia, Biografía | Famous Birthdays formaciones. La creencia de que la sociedad deseaba paz y normalidad, abriendo un periodo de calma después de muchos años de luchas políticas, armó de fe a sus dirigentes en la consecución de este proyecto. Si tomamos como programa de la primera experiencia de gobierno de la Unión Liberal (1858-1863) el manifiesto firmado en Madrid el 17 de septiembre de 1854, puede concluirse que llevó a cabo la mayoría de sus puntos esenciales. Entre éstos sobresalen las grandes inversiones en las comunicaciones ferroviarias, reorganización de la Hacienda, presupuestos para fomentar sectores económicos nacionales aprovechando la positiva coyuntura europea, impulso del Estado liberal mediante la mejora de su administración, potenciación de estatutos profesionales, promoción de la Armada y del Ejército, etc. En consecuencia, se inició un desarrollo económico innegable: creció el número de superficie cultivable, aumentó el mercado nacional, aunque se invirtió desatinadamente en ferrocarriles, en vez de acelerar la industrialización.

   No obstante, la economía dependió excesivamente de las inversiones extranjeras. Hacia finales de 1864, el capital español representaba el 60% de todos los bancos y sociedades de crédito. A pesar de ello, el deseo unionista de modernización económica supuso el más notable y consciente esfuerzo para la promoción del desarrollo registrado en toda la historia del liberalismo español hasta ese momento.

   Su carácter centrista llevó a la Unión Liberal a finalizar con la tendencia reaccionaria de los últimos ministerios moderados, pero después de restablecer la calma política y modernizar la imagen pública de la Corona, resultaba inaplazable llevar a cabo una política reformista. El gran objetivo político debía ser la regeneración política y la creación de un turno pacífico en el poder mediante la reforma electoral, una nueva ley de imprenta y una prudente descentralización de la administración. Pero, en estos aspectos, para evitar la desunión entre sus filas, O´Donnell y sus ministros prefirieron retardar al máximo estas medidas, sacrificándolas en el altar de la estabilidad, confiándolo todo al innegable crecimiento económico.

Diplomacia y acción internacional

   Su política exterior tuvo claros objetivos -pese a todas las leyendas en su contra- alcanzando sonoros éxitos como la campaña de África en 1860. Las expediciones y presencia españolas en el escenario Almanaque: Las guerras de España con Marruecos [1ª parte: 1859-1860]internacional siempre tuvieron como últimas metas la protección de los restos del imperio español en Asia y América, el impulso del comercio y la economía, así como la búsqueda del reconocimiento exterior de la capacidad de defensa del Ejército y de la modernización de la Armada. Asimismo, la política exterior para O´Donnell también intentó ser una de las medidas orquestadas para rescatar a la oposición progresista de la tendencia abstencionista que le conducía a la revolución.

Dificultades de un proyecto político

   O´Donnell soñó con constituir a su agrupación como partido único, nacional, pero con el paso de los años advirtió la imposibilidad de ese proyecto, como le señalaron algunos diputados de la oposición, ya que hubiera supuesto la destrucción de la misma esencia del régimen constitucional. Finalmente, el lógico agotamiento de su gobierno y la imposibilidad de cohesionar un auténtico partido centrista le llevaron ax Ramón María Narváez y Campos : Family tree by Luis MANUEL de VILLENA  CABEZA (lmvillena) - Geneanet la necesidad de preveer un futuro. La Unión Liberal había sido la asociación pero no la fusión de conservadores y progresistas. De esta manera, intentó reorganizar el sistema de partidos: la Unión Liberal debía asumir la posición de centroderecha, el Partido Progresista un centroizquierda, colocando en los extremos al moderantismo y al republicanismo. Sin embargo, el Partido Moderado se negó a desaparecer, sostenido todavía por Ramón Narváez y el sector neocatólico.

   O´Donnell abandonó el gobierno en 1863 ante la división interna de la Unión Liberal debido a la timidez con la que se afrontaron algunos cambios políticos importantes, por la falta final de apoyos institucionales y por la posibilidad de reemplazo que parecía ofrecer el Partido Progresista, que aspiraba a recuperar el poder. Pero debe subrayarse el hecho de que O´Donnell abandonó el gobierno sin ningún pronunciamiento, sin derrota electoral, sólo por desgaste natural después de un lustro en la presidencia; un tiempo récord de permanencia  hasta ese momento.

El segundo gobierno centrista

   La Unión Liberal volvió al poder en junio de 1865, tras unos gabinetes moderados. En su primer discurso, O´Donnell prometió una reforma de la ley de imprenta y de la ley electoral; la continuación de la Leopoldo O'Donnell - Wikipedia, la enciclopedia libredesamortización eclesiástica todavía irresuelta; y la resolución de los problemas pendientes de política exterior, como el reconocimiento del reino de Italia. En poco tiempo, y sólo dos años antes de la famosa reforma británica del conservador Disraeli, la ampliación del cuerpo electoral mediante ley puso de relieve la firmeza y sinceridad de sus propósitos por introducir en España un régimen político moderno, movilizador de sus capas medias, social y económicamente dinámicas. Fue una muestra de su deseo por adecuar el régimen español a sus homólogos europeos.

   El gobierno unionista logró cumplir la mitad de su programa, pero no pudo llevar a cabo la reorganización del sistema de partidos: Prim no consiguió hacerse con el liderazgo indiscutible del progresismo pese al apoyo de otros líderes como Madoz, pues Olózaga y el sector que acaudillaba fue lo suficientemente poderoso para imponer, finalmente, el abstencionismo y la ruptura revolucionaria. Asimismo, la Unión Liberal fracasó en su intento por desterrar el pronunciamiento militar como un medio políticamente válido para acceder al poder y, por la cuestión italiana, terminó enfrentado con la Iglesia en su búsqueda de apoyos progresistas. Los neocatólicos no le perdonaron que reconociera diplomáticamente al gobierno italiano que había invadido los Estados Pontificios y los progresistas no se fiaron de su reforma electoral. El 10 de julio de 1866, O´Donnell presentó su dimisión a una Isabel II, dudosa de que su partido fuera capaz de evitar la revolución.

La Gloriosa de 1868, la revolución que no obró el milagro, pero que sí  remontó la economía

Intentos de supervivencia

   La Unión Liberal sobrevivió a su principal líder y terminó integrándose en la coalición revolucionaria que derribó del trono a la reina en 1868. Sus diputados apoyaron la Constitución de 1869 y el primer intento dec) Portal Fuenterrebollo ««« implantar en España una Monarquía democrática. Sin embargo, ante el caos del Sexenio Revolucionario, la incapacidad de sus gobernantes, la sucesión de regímenes, el estallido de la Tercera Guerra Carlista, la cubana y los cantonales, los unionistas terminaron apoyando el proyecto de restauración monárquica-constitucional en la figura de Alfonso XII, ideado por Antonio Cánovas del Castillo.

Lecciones presentes

   Actualmente, observamos cómo un intento de creación y potenciación de un proyecto político centrista en torno al partido Ciudadanos ha fracasado, pese a las grandes esperanzas iniciales y fuerte crecimiento. Como en el caso de la Unión Liberal, Ciudadanos se benefició del desgaste de su oponentes a derecha e izquierda; como la Unión Liberal, se encontró con una izquierda progresista que le rechazó como socio de gobierno y que intentó destruir a Ciudadanos, buscando sus votos. También, como la Unión Liberal, se encontró a su derecha con un Partido Popular que resistió su crisis y se negó a morir. Y como los unionistas, los líderes de Ciudadanos no lograron tampoco convertirse en un gran partido de centro-derecha por su indefinición doctrinaria y su apego a las medidas coyunturales.

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   A diferencia de la Unión Liberal, Ciudadanos no ha logrado alcanzar el gobierno nacional aunque, indudablemente, logró poder autonómico. La opción naranja parece, por el momento, caminar hacia el fracaso más absoluto, pese a las grandes esperanzas que se depositaron en sus comienzos. Su consolidación tal vez hubiera facilitado un partido bisagra que podía haber gobernado tanto con PP como con PSOE, sustituyendo a la trágica y autodestructiva -para España- dependencia de los partidos independentistas, proetarras y de extrema izquierda.

COVID-19 ¿La peste de nuestro tiempo?

 por Juan Carlos Rodríguez, historiador

       La peste negra del siglo XIV y el coronavirus han sido dos de las grandes pandemias que ha tenido que encarar la humanidad. Es obvio que no han sido las únicas ni lo serán; al ciclo biológico natural hemos de añadir otras que han surgido en laboratorios. Las armas bacteriológicas[1] o también llamadas bioarmas, que desde la Primera Guerra Mundial han sido empleadas como elemento disuasorio o de exterminio, han contribuido a deshumanizar nuestras sociedades. Es el resultado de un conjunto de ideologías cuya prepotencia ha ido alterando la esencia de la naturaleza humana con los consiguientes perjuicios, tal como ha recordado recientemente Luis Suárez Fernández[2]. Sea por razón de una enfermedad zoonótica o por una fuga accidental o premeditada, el COVID-19 nos ha introducido en un período de crisis similar al de la peste negra de 1348.

       Antes de comparar dichas pandemias, cabe recordar los estragos de otras como la viruela o el sarampión, siendo responsables de las elevadas cifras de mortalidad entre las poblaciones amerindias a la llegada de los españoles y no tanto las armas, como se obstina en subrayar la leyenda negra británica u holandesa. Según el doctor Francisco Guerra, avalado con estudios y análisis de otros como Rosenblatt, Friede, Coolc u Borah, para finales del siglo XVI la población indígena americana se había mermado un 10% con respecto a las cifras de su demografía original[3].

Las plagas de la conquista de América       Actualmente, tanto estas enfermedades como la peste negra son de sobra conocidas por su diagnosis y tratamiento. Sin embargo, no por ello son menos peligrosas que el coronavirus, aunque su mayor control por parte de la comunidad científica contribuya a serenar el ánimo de la opinión pública.

       En su caso, la peste bubónica[4] y el COVID-19 tienen no pocas similitudes. La primera es la contagiosidad, si bien en este caso la actual supera a la plaga negra. Desde la antigüedad hasta nuestros días la peste negra ha perdurado en el planeta, aunque en mucho menor grado. Autores como Giovanni Bocaccio, precursor del Renacimiento, noveló sobre ella. La obra El Decamerón comienza describiendo la peste bubónica y cómo golpeó a la ciudad de Florencia:

Casi al principio de la primavera, la mortífera peste hizo su aparición de una forma que yo llamaría prodigiosa […]. Al iniciarse la enfermedad, lo mismo al varón que a la mujer, formábaseles hinchazones en el ingle o en los sobacos, alcanzando algunas el tamaño de una manzana o un huevo […]. Ni consejo de médico ni virtud de medicina eran eficaces para curar la enfermedad; de modo que […] no sólo eran pocos los que sanaban, sino que casi todos, al tercer día fallecían, a veces sin fiebre y otros síntomas.

      El brote medieval de mediados del siglo XIV es uno de los peores que se recuerdan a lo largo de la historia. Sus inicios en Oriente, como ahora el coronavirus, acabó por extenderse a Europa hasta disminuir un tercio de su población. Esta enfermedad zoonótica, transmitible entre animales y seres humanos −al igual que el coronavirus− tuvo en la rata y, sobre todo, en la pulga común el principal agente portador de la enfermedad.La Peste Negra: antecedentes, desarrollo y repercusión ... Como es sabido, la ruta de la seda o de las especias, que comunicaba Oriente con Occidente, proveía a Europa de objetos de lujo hasta su interrupción vía terrestre en 1453 a causa de la caída de Constantinopla (la actual Estambul) en manos de los turcos. Entre las mercancías se alojaban los roedores que, al llegar a su destino, extendían la epidemia por doquier. Y es que los parásitos de una rata infectada saltaban a las personas sin que ninguna barrera higiénica pudiera contrarrestar la plaga. En nuestro tiempo hemos evolucionado positivamente al erradicar una enfermedad infecciosa mediante el control de roedores y parásitos. Si la sangre era el principal medio de infección de la peste bubónica, debido a la picadura del parásito, que conllevaba una infección de los ganglios linfáticos, no lo era en la neumónica (implicaba una infección en los pulmones), contagiada a través de las mucosas al igual que con el coronavirus.

         Comparando los medios de propagación de ambas pandemias, a simple vista hay pocas diferencias e incluso podría parecer menos contagiosa la actual ante la mayor salubridad de nuestras ciudades. Sin embargo, hay otros factores que nos indican la alta capacidad de contagios indirectos, ya que las gotículas de una persona con COVID-19 al toser o exhalar pueden permanecer activas en ciertas superficies durante unos tres días[5]. En segundo lugar, la comunicación entre naciones vía terrestre, marítima, pero sobre todo aérea, aumenta exponencialmente la capacidad de expansión de la epidemia en un mundo globalizado; lo que hoy en día llamamos confinamiento conlleva mucho más trasiego que el de los años más florecientes del comercio mediterráneo medieval. Y en tercer lugar, la sintomatología de la peste negra se manifestaba entre dos y ocho días tras el contagio y en uno en el caso de la peste neumótica. De ahí que el tiempo en detectar y aislar a un individuo era mucho menor que los 14 días en los que el COVID-19 puede presentar síntomas, siendo incluso contagioso durante la incubación o los posteriores 15 días tras la cura.

Mapa del coronavirus en el mundo, en tiempo real hoy, 1 de mayo ...

       En cuanto a la letalidad y síntomas, el monje franciscano Michelle de la Piazza en su historia de Sicilia nos describe cómo la peste negra llegó a Mesina en octubre de 1347 tras el desembarco de 12 galeras genovesas contaminadas. Los datos son escalofriantes y la mayoría de infectados perecían al tercer día[6]. Según Leticia Martínez Campos[7], Milán fue la ciudad europea donde hubo tasas más bajas Y si las ratas no fueron las culpables de la peste negra? | El Correode mortalidad (un 15%), atribuida a las medidas de cuarentena promulgadas por los Visconti con en el aislamiento domiciliario de la población enferma. Otras localidades no tuvieron tanta suerte y la tasa de mortalidad fue mucho mayor. En Venecia pereció el 60% de su población en 18 meses, en Burdeos el 40%, en Génova y en Pisa entre el 30-40%. A pesar de ser devastadores los brotes de la peste negra y numerosos a lo largo de la historia, todavía hoy carecemos de una vacuna efectiva para luchar contra esta enfermedad. Según la OMS, en ausencia de tratamiento la peste bubónica tiene una tasa de letalidad del 30-60% entre los contagiados. Únicamente los antibióticos –de uso generalizado a partir de la Segunda Guerra Mundial− y el tratamiento de apoyo reducen dicha mortalidad por debajo del 30% si la peste se diagnostica a tiempo. Los datos sobre la letalidad del COVID-19 todavía no son categóricos y pueden fluctuar hasta el final de la pandemia. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud ha asegurado que su letalidad es 10 veces superior a la de la gripe y poco similar a este virus, como muchos aseguraban en un primer momento[8]. La probable mutación del virus y los diferentes estudios científicos, irán arrojando un poco más de luz sobre esta desconocida pandemia que está asolando nuestro mundo. Si tomamos por válidos los datos oficiales administrados por el Ministerio de Sanidad en España a día 1 de mayo de 2020[9], vemos como el número de contagiados asciende a 215.216, el deCancillería confirma primer fallecimiento de un costarricense en ... recuperados a 114.678 y el de fallecidos a 24.824. Estos valores arrojan un 11,53% de mortalidad sobre el total de casos aparecidos y hasta un 17,8% sobre los casos cerrados hasta el momento, que ascienden a 139.509 (suma de recuperados y fallecidos). Cifras que se modificarían a la baja si los actuales ensayos clínicos surten el efecto esperado para el restablecimiento de la salud de los pacientes infectados.

      Se observan por tanto similitudes, pero también importantes diferencias entre la peste y el COVID-19. La principal divergencia es su propagación, que como ya se ha apuntado en el caso de la peste, nunca consiguió infectar a todas las regiones del planeta en un mismo episodio. Con respecto al coronavirus, se observa una tasa de mortalidad más baja. De hecho y aunque las cifras que se barajan del COVID-19 no sean del todo alentadoras, no sería ésta la más mortífera de las enfermedades infecciosas registradas hasta la fecha.

         Esta crisis sanitaria que, como la peste negra, habrá de revertir en dificultades económicas y sociales, no puede descentrar el objetivo de recuperación que, a medio plazo, sigue a estos descalabros. A tan malhadado preliminar –como refirió Bocaccio− suelen concatenarse capítulos más agradables que dejan atrás la dura experiencia de una escalada áspera en un ambiente yermo y hostil[10]. Esto exigirá una transformación del mundo como la que emergió en Europa en el siglo XV o, más recientemente, después de la Segunda Guerra Mundial con el reflote de una sensibilidad humanista que erradique la indiferencia y fomente la solidaridad, especialmente con los más vulnerables.

[1] La ricina, el fosgeno, la cloropirina, el napalm, el gas mostaza y el sarín, son algunas de las utilizadas durante enfrentamientos bélicos del último siglo.

[2] Luis Suárez Fernández, Consecuencias del progresismo. CIDESOC, abril 2020.

[3] «Los efectos de las enfermedades infecciosas para las que habían adquirido cierto grado de inmunidad los españoles, sobre una población virgen inmunológicamente como la indígena americana fueron desastrosos. En la isla de Santo Domingo, de una población estimada en 1493 en más de 3.770.000, para 1518 apenas si quedaban 15.600 y de éstos, después de la introducción de la viruela aquel año, apenas si se contaban 125 aborígenes de los cerca de cuatro millones que hubo en la isla. La población aborigen de México en 1519, en el momento de iniciarse la conquista por Hernán Cortés, se ha estimado en algo más de 25.000.000 de indígenas y para 1605 había descendido hasta l.075.000, aunque progresivamente fue recuperándose hasta alcanzar su nivel original al finalizar el período colonial. Los datos sobre Perú son fragmentarios pero se ha estimado que la población aborigen de Perú en 1532 era de unos 6,000.000 de indígenas y para 1628 sólo se contaban 1.090.000». Francisco Guerra: Origen de las epidemias en la conquista de América. Revista Quinto Centenario Nº14, 1988, págs. 43-52.

[4] La enfermedad  que conocemos con el nombre de peste (peste negra, muerte negra, peste bubónica, gran plaga, plaga negra) es una enfermedad infecciosa producida por la bacteria yersinia pestis.

[5] Según estudio de la OMS (Organización Mundial de la Salud), realizado el 21 de marzo de 2020. https://www.bbc.com/mundo/noticias-51955233

[6] «El cuerpo parecía entonces sacudido casi por entero y como dislocado por el dolor. De este dolor, de esta sacudida, de esta corrupción del aliento nacía en la pierna o en el brazo una pústula de la forma de una lenteja. Ésta impregnaba y penetraba tan profundamente en el cuerpo que se veía acometido por violentos esputos de sangre. Las expectoraciones duraban tres días continuos y se moría a pesar de cualquier cuidado».

[7] Responsable de la Sección Infectología en la Historia del SEIP (Sociedad Española de Infectología Pediátrica), en su artículo digital titulado, La Peste Negra.

[8] https://www.infosalus.com/actualidad/noticia-tasa-mortalidad-covid-19-10-veces-superior-gripe-20200409163947.html

[9] https://covid19.isciii.es/

[10] Giovanni Bocaccio, El Decamerón, 1353 (ed. 1983, Club Internacional del Libro), Parte I, p. 11.

Consecuencias del progresismo

  por Luis Suárez, Real Academia de la Historia

            Antes de comenzar este breve análisis, cabe distinguir la palabra progreso de su derivado progresismo. La primera se refiere a un adelanto o perfeccionamiento humano, pues se trata de una facultad propia de nuestra especie. La segunda consiste en una formulación ideológica surgida en las postrimerías del siglo XVIII, que concibe ese avance o progreso de una determinada manera. Desde la Ilustración, muchos científicos, confiando exclusivamente en las potencialidades de la razón −que consideraban infinitas−, imaginaron que serían capaces de liberar Periodismo de Opinión: El culto a la razóna la humanidad de sus pasadas angustias y temores, conduciéndola a la felicidad. Un término muy habitual durante los siglos XVIII y XIX, recogido en las declaraciones de derechos y en textos constitucionales. De ahí que se asociara el progreso y la felicidad en una suerte de maridaje indisoluble. Sin embargo, este progreso se entendió como el desarrollo de la mente humana ordenada sólo al bien material. Los adelantos en el conocimiento permitirían la erradicación de enfermedades y del consiguiente dolor, así como el aprovechamiento y eficaz distribución de la riqueza hasta lograr el pleno bienestar, fundando la sociedad perfecta y definitiva. Que no se alcanzaran esos objetivos de forma inmediata iba de suyo. Sólo se llegaría a la meta mediante una progresión paulatina, resultado de una serie imparable de descubrimientos. Esto explica la diversidad de ideologías que a lo largo del tiempo confluyen en dicha idea: el positivismo, el marxismo o, más recientemente, el transhumanismo son los relieves de una misma efigie progresista.

            En su caso, el positivismo parte de la tesis que esbozara Voltaire: es el hombre el que inventa a Dios a su imagen y semejanza (Si Dieu n´existait pas, il faudrait l´inventer). La religión se reducía así aBiografia de Voltaire un artificio humano con el que se intentarían explicar ciertos fenómenos importantes en las etapas primitivas del desarrollo humano; una inicial, de carácter politeísta seguida de una segunda monoteísta hasta concluir en una tercera −la positiva−, capaz de prescindir de lo sobrenatural o religioso para dar respuestas con arreglo a causas naturales que obedecerían a leyes estrictamente científicas. La humanidad habría progresado entonces presentando al ser humano como verdadero dios de sí mismo y de la naturaleza (el famoso seréis como Dios del Libro del Génesis). Las dificultades que pudieran presentarse en este proceso se imputaban a la resistencia ejercida por la religión, calificada de retrógrada y propia de mentes anquilosadas o supersticiosas. De aquí que, según el positivista, el remedio gravite en el barrido de cualquier metafísica para acelerar el progreso científico y conseguir la felicidad absoluta.

            Con todo y a pesar de que no se han cumplido las previsiones del positivismo, entre las que se cuentan un acceso pleno de la humanidad a los bienes materiales y del conocimiento o el alargamiento indefinido de la existencia humana, sus seguidores continúan instalados en sus presupuestos. Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días han quedado patentes sus contradicciones. Ni todo el mundo ha podido acceder a la riqueza, también porque la acumulación ilimitada de bienes de consumo sólo se alcanza privando de ellos a muchas otras personas, ni se ha erradicado el dolor ni la enfermedad, como vemos ahora con un mundo en jaque por la crisis del coronavirus. Esa pretendida felicidad deja posos de amargura e insatisfacción, conforme apuntan las estadísticas sobre la creciente ingesta de ansiolíticos o el mayor índice de suicidios.

            Cuando se constató que aquellos prometidos bienes se alejaban, agudizando las diferencias sociales con la explotación laboral de miles de personas, surgió otra vía complementaria, pues tampoco prescindía de la raíz materialista del positivismo. En efecto, el marxismo, ideología que toma el nombre de su inspirador –el filósofo alemán Karl Marx− postuló en El Manifiesto Comunista (1848) la formulación de una ley que, a su juicio, viene a gobernar la historia de la humanidad: la lucha de clases. El motor de la historia, la causa de su avance temporal, es el odio o el combate permanente entre oprimidos y opresores. De ahí que sólo pueda abrazarse la felicidad en el momento que se supere esa dialéctica prescindiendo de la propiedad, generadora de las injusticias sociales. Para llegar al término de una sociedad comunista, ya sin diferencias, donde reine el igualitarismo como el estado de vida ideal, se requiere un paso previo: la dictadura del proletariado. La clase obrera debe primero derrocar a los capitalistas e implementar por la fuerza su programa. También aquí la religión estorba, porque actúa como opio –así la calificó el propio Marx− al frenar las conciencias en ese camino hacia el paraíso socialista. No hace falta insistir. La historia, que –en palabras de Cicerón− es maestra de la vida, ha verificado las secuelas de esta utopía. La conculcación de los derechos fundamentales de la persona (la vida, la libertad y la propiedad) ha sido una constante en los sistemas comunistas. La URSS y sus Estados satélites en Europa del Este son un ejemplo claro. Que todos ellos se evaporaran con el triunfo global de la economía capitalista no significa, sin embargo, la extinción de la ideología, adaptada a las nuevas circunstancias. El feminismo actualmente predominante supone la extrapolación de la antigua lucha de clases a la lucha de sexos. El patriarcado y no la propiedad es ahora8M, Día de la Mujer 2022, en directo | El 8M reivindica la igualdad y  homenajea a las mujeres de Ucrania | España la causa de todos los males y el objeto a batir. De ahí que haya de implementarse una suerte de dictadura feminista que conduzca al igualitarismo sexual. No estamos hablando de igualdad en deberes y derechos con arreglo a una dignidad humana compartida por los distintos sexos, sino de una especie de masculinización –en el menos elogioso de los sentidos− por parte de la mujer, que renuncia así a su insustituible personalidad.

            Esta espiral de contienda permanente, fundada en la autosuficiencia de cada uno, aspira a desplazar por superación las corrientes citadas traspasando definitivamente la condición humana mediante la técnica. Es lo que se conoce por transhumanismo; otro peldaño más de la escala imparable del progreso. Se trataría aquí de mejorar conscientemente la especie y Transhumanismo, mitología y cine - Proyecto Sciocrear un nuevo tipo humano más allá de su misma naturaleza. La experimentación genética para lograr cualquier fin o el estímulo de una inteligencia artificial perfecta, sobrepuesta a la humana, permitiría vencer sus limitaciones intrínsecas. Esta idea viene a recuperar el concepto del superhombre a modo de dios omnipotente sobre su destino y el del universo, resultado de aquella vieja estela positivista.

            No obstante, ¿realmente la felicidad radica en la trasposición, a veces violenta, de nuestra identidad como personas? Según su origen, el vocablo persona podría remitir a la expresión latina per se sonas, es decir, aquel que habla por sí mismo; esto es, un individuo que posee una naturaleza racional. Es esta razón la que nos debiera descubrir la realidad de la cosas para adecuarnos a ella y andar de este modo en la verdad. Sólo así apreciaríamos que existe un equilibro innato en la naturaleza que debemos preservar; también porque formamos parte de él. Esto entraña el respeto al orden moral. Por nuestra conciencia, esto es, el conocimiento certero de la realidad, sabemos de la existencia del bien y del mal. En efecto, los actos humanos trascienden el mero instintoimages (2) situándose en un plano superior al del mundo animal. Por eso nos realizamos cuando la conducta se identifica con el bien, tal como refiriera Aristóteles: es el hombre virtuoso –el que ama el bien por sí mismo− lo que hace feliz a la persona. He aquí la definición del amor. La solución a las grandes dificultades del mundo presente pasa por una afirmación o abundancia de bien que, necesariamente, nos remite a su causa primera, al que es por sí mismo: Dios, reconocido por la observación sensible y revelado por iniciativa propia hasta su materialización en Jesucristo. Todo en la persona obliga a trascenderse y si ese movimiento no se carga de amor, la misma persona se torna incomprensible. La experiencia demuestra que si el conocimiento no se pone al servicio de la naturaleza del hombre atenta a su dignidad y le degrada, aun cuando se apela a su liberación, que se prueba falsa. Aquí está justamente la clave que obliga el amor a los demás. Esto implica animar al otro al esfuerzo para conducirse al bien, conforme al querer inserto en la Creación, y rehuir cualquier amago o empeño autodestructivo. El porvenir del género humano radica precisamente en recuperar su humanidad, es decir, volver a su esencia. Sólo de este modo podrá participar de la dicha del bien por vínculos cada vez más fuertes de solidaridad y dirigir a cada persona a la consecución del bien eterno de Dios.