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Bases ideológicas del fascismo

10112011-img_1420 por José Luis Orella, historiador

Planteamiento de la cuestión

   El fascismo es un movimiento político difícil de definir. Acostumbrados en la ciencia política a dividir desde la revolución francesa a las corrientes ideológicas entre derechas e izquierdas. Cada vez esta división va perdiendo más su valor, y en el momento actual vivimos una nueva frontera ideológica que marca a soberanistas y globalistas, en cuyos bloques encontramos a antiguos miembros de las antiguas definiciones. En el caso del fascismo, fue un antecedente de la actual indefinición de algunas corrientes políticas, al proceder del socialismo izquierdista, pero también con orígenes derechistas, lo que provocaráSímbolo del Partido Fascista Italiano que en diversos países, cuando surjan grupos miméticos del fascismo italiano, unos provengan de una radicalización de la derecha y otros de una izquierda que iba perdiendo su discurso internacionalista a favor de un programa más nacionalista. Estas diferentes cunas, hace más complejo su estudio y favorece que muchos investigadores promuevan una descripción del fascismo como oposición del liberalismo, del comunismo, del internacionalismo… lo que no ayuda a explicar su discurso ideológico. La variedad de fascismos, tantos o más que países donde se desarrollaron, imposibilita algo tan sencillo como crear unos mínimos ideológicos que los agrupe y favorezca su estudio de manera global.

Precedentes románticos

   El patriotismo moderno nacido en los sangrientos hechos de la revolución francesa, difundieron a través de las tropas napoleónicas la exaltación de los valores patrióticos. Las unificaciones italiana, rumana y alemana, el despertar del resto de los pequeños pueblos que ponían en dificultades de supervivencia a los imperios e incluso a naciones históricas, proporcionaron aquel suelo nutricio del que se fueron desarrollando los nacionalismos como un discurso político propio. El fruto de esa enseñanza nacionalista será la exaltación de los valores patrióticos, la necesidad de formar un imperio colonial y un deseo de modernización a través de la industrialización. Para conseguirlo llegaron a propugnar un autoritarismo reformista que condujese a la nación a esos éxitos sin las trabas de un parlamento, representativo en realidad Historia Explicada Fácil: Los Jacobinosde los intereses de los diferentes grupos económicos, potenciando un ejecutivo fuerte que gestionase el interés público con mayor determinación y agilidad. Esta corriente proautoritaria no iba contra la tradición liberal, sino que bebía directamente en el nacionalismo romántico y hundía sus raíces en el nacionalismo jacobino. Los nacionalistas como reformistas no pretendían un cambio total del sistema imperante, sino un reforzamiento de su ejecutivo.

El sindicalismo socialista

   El fascismo no tendrá nada de particular con estos movimientos derechistas sin la aportación de otras corrientes dinámicas procedentes de la izquierda, como la iniciada por Georges Sorel, uno de los principales impulsores del sindicalismo revolucionario, quien potenció una nueva línea de renovación del socialismo desde el irracionalismo vital. Georges Sorel, como administrador de la École des Hautes ÉtudesGeorges Sorel - Wikipedia, la enciclopedia libre Sociales de París, luchará no por integrar al obrero en la sociedad burguesa liberal, sino por independizarlo de ella, creando una conciencia propia, dispuesta para aniquilar al régimen burgués, como expresará en Reflexiones sobre la violencia, su obra más célebre. La violencia para Sorel era instrumento necesario en la historia para transformar la realidad ante la incapacidad del socialismo parlamentario de cambiar la sociedad. Sorel propugnará la vuelta del gremio como organismo base de una sociedad sustituta de la liberal capitalista.

Crítica al liberalismo

   En el inicio del siglo XX gran parte de la intelectualidad de vanguardia era crítica con la democracia liberal, pero no por ser favorables a posiciones autoritarias, sino por el contrario, por considerar que el liberalismo había propiciado desde la revolución francesa el control del poder por parte de la elite más enriquecida, mientras el resto de la sociedad, aunque fuese accediendo al voto de un modo gradual, no veía reflejada su representatividad ni la defensa de sus intereses. La aparición de los movimientos de masas que proporcionasen seguridad y estabilidad a las personas, ante el desamparo del individualismo liberal, generado desde la segunda mitad de siglo XIX, alcanzará su eclosión en las primeras décadas del XX.

   El 23 de marzo de 1919 el antiguo dirigente socialista Benito Mussolini fundó en Milán los Fasci italiani di combattimento. El nuevo movimiento se describió como una vía intermedia entre el socialismo marxista y el liberalismo capitalista. La aparición de fascismo, surgido después de la experiencia traumática de la Primera Guerra Mundial llevó a la FASCI ITALIANI DI COMBATTIMENTO 1921 TESSERA FASCIO DI CASTELLANZA VARESE |  eBaygeneración de excombatientes a unir el hipernacionalismo nacido de su experiencia de combate y heredero de los radicalismos derechistas decimonónicos, con las reivindicaciones sociales del sindicalismo revolucionario de George Sorel y los socialismos nacionalistas de Benito Mussolini. El sindicalismo revolucionario se convertía en una de las principales aportaciones del fascismo, y fue Sorel, quien influyó a un joven Mussolini que, en 1913 fundó, en el seno del Partido Socialista Italiano, la revista Utopía, en la que colaboraba el sindicalista revolucionario Sergio Pannunzio, teórico del sindicalismo revolucionario, y quien se sumará al fascismo como teórico.

Las vanguardias literarias

   Otro de los componentes fundamentales será el futurismo de Filippo Tommaso Marinetti, movimiento de vanguardia aparecido en el seno del cubismo. El futurismo surgió como un movimiento literario, pero su fuerza atrajo al resto de los artistas italianos. Sus escritores y artistas se convirtieron en promotores abiertos de la heroicidad, incluso se mostraron favorables al papel de la guerra como elemento “higiénico” deFilippo T. Marinetti: manual del disparate | La Esfera de Papel cambio, y defendieron el honor y deseo de la juventud en “quemarse” en algo importante, al punto de que muchos se fueron voluntarios a la Primera Guerra Mundial encabezados por su propio líder. El futurismo expresaba velocidad y movimiento, características vinculadas con la juventud, por lo que una motocicleta se convertía en un símbolo característico de aquella generación. Los futuristas eran favorables a cortar con el pasado burgués, se mostraban contrarios a las herencias contraídas por las generaciones anteriores.

Realidades prácticas

   El nuevo movimiento político se caracterizó por su mensaje revolucionario en lo social, intensamente nacionalista y marcadamente rupturista con el parlamentarismo liberal. El fascismo entró con decisión en los ámbitos sociales donde nadie antes había hecho política, como el mundo de la mujer o el juvenil. Se identificó como el hermano político del futurismo vanguardista que Marinetti capitaneaba en el espacio cultural, rompiendo las viejas barreras de derecha e izquierda. El fascismo era un movimiento revolucionario transgresor que se convirtió en el espacio mestizo de confluencia de desengañados de la derecha, como de la izquierda. Sin embargo, ese perfil de nacionalismo revolucionario no conseguirá triunfar electoralmente. La violencia socialista y anarquista causará la formación de unidades de autodefensa en el campo y en las ciudades, inicialmente sin vinculación política ninguna, pero por su intenso patriotismo, se convirtieron en el principal objetivo político de Benito Mussolini, un "pionero del poliamor" del siglo XX: Mantuvo  relaciones sexuales con 7.665 mujeresBenito Mussolini. El fascismo revolucionario irá quedando en minoría ante la llegada en aluvión de los miles de nuevos fascistas procedentes de los escalones medios de la sociedad que derechizaron el movimiento. El fascismo se fue convirtiendo en un verdadero fenómeno de masas y uno de los protagonistas de la vida política italiana. La «marcha sobre Roma» visualizó su capacidad de movilización, pero el poder les vino de las negociaciones con el rey y los viejos políticos liberales. El 30 de octubre de 1922 el Rey Víctor Manuel III nombró a Benito Mussolini nuevo jefe del Gobierno de Italia. El 16 de noviembre se constituyó el Gobierno de Mussolini, que fue de Coalición, y donde de catorce ministros, sólo cuatro eran fascistas de origen, el resto representaban a otras fuerzas parlamentarias. El nuevo ejecutivo juró en el Parlamento (Aventino), donde recibió el apoyo de 306 votos a favor, 116 en contra y 7 abstenciones. Dos semanas después, el 3 de diciembre de 1922, en la Cámara del Senado, 196 fueron a su favor y 19 en contra, otorgando al ejecutivo plenos poderes durante un año. Se habían dispuesto las bases para un cambio hacia el autoritarismo en la difícil coyuntura de la primera posguerra mundial.

Bibliografía:

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Díaz Guerra, Marino: El pensamiento social de Georges Sorel. Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1977.

Ercole, Francesco: La revolución fascista, Zaragoza, librería general, 1940.

Garriga, Jordi: La génesis del fascismo, Tarragona, Fides, 2019.

Gentile, Emilio: Fascismo. Historia e interpretación. Madrid, Alianza, 2004.

Griffin, Roger: Modernismo y fascismo. La sensación de comienzo bajo Mussolini y Hitler, Madrid, Akal. 2010.

Mussolini, Benito: El fascismo, Tarragona, Fides, 2020.

Origen y fundamento de Europa

  Suarez 2 (2)  por Luis Suárez, Real Academia de la Historia

            Aunque la mitología clásica recogida por Ovidio en su Metamorfosis presenta a Europa como la hija de Agenor, rey de Fenicia, trasladada por Júniper (en forma de toro blanco) al continente que daría su nombre, nos referimos aquí a otro significado. Aquél que le conferirían losEuropa es un nombre de mujer - Zenda monjes Beda y Eghinardo, allá por los siglos VIII y IX d. C. En efecto, ellos la interpretarían como un espacio específico de cultura, arraigada fundamentalmente en el cristianismo, que ampliaba los antiguos límites de la latinidad, cuyo legado pretendió asumir el proyecto imperial de Carlomagno. Alrededor de esas fechas Europa mudaría su nomenclatura por el de Cristiandad, con su doble dimensión de comunidad formada por fieles bautizados y en la búsqueda del bien común. Sólo en el siglo XV y por iniciativa de un Papa humanista como Pío II se restauraría el título original de Europa. Con ello quería indicarse que, en aquella época de nuevos descubrimientos, había ya poblaciones cristianas dignas de tal nombre fuera de aquel ámbito geográfico, sin resultar, por tanto, exclusivo de un lugar concreto.

            Es clara, por tanto, la influencia de la fe cristiana en la conformación de Europa. No obstante, tuvo que bregar con la inercia del helenismo sintetizado en el antropocentrismo griego (el hombre como medida de todas las cosas) y las tesis orientales que divinizaban el poder político. Pese a todo, el cristianismo fue implementándose de manera gradual por cuanto admitía en su sistema de pensamiento esa comunicación íntima entre la trascendencia y la inmanencia revelada en la naturaleza divina y humana de Jesús de Nazaret. De aquí el El Rostro de Jesús según Sábana Santaconsecuente reconocimiento de la dignidad inherente a todo ser humano, al haber sido adoptada por Jesucristo. Si a esto se añade que Dios es Amor, como lo enseña el evangelista y apóstol Juan, todas las criaturas son el resultado de ese don gratuito. Entonces, el hombre manifiesta esa imagen y semejanza de Dios por su condición racional, de la que emerge una nueva conciencia de libertad basada en el libre albedrío. Éste obliga a la persona humana a tomar decisiones constantemente que, a su vez, la convierte en responsable de sus propios actos. Esta necesidad de elegir entre varias opciones, característica de un ser con capacidad racional, implica una renuncia a cuanto no se ha elegido por devenir dañino o perjudicial. Desde dicha premisa, se trataría de un signo evidente del ejercicio de la libertad, vinculado siempre a la virtud moral.

            Sobre estos principios se iría alzando el nuevo edificio de la europeidad. Mucho contribuyeron a esta empresa nombres propios como el de Benito de Nursia (san Benito). En los inicios del siglo VI propuso un modelo de vida dentro de los monasterios, antesala en este mundo de la perfección de aquel otro: el eterno. Con este fin, Benito redactó su Regla, erigiéndose en todo un desafío para la renovación deSan Benito y su Regla – Abadía de Silos un mundo que había presenciado la caída del Imperio romano en Occidente, invadido por los pueblos germánicos. Toda la zozobra generada por ese cambio de época no exigía, según Benito, ninguna revolución social; ni siquiera una modificación de las estructuras externas, sino la reforma del hombre interior, único camino para una mejora sincera y auténtica de la sociedad. Para lograrlo debía asentarse el principio de que sólo la verdad (identificada con Dios) libera al hombre y le proporciona la plena libertad. Las virtudes y el desprendimiento aparecen así como indispensables para adherirse a ella. De esta manera, la pobreza, la castidad y la obediencia forman tres dimensiones. En la primera, los bienes materiales actúan como medios y no fines para la vida humana. De igual modo no se repudia la sexualidad, sino que se ordena como expresión de ese amor agapé, comprometido y entregado, prefigurando la dimensión del Cielo, en el caso de los monjes, donde «ellos serán como ángeles» (Mt, 22, 30); o en la reciprocidad conyugal, reflejo de la imagen de Cristo y su Iglesia. En cuanto a la obediencia, los monjes fueron conscientes de que la libertad de cada persona depende de que todos cumplan con lo que es debido: el deber. Éste consiste en la libre asunción de una «deuda» que se ha de retribuir (el bien que se ha recibido), afirmándose así la libertad como servicio y el derecho que se deriva para el individuo y la comunidad (social, monástica…). No extraña, pues, que los monjes dieran el título de abad a su superior, tomándolo del arameo abbá (papaíto), tal como lo utilizara cariñosamente Jesús para dirigirse a Dios (Mc 14. 36). La exigencia del deber permitiría a los europeos descubrir, por encima de la simple fidelidad, la virtud de la lealtad. Pues aquélla obliga a seguir al mando sin preguntarse por la justicia de su causa, mientras que la lealtad sirve a esa autoridad aconsejando rectamente −según se debe− para evitar incurra en injusticia.

            De acuerdo con lo dicho hasta aquí, de la dignificación de la persona debía inferirse la del trabajo, borrando la diferencia que la sociedad antigua estableciera entre las artes liberales y las labores serviles (el cultivo y la labranza), confiadas a los esclavos. Conforme a la Ora & Labora Day, All Day of Prayer & Work at the Priory - St. Thomas More  Prioryóptica de san Benito y la Orden por él fundada, el trabajo agrícola fue interpretado en toda su dignidad porque se inscribía en el plan de Dios de custodiar la creación y se acercaba al oficio manual que desarrollara Jesús de Nazaret. Así, los monjes conciliarían su dedicación a la oración y al estudio con el trabajo manual, a imitación del Redentor. Este nuevo planteamiento iría desgastando los vínculos serviles heredados de la Antigüedad hasta llegar a erradicar, por fin, la servidumbre y la esclavitud en Europa.

            Dentro de todas estas aportaciones cabe incluir la de la ordenación del tiempo. Los monjes descubrieron una especie de ritmo en su empleo, sin olvidar la importancia del descanso. La jornada contemplaba tres actividades sucesivas: la del trabajo (opus manuum), la del estudio, y la de la oración (opus Dei), labor suprema, al concebirse la existencia humana como un proceso de encuentro con Dios.

            Aunque el mensaje espiritual contenido en la Regla de Benito se dirigía a los monjes de manera inmediata y radical, esos consejos acerca del modo de alcanzar la perfección en la vida cristiana eran extensibles a todos, incluso a los laicos. En este sentido, los monasterios se convirtieron en centros de irradiación de un ideal o meta a la que debía tenderse. No olvidemos que Beda y Eghinardo formaban parte de la Orden de San Benito. Europa recibió, por esta vía, algunas de sus características esenciales, configurando una civilización integralmente desarrollada que se extendería por otros continentes.

El centrismo liberal

antoniomoralroncal (2) por Antonio M. Moral Roncal, historiador

La tercera vía y sus reformas

   En España, durante el reinado de Isabel II (1843-1868) el sistema inicial de partidos giró en torno a dos grandes agrupaciones: los moderados y los progresistas, cuyas luchas políticas y permanencias en el poder entre 1834 y 1858 desgastaron poderosamente su imagen. Ello facilitó la creación de un nuevo partido, la Unión Liberal liderada por don Leopoldo O´Donnell, con vocación centrista entre las anterioresLeopoldo O'Donnell - Curiosidades, Familia, Biografía | Famous Birthdays formaciones. La creencia de que la sociedad deseaba paz y normalidad, abriendo un periodo de calma después de muchos años de luchas políticas, armó de fe a sus dirigentes en la consecución de este proyecto. Si tomamos como programa de la primera experiencia de gobierno de la Unión Liberal (1858-1863) el manifiesto firmado en Madrid el 17 de septiembre de 1854, puede concluirse que llevó a cabo la mayoría de sus puntos esenciales. Entre éstos sobresalen las grandes inversiones en las comunicaciones ferroviarias, reorganización de la Hacienda, presupuestos para fomentar sectores económicos nacionales aprovechando la positiva coyuntura europea, impulso del Estado liberal mediante la mejora de su administración, potenciación de estatutos profesionales, promoción de la Armada y del Ejército, etc. En consecuencia, se inició un desarrollo económico innegable: creció el número de superficie cultivable, aumentó el mercado nacional, aunque se invirtió desatinadamente en ferrocarriles, en vez de acelerar la industrialización.

   No obstante, la economía dependió excesivamente de las inversiones extranjeras. Hacia finales de 1864, el capital español representaba el 60% de todos los bancos y sociedades de crédito. A pesar de ello, el deseo unionista de modernización económica supuso el más notable y consciente esfuerzo para la promoción del desarrollo registrado en toda la historia del liberalismo español hasta ese momento.

   Su carácter centrista llevó a la Unión Liberal a finalizar con la tendencia reaccionaria de los últimos ministerios moderados, pero después de restablecer la calma política y modernizar la imagen pública de la Corona, resultaba inaplazable llevar a cabo una política reformista. El gran objetivo político debía ser la regeneración política y la creación de un turno pacífico en el poder mediante la reforma electoral, una nueva ley de imprenta y una prudente descentralización de la administración. Pero, en estos aspectos, para evitar la desunión entre sus filas, O´Donnell y sus ministros prefirieron retardar al máximo estas medidas, sacrificándolas en el altar de la estabilidad, confiándolo todo al innegable crecimiento económico.

Diplomacia y acción internacional

   Su política exterior tuvo claros objetivos -pese a todas las leyendas en su contra- alcanzando sonoros éxitos como la campaña de África en 1860. Las expediciones y presencia españolas en el escenario Almanaque: Las guerras de España con Marruecos [1ª parte: 1859-1860]internacional siempre tuvieron como últimas metas la protección de los restos del imperio español en Asia y América, el impulso del comercio y la economía, así como la búsqueda del reconocimiento exterior de la capacidad de defensa del Ejército y de la modernización de la Armada. Asimismo, la política exterior para O´Donnell también intentó ser una de las medidas orquestadas para rescatar a la oposición progresista de la tendencia abstencionista que le conducía a la revolución.

Dificultades de un proyecto político

   O´Donnell soñó con constituir a su agrupación como partido único, nacional, pero con el paso de los años advirtió la imposibilidad de ese proyecto, como le señalaron algunos diputados de la oposición, ya que hubiera supuesto la destrucción de la misma esencia del régimen constitucional. Finalmente, el lógico agotamiento de su gobierno y la imposibilidad de cohesionar un auténtico partido centrista le llevaron ax Ramón María Narváez y Campos : Family tree by Luis MANUEL de VILLENA  CABEZA (lmvillena) - Geneanet la necesidad de preveer un futuro. La Unión Liberal había sido la asociación pero no la fusión de conservadores y progresistas. De esta manera, intentó reorganizar el sistema de partidos: la Unión Liberal debía asumir la posición de centroderecha, el Partido Progresista un centroizquierda, colocando en los extremos al moderantismo y al republicanismo. Sin embargo, el Partido Moderado se negó a desaparecer, sostenido todavía por Ramón Narváez y el sector neocatólico.

   O´Donnell abandonó el gobierno en 1863 ante la división interna de la Unión Liberal debido a la timidez con la que se afrontaron algunos cambios políticos importantes, por la falta final de apoyos institucionales y por la posibilidad de reemplazo que parecía ofrecer el Partido Progresista, que aspiraba a recuperar el poder. Pero debe subrayarse el hecho de que O´Donnell abandonó el gobierno sin ningún pronunciamiento, sin derrota electoral, sólo por desgaste natural después de un lustro en la presidencia; un tiempo récord de permanencia  hasta ese momento.

El segundo gobierno centrista

   La Unión Liberal volvió al poder en junio de 1865, tras unos gabinetes moderados. En su primer discurso, O´Donnell prometió una reforma de la ley de imprenta y de la ley electoral; la continuación de la Leopoldo O'Donnell - Wikipedia, la enciclopedia libredesamortización eclesiástica todavía irresuelta; y la resolución de los problemas pendientes de política exterior, como el reconocimiento del reino de Italia. En poco tiempo, y sólo dos años antes de la famosa reforma británica del conservador Disraeli, la ampliación del cuerpo electoral mediante ley puso de relieve la firmeza y sinceridad de sus propósitos por introducir en España un régimen político moderno, movilizador de sus capas medias, social y económicamente dinámicas. Fue una muestra de su deseo por adecuar el régimen español a sus homólogos europeos.

   El gobierno unionista logró cumplir la mitad de su programa, pero no pudo llevar a cabo la reorganización del sistema de partidos: Prim no consiguió hacerse con el liderazgo indiscutible del progresismo pese al apoyo de otros líderes como Madoz, pues Olózaga y el sector que acaudillaba fue lo suficientemente poderoso para imponer, finalmente, el abstencionismo y la ruptura revolucionaria. Asimismo, la Unión Liberal fracasó en su intento por desterrar el pronunciamiento militar como un medio políticamente válido para acceder al poder y, por la cuestión italiana, terminó enfrentado con la Iglesia en su búsqueda de apoyos progresistas. Los neocatólicos no le perdonaron que reconociera diplomáticamente al gobierno italiano que había invadido los Estados Pontificios y los progresistas no se fiaron de su reforma electoral. El 10 de julio de 1866, O´Donnell presentó su dimisión a una Isabel II, dudosa de que su partido fuera capaz de evitar la revolución.

La Gloriosa de 1868, la revolución que no obró el milagro, pero que sí  remontó la economía

Intentos de supervivencia

   La Unión Liberal sobrevivió a su principal líder y terminó integrándose en la coalición revolucionaria que derribó del trono a la reina en 1868. Sus diputados apoyaron la Constitución de 1869 y el primer intento dec) Portal Fuenterrebollo ««« implantar en España una Monarquía democrática. Sin embargo, ante el caos del Sexenio Revolucionario, la incapacidad de sus gobernantes, la sucesión de regímenes, el estallido de la Tercera Guerra Carlista, la cubana y los cantonales, los unionistas terminaron apoyando el proyecto de restauración monárquica-constitucional en la figura de Alfonso XII, ideado por Antonio Cánovas del Castillo.

Lecciones presentes

   Actualmente, observamos cómo un intento de creación y potenciación de un proyecto político centrista en torno al partido Ciudadanos ha fracasado, pese a las grandes esperanzas iniciales y fuerte crecimiento. Como en el caso de la Unión Liberal, Ciudadanos se benefició del desgaste de su oponentes a derecha e izquierda; como la Unión Liberal, se encontró con una izquierda progresista que le rechazó como socio de gobierno y que intentó destruir a Ciudadanos, buscando sus votos. También, como la Unión Liberal, se encontró a su derecha con un Partido Popular que resistió su crisis y se negó a morir. Y como los unionistas, los líderes de Ciudadanos no lograron tampoco convertirse en un gran partido de centro-derecha por su indefinición doctrinaria y su apego a las medidas coyunturales.

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   A diferencia de la Unión Liberal, Ciudadanos no ha logrado alcanzar el gobierno nacional aunque, indudablemente, logró poder autonómico. La opción naranja parece, por el momento, caminar hacia el fracaso más absoluto, pese a las grandes esperanzas que se depositaron en sus comienzos. Su consolidación tal vez hubiera facilitado un partido bisagra que podía haber gobernado tanto con PP como con PSOE, sustituyendo a la trágica y autodestructiva -para España- dependencia de los partidos independentistas, proetarras y de extrema izquierda.

El sentido de la lealtad

Suarez 2 (2) por Luis Suárez, Real Academia de la Historia.

   El término fidelidad puede responder a una definición más o menos amplia. Una de las acepciones que recoge el diccionario es el de «la observancia que alguien debe a otra persona». Esto puede confundirse fácilmente con la lealtad: «el que es leal guarda a alguien o algo la debida fidelidad». Aunque es cierto que desde la perspectiva de la virtud, que busca el bien de la persona (propio y ajeno), la fidelidad y la lealtad debieran representar el anverso y reverso de una misma medalla, su significado admite matices y aun diferencias. Más aún en el ámbito político o económico.

   Desde la Edad Media, la tradición española distinguía estas dos realidades en el ámbito de las relaciones personales y sociales. En efecto, fiel era el súbdito que seguía a su señor sin preguntarse por la justicia de su causa. Leal, sin embargo, era quien evitaba que el señor cayera en injusticia o incurriera en error. Ya las Cortes de Castilla de 1385 consideraban la lealtad como la principal virtud de la que dependen las monarquías para su existencia y progreso, pues de ella (el consejo emitido con rectitud moral para la gobernanza del reino) derivaríanCuriosidades históricas del capítulo 26 de 'Isabel' | RTVE.es todas las demás virtudes. Así, el súbdito o vasallo leal recordaría al rey su «deber de reinar» y no «su derecho». Es decir, invocaría sus obligaciones morales ordenadas a la edificación del reino y de sus súbditos. De aquí derivaría la llamada legitimidad de ejercicio, que otorgaría auténtico valor a la legitimidad de origen (la elección, por distintas circunstancias, de una dinastía reinante, precisamente para desempeñar dicho cometido a favor del bien común). Este presupuesto implicaría reciprocidad entre el rey y los súbditos, representados en las Cortes, asistiéndose mutuamente para promover el desarrollo espiritual y material de todo el reino.

   De la confusión antes citada han nacido en nuestros días algunas equivocaciones muy perjudiciales. Se ha creído, por ejemplo, que la fidelidad al superior o a quien tiene el poder (a nivel político, empresarial, etc.) es una virtud que obliga al subordinado. De ahí la monstruosidad de pensar que el jefe o líder siempre tiene la razón y que hay que obedecerlo ciegamente sin preguntarse por la justicia o moralidad de sus actos. Cesa entonces el deber de corregir, enmendar o aconsejar, propio de la lealtad. De ahí la tendencia, tan extendida, de quienes al frente del mando se rodean de simples fieles que asienten, alagan, aplauden y no discuten. Se pierde así el sentido de la limitación y el poder se convierte en un absoluto que busca resarcirse y no servir a los demás según el orden moral.

La Revolucion Gloriosa timeline | Timetoast timelines

   La legitimidad fundada en la virtud de la lealtad permitió en la antigua monarquía hispánica «acatar y no cumplir» la orden emanada del rey, pudiéndose iniciar un recurso de contrafuero que asegurara los derechos del reino y de sus súbditos en caso de verse conculcados. La obediencia no se entendía como un automatismo, sino como acto juicioso, que examina previamente si la orden es correcta o no. No existía esa argucia de la «obediencia debida» como eximente de responsabilidad, puesto que en una sociedad que procuraba inspirarse en los principios cristianos, prevalecía siempre el criterio de lo que es realmente debido, de lo razonable y bueno en cada circunstancia. El vasallo leal sabía que, una vez sopesada y aceptada una orden, se corresponsabilizaba con ella. En ese tiempo nunca se admitió el principio de irresponsabilidad del monarca en las decisiones tomadas por sus ministros, como ocurriría después en muchos regímenes parlamentarios. Y es que, como hemos dicho, también al rey competía ese sentido de la lealtad que le exigía velar por la justicia en los actos de sus servidores en el gobierno.

La monarquía regeneracionista

antoniomoralroncal (2) por Antonio M. Moral Roncal, historiador

   En abril de 1922, justo ahora hace cien años, por encargo del gobierno conservador de Sánchez Guerra, los doctores Marañón y Bardají realizaron un viaje a las Hurdes, comarca de la región de Extremadura, para que informasen sobre la situación de sus habitantes. En las Cortes, el conde de Romilla había denunciado la falta de medios de vida más indispensables de sus habitantes, abandonados de la acción oficial. Y el informe de los médicos confirmó su penosa situación. En una comida en casa de la marquesa de Villavieja, a la que asistió Alfonso XIII, coincidió Ortega y Marañón ante la crisis del liberalismo», no apto para melancólicosel rey con Marañón, Ortega, Pío Baroja y otras figuras del mundo intelectual. Al salir en la conversación el tema de las Hurdes, la cuestión interesó profundamente a don Alfonso, que aceptó ir personalmente “a recorrerlo todo y a remediar lo que se pueda”. Y es que el rey había realizado numerosos viajes para conocer España y sus habitantes, por lo que se mostró interesado especialmente por realizar un periplo diferente: no habría cenas de gala, ni arcos de triunfo ni festejos de inauguración. Este viaje a las Hurdes sería diferente.

   Así, en las primeras horas del 20 de junio una serie de coches partieron del palacio real de Madrid. Junto al rey se encontraban el duque de Mirada, su ayudante, coronel Obregón, y los doctores Marañón y Varela. En otro vehículo viajaron el ministro de Gobernación, Piniés, el diputado conde de Romilla, el periodista Juan García de la Mora y el fotógrafo Campúa, con un oficial de la guardia civil. A partir del día 22 -desde eduardo saenz de varona: julio 2020Segura de las Torres- la expedición hubo de continuar a caballo, ya que no existían carreteras aptas para coches. En Casar de Palomero se incorporó el obispo de Coria, Segura, cuyo trabajo e interés por los hurdanos apreció don Alfonso. Dejando atrás la Alberca, el rey visitó los pueblos de Pinofranqueado, Mensegal, Calabazas, Vega de Coria, Cambrocano, Nuño Moral y otros más. En la tarde del día 24, y ya desde Béjar, en tierras salmantinas, se inició la vuelta a la capital.

   Durante el viaje, Alfonso XIII acampó y se desenvolvió entre los hurdanos sin protocolo, que le acogieron con sorpresa y entusiasmo. Marañón describió al monarca, esos días de convivencia, como “un hombre sumamente abierto, sumamente inteligente, y con una simpatía arrolladora”. Los componentes de la expedición repartieron dinero entre las familias, responsabilizando a los curas párrocos de su distribución, atendieron médicamente y proporcionaron medicinas a los hurdanos, preguntaron por sus problemas y hasta don Alfonso visitó a un moribundo en su choza. Y a todos se les encogió el corazón en un puño al comprobar auténticos cuadros de miseria física y moral.

Campúa, único fotógrafo en el viaje de Alfonso XIII a Las Hurdes | Campúa,  una mirada a la historia

   El doctor Marañón escribió un artículo en la revista Vida Médica, el 25 de julio siguiente, bajo el título “El problema de las Hurdes”, donde afirmó que “el rey pudo hacer el bien a manos llenas, y pudo gustar del amargor y de la alegría de palpar una gran tristeza nacional y de soñar en remediarla. Éste es el sentido, pudiera decirse que trascendental, del viaje del rey a las Hurdes… A despecho de todo el artificio de la política podemos seguir esperando que los anhelos legítimos del país lleguen a los oídos del rey y encuentren en este eco y entusiasmo. Por encima de todas las ideas debe flotar esta esperanza”.

   Los resultados de la visita de Alfonso XIII revistieron un doble significado. Las Hurdes, de ser un rincón del que se tenían noticias molestas e inquietantes pasó a convertirse en una ineludible realidad. Y, de esta manera, se inició un camino, lento pero constante durante 9 años, coordinado por el Patronato Real de Las Hurdes -creado el 18 de julio-, que intentó buscar remedio a esa intolerable situación. A partir de la vuelta del monarca a Madrid, Las Hurdes empezaron a recuperar, así, su dignidad y el derecho a reconocerse como un pueblo integrado en la realidad de España.

   El Patronato Real de Las Hurdes, dependiente del Ministerio de la Gobernación, tuvo plena capacidad jurídica en sus actuaciones, gozando de recursos provenientes de las Instituciones de Beneficencia General. La primera acción emprendida fue la construcción de tres establecimientos denominados Factorías, que fueron organismos benéficos en cuyos edificios se albergaron a médicos, maestros, estafetas de correos y guardias civiles. Enclavadas en Las Mestas, Caminomoris y Nuñomoral tuvieron la misión de llevar a todos losfactoría Hurdes lugares de la geografía hurdana los recursos más necesarios para cumplir su misión de regeneración. La segunda acción fue la puesta en marcha de acciones para luchar contra el analfabetismo de la zona. Por ello se organizó una Misión pedagógica, con un maestro director, una maestra subdirectora -encargada de la organización de una escuela maternal y el internado de las niñas- y de tres maestros responsables de las escuelas de los niños, que se establecieron en las factorías. Además, se construyeron doce escuelas en diversos pueblos, con dinero público y donaciones privadas, como las 200.000 pesetas que aportó el marqués de Valdecilla. Para abastecer de comida a las escuelas -que tuvieron cocina y comedor para los niños y casa-habitación para los maestros- el Patronato Real concedió subvenciones a algunas cantinas.

   Y como siempre se había asociado el atraso de la región a la falta de buenas comunicaciones, se puso en marcha la construcción de caminos forestales, que permitieran una circulación de actividad adecuada, para lo cual se invirtieron dos millones de pesetas. La red de caminos forestales unió internamente todas las alquerías de Las Hurdes, aunque no por ello dejó de construirse una carretera que vertebrara la comarcaReal Patronato de las Hurdes (1922-1931): Una institución de beneficencia  al servicio de las Hurdes de sur a norte y viceversa. Además, para impulsar la economía, se estableció un plan de reforestación del territorio, unas 47.000 hectáreas diseminadas que deberían proporcionar a los hurdanos un nuevo modo de aprovechamiento del entorno, anteriormente solo destinado a la mera subsistencia por medio de pequeños minifundios. A este plan, establecido por Real Decreto de 26 de julio de 1926, se destinaron cien millones de pesetas para la adquisición de 25.000 hectáreas, que deberían generar una industria en torno al monte; la construcción de viveros necesarios para las repoblaciones, casas para guardas y caminos forestales.

   Para remediar los males espirituales y morales de la sociedad hurdana, el Patronato Real decidió reconstruir y construir de nueva planta una serie de iglesias en todos los poblados, que dotaran de parroquias a numerosos hurdanos. Allí fueron enviados más sacerdotes, encargados de reevangelizar mejor a sus gentes, aumentando el nivel de cultura y moral religiosa. Cuando el rey Alfonso XIII volvió a Las Hurdes en marzo de 1930, comprobó los avances y mejoras de todo tipo, haciendo su viaje ya en coche pues las obras realizadas ya habían eximido la necesidad de viajar a lomos de caballerías. Los trabajos realizados supusieron para los hurdanos una mejora clara en su calidad de vida que hasta entonces no habían conocido, un progreso que empezó a normalizar la tierra en sus ámbitos educativos, sanitarios, de comunicaciones… que continuóOtro rey en Las Hurdes 100 años después - almahurdes.com durante el resto del siglo XX en distintos tiempos y grados. Pero cuando el escritor republicano Vicente Blasco Ibáñez lanzó un panfleto denigratorio contra el rey en 1924, los hurdanos no lo dudaron y firmaron un álbum que, aún hoy, se conserva en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid con el título A S.M. el Rey Don Alfonso XIII en testimonio de gratitud y respetuoso cariño los hurdanos, 23 enero 1925.

La primera vuelta al mundo

Juan Carlos por Juan Carlos Rodríguez, historiador

    La primera vuelta al Mundo no fue en 80 días, ni protagonizada por Phileas Fogg, sino que se prolongó durante unos 1080 días (del 20 de septiembre de 1519 al 6 de septiembre de 1522), siendo capitaneada por Fernando de Magallanes y culminada por Juan Sebastián Elcano, ambos almirantes, al servicio de la Corona española. Con dicha afirmación en los prolegómenos de este artículo, que quiere homenajear tan gloriosa empresa, no deseamos ridiculizar una de las obras maestras del escritor francés, Julio Verne, con la que aquel suceso histórico tiene ciertos paralelismos. Sin embargo, es de justicia remarcar una serie de aspectos que por un hecho u otro han sido presa de la distorsión o cuanto menos, del olvido.

Contexto histórico y antecedentes

     Entre finales del siglo XIV y la primera mitad del XV aparecieron una serie de avances técnicos que mejoraron la navegación y posibilitaron las exploraciones transoceánicas. Dentro de ese conjunto de instrumentos, cabe destacar la brújula que, gracias al magnetismo terrestre, indicaba el norte geográfico; el astrolabio, muy útil para la orientación nocturna, ya que mediante la observación de las estrellas se podía triangular la distancia y latitud; y la corredera que, junto a un reloj de arena, permitía calcular la velocidad.

      La evolución de las llamadas “cocas”, embarcaciones medievales, a las naos y carabelas, revolucionarán la navegación. Las carabelas, denominadas así, por su forma de escarabajo, serán capaces de surcar los mares a una mayor velocidad, debido a su ligero casco y al aprovechamiento de los vientos por sus velas, generalmente triangulares. Además, contarán con una gran bodega, esencial para transportar los víveres necesarios en una travesía transoceánica.

Definición de Carabela » Concepto en Definición ABC

  Asimismo, la idea del mundo conocido fue evolucionando y perfeccionándose a través de personajes como Marco Polo o el linaje Cresques, ambos coetáneos del siglo XIV. El mercader veneciano mejorará el conocimiento de la ruta de las Indias y de la cultura asiática, gracias a sus viajes a la Mongolia y China. Los Cresques, de origen judío y afincados en Palma de Mallorca, destacarán como cartógrafos y elaborarán cartas de navegación[1] detalladas que serán codiciadas por los marinos europeos.

         Todos estos progresos tecnológicos serán aplicados por los europeos en la búsqueda de una nueva ruta de la seda o de las especias a raíz de la conquista turca de la ciudad de Constantinopla. La caída de la capital del Imperio bizantino en 1453 será un punto de inflexión, un antes y después en la navegación. La imposibilidad de continuar con la ruta terrestre hacia el extremo asiático, será calificado por algunos historiadores como el inicio del fin del Medievo. Pero no será ni este hecho, ni la aparición de la imprenta el que marcará la entrada en la modernidad, sino el descubrimiento de un Nuevo Continente.

        Portugal y España liderarán y competirán por encontrar un itinerario alternativo. Mientras que Portugal bordeará el continente africano para llegar a Oriente, España dejará en manos de Cristóbal Colón la anhelada ruta. La idea de este último era llegar al Este por el Oeste y, en su periplo chocará con un continente desconocido. Dicha empresa deberá esperar a ser culminada por Magallanes y Elcano que, aunque sin quererlo, logró una recompensa mucho mayor que la buscada. El descubrimiento de América encumbró a la nación española y forjó los personajes más destacados de su historia.

La Proeza

       Durante la conmemoración de esta efeméride (para ser más exactos, el 1 de marzo del 2019) la Real Academia de la Historia emitió un detallado informe sobre los hechos históricos objetivos que demuestran la españolidad oficial de la gesta marítima que culminó con la primera circunnavegación a la tierra. Dicho planteamiento se debió al postulado de las autoridades portuguesas al intentar capitalizar la paternidad de la gesta por ser Magallanes natural de Portugal.[2] En dicho informe se relata cómo Fernando de Magallanes, a pesar de ser portugués por nacimiento, se castellaniza por voluntad propia, abandonando Portugal y cualquier servidumbre con el Rey Don Manuel, debido a los desencuentros con el monarca. Cuando se firman las Capitulaciones de Valladolid[3] (el 18 de marzo de 1518), que regirán la expedición transoceánica, Magallanes ya estaba afincado en Sevilla, donde había contraído matrimonio, además de testimoniar el nacimiento de su hijo y heredero, Rodrigo. Por tanto, será bajo la protección del rey de España, Carlos I, quien sufragará la empresa, con el que acordará los pormenores en las citadas capitulaciones.

     La leyenda negra, abanderada por la coalición angloholandesa, siempre ojo avizor durante los siglos de Oro de la hegemonía española, hoy tiene sus admiradores en aquellos oriundos que repudian su propia patria y cultura. Los mismos que enturbian el pasado de España con medias verdades o auténticas falsedades son los que se enojan al recordar el descubrimiento de las Américas por Cristóbal Colón (1492), del Océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa (1515), de la Antártida por Gabriel de Castilla (1603), o por las conquistas de Hernán Cortés o de Francisco Pizarro, tachándolos de sanguinarios. Pues bien, tendrán que sumar a su lista de agravios el estrecho descubierto por Magallanes al Sur del Cabo de Hornos (1520) que, en su honor, lleva su nombre y divide el Océano Atlántico del Pacífico.

La primera vuelta al mundo: así fue la mayor hazaña marítima de la historia

   La expedición de circunvalación de Magallanes que -no olvidemos- tenía inicialmente como objetivo abrir una ruta comercial con las Islas de las especias por Occidente, partió de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 20 de septiembre de 1519. Estuvo sufragada en un 75% por la Corona y en un 25% por comerciantes burgaleses (entre los que destacó Cristóbal de Haro). Ya durante los preparativos de la expedición, tuvieron que hacer frente a hostilidades por parte de los esbirros Sebastián Álvarez y Álvaro da Costa al servicio del Rey de Portugal, como bien señala la académica Enriqueta Vila Vilar[4]. El rey de Portugal D. Manuel debía de impedir por todos los medios que dicha empresa, capitaneada por el “traidor Magalhaes”, llegase a buen puerto, pues peligraba la exclusividad portuguesa en lo concerniente a la ruta de las especies.

     Doscientos treinta y nueve marineros (de los que ⅔ eran españoles) y 5 embarcaciones: La Concepción al mando de Gaspar de Quesada, La San Antonio, al de Juan de Cartagena, La Victoria al de Luis de Mendoza, La Santiago al de Juan Serrano y La Trinidad al de Fernando de Magallanes iniciaron el trayecto. De ellos, tan sólo dieciocho tripulantes y una embarcación, La Victoria, regresarán.

       La más importante narración y la única completa de la primera vuelta al mundo fue escrita por uno de sus navegantes, el joven Antonio Pigafetta. Nacido en Vicenza, de noble origen, pasó a España en 1518. Pronto trabó gran amistad con Fernando de Magallanes, que le permitió acompañarle en su viaje sin deberes específicos en el grupo de “criados del capitán y sobresalientes”. Radicado en Italia desde 1523, escribió la Relazioni in torno al primo viaggio di circumnavigazione. Con las siguientes palabras relata la travesía:

Durante tres meses y veinte días no pudimos conseguir alimentos frescos. Comíamos bizcocho, aunque ya no era bizcocho sino polvo mezclado con gusanos y lo que quedaba apestaba a orines de ratas. Bebíamos agua amarilla que llevaba podrida muchos días. También comíamos algunas pieles de buey que cubrían la parte superior del patio principal.

    Estos intrépidos marineros recorrieron miles de kilómetros por parajes helados y desiertos, cruzaron por un estrecho que aún hoy es difícil de navegar y consiguieron atravesar el inmenso mar, al que ellos llamaron Pacífico. Siguieron hasta las Islas Filipinas donde Magallanes, en una imprudente escaramuza, murió a manos de los nativos. Entonces, como oficial con más experiencia[5] Juan Sebastián Elcano asumió el mando de la nao Victoria y en esos diez meses que duró la travesía hasta el retorno a España, tuvo que cruzar en solitario el Océano Índico, doblar el cabo de Buena Esperanza, barajar de sur a norte la costa occidental africana y recalar en las islas de Cabo Verde.

El último misterio de Juan Sebastián Elcano

    No hay lugar a dudas en calificar a ese último episodio de periplo; el más duro y exigente de todo lo realizado en los tres años de expedición. Ejemplo de ello fue el paso por el cabo de Buena Esperanza, en el que necesitaron 90 días y en el que la nao Victoria estuvo a punto de hundirse en más de una ocasión, debido a las corrientes y al fuerte temporal, como sostiene el que fue comandante del Buque-escuela de la Armada “Juan Sebastián de Elcano”, el Capitán de Navío Iñaki Paz García[6].

   A su llegada a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522 descendieron de la nao Victoria junto a Elcano y Pigafetta,  Juan de Acurio, Juan de Arratia, Juan de Zubileta, Juan de Santander, Diego Carmena, Vasco Gómez Gallego, Hernando de Bustamante, Miguel de Rodas, el maestre Hans, Antón Hernández Colmenero, Juan Rodríguez, Francisco Rodríguez, Martín de Yudícibus, Francisco Albo, Nicolás el Griego y Miguel Sánchez[7]. En palabras del propio Elcano, todos «flacos como jamás hombres estuvieron».

   Por vez primera se había dado la vuelta al mundo y se había demostrado empíricamente su redondez. La recompensa por tal hazaña para el almirante vasco sería la de una renta anual de 500 ducados en oro y la propiedad de un escudo de armas, en el cual estaba bordada una esfera del mundo a la que acompañaba como lema una leyenda en latín: Primus circumdedisti me (el primero que me circundó)

[1]Las cartas de navegación más extendidas, se denominaban portulanos, y eran manuales en los que aparecían los puertos, accidentes geográficos, distancias o cualquier elemento relevante para la navegación.

[2] https://www.rah.es/informe-de-la-real-academia-de-la-historia-sobre-la-primera-circunnavegacion-a-la-tierra/

[3]Transliteración a cargo de Cristóbal Bernal, DOCUMENTOS PARA EL QUINTO CENTENARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO. LA HUELLA ARCHIVADA DEL VIAJE Y SUS PROTAGONISTAS. Sevilla 2019-2022 pdf

[4]Véase Vila Vilar, Enriqueta: La Primera Vuelta al Mundo, una empresa española. Artículo del Suplemento especial de la Revista Diplomacia Siglo XXI.

[5]Recordemos que Juan Sebastián Elcano se enroló al inicio de la expedición como el “maestre” de la Concepción, es decir, el segundo de a bordo, quien se ocupaba de la maniobra, el personal, los víveres, etc.

[6]Iñaki Paz García ocupó el puesto de Comandante del “Juan Sebastián de Elcano” (julio 2017-junio 2019), y es autor del artículo: La Primera Circunnavegación: una expedición genuinamente española que completó un español genuinamente vasco. «El capitán guipuzcuano Elcano, cuando se haga cargo de los supervivientes de la empresa, no será sobrevenido por las circunstancias, ni seguirá las instrucciones que había dejado escritas Magallanes, como han afirmado algunos, sino que tomará una decisión genuina, la de seguir navegando hacia poniente y no realizar el tornaviaje».

[7] Véase en la Ilustración, la relación de Marineros de la expedición. Archivo General de las Indias.

La batalla cultural de los católicos británicos

antoniomoralroncal (2) por Antonio M. Moral Roncal, historiador

   Las raíces del movimiento cultural conocido como Catholic British Revival se encuentran en la labor desarrollada por el Movimiento de Oxford en el siglo XIX, formado por figuras clave como el cardenal Manning y, sobre todo, el cardenal Newman. Estos intelectuales y sacerdotes argumentaron que el desprecio al católico en la Inglaterra protestante no era más que una consecuencia de un nacionalismo mitificado, fruto de un chovinismo puro y duro, es decir, producto de un desdén hacia quien era diferente, distinto, frente a los esquemas imperantes de lo que debía definir a un británico. Newman afirmó que -tras años de estudio y reflexión personal- el catolicismo era la religión que había mantenido interrumpidamente la fe de los apóstoles en los vértigos de la Historia humana, por lo que su conversión del anglicanismo al catolicismo fue una sorpresa para la rígida sociedad victoriana.

    Newman no fue una figura heterodoxa, pues la apertura de una mejora en la libertad religiosa en las Islas Británicas tras la derrota de Napoleón, el comienzo de una diplomacia más cercana entre Londres y la SantaMovimiento de Oxford - Wikiwand Sede, entre otros aspectos, favorecieron una mayor visibilidad de los católicos en el archipiélago y en su imperio colonial. Contemporáneo a Newman, Coventry Patmore (1823-1896), autor de los poemarios El ángel del hogar (1858) y El eros desconocido (1878) -consagrados al amor humano como símbolo de amor divino- se convirtió al catolicismo, siendo este hecho una de las señas de identidad de numerosos escritores de esa renovación cultural, tanto franceses como británicos, hasta bien entrado el siglo XX. Otro poeta de esta generación, vanguardista y jesuita fue Gerard Manley Hopkins (1844-1889), que destacó por una obra poética que fue aplaudida por encontrarse más cerca del éxtasis que de lo terrenal, pues se evidenciaba su búsqueda desesperada por manifestar aquello que el ser humano debía haber visto en el perdido paraíso terrestre, con la esperanza, sin embargo, de alcanzar el reino de los cielos.

   A diferencia de esta generación, que se enfrentó críticamente al anglicanismo para argumentar su conversión al catolicismo, la que comenzó a formarse en las primeras décadas del siglo XX relegó ese asunto a un término marginal. Los nuevos escritores católicos británicos prefirieron enfrentarse y abordar las grandes cuestiones filosóficas, políticas, artísticas y literarias de su época; como diríamos hoy en día, dar la batalla cultural frente a la imperante oficialmente. Ambicionaron transformar toda la cultura y, por extensión, las estructuras sociales al escribir y debatir sobre el feminismo, la familia, la eugenesia, el capitalismo, los totalitarismos, la persecución religiosa…. Asimismo, tras leer a los intelectuales católicos franceses, confirmaron que no resultaba posible captar la profundidad de la existencia sin atender a la Christopher Dawson (@cdawsonquotes) | Twitterdimensión espiritual de la persona, lo cual trataron de reflejar en sus obras literarias. Pero hubo una característica de la primera generación que la segunda mantuvo: la fuerza de la cadena de conversiones, como la del historiador de la cultura Christopher Dawson (1889-1970), al que el rigor intelectual de Newman le atrajo personalmente, al concluir que ningún converso había realizado nunca una aproximación más cuidadosa y consciente al catolicismo.

   Como católico que analizaba el pasado, para Dawson la cultura -más que la naturaleza- resultaba ser el aspecto básico de la civilización. Concibió la sociedad no tanto como una máquina sino como una persona que estaba además en peligro de muerte, de desaparición, tras la experiencia de la Primera Guerra Mundial. Por ello, en Progreso y religión (1929) escribió que una sociedad que pierde o abandona su religión deviene antes o después en una sociedad que disipa, irremediablemente, sus bases culturales. De ahí la necesidad de investigar la cultura y la religión frente a la historiografía marxista, que consideraba irrelevantes estas cuestiones frente a la lucha de clases, el verdadero motor de la Historia. Frente a quienes defendían la necesidad de estudiar fundamentalmente el conflicto, Dawson opinaba que la creación literaria, artística, filosófica y la espiritualidad debían ser analizadas por quienes se acercaban, con humildad, al conocimiento del pasado para comprender el presente adecuadamente.

    Otro miembro de esta Catholic British Revival fue Robert Hugh Benson (1871-1914), que también fue converso. Hijo del Primado anglicano y arzobispo de Canterbury, su adhesión al catolicismo fue considerado verdaderamente un asunto escandaloso en su época. Escribió La luz invisible en 1903, año en que fue recibido en la Iglesia católica, comenzando una carrera literaria que llegó a estar formada por una veintena de obras de ensayo y narrativa, entre la que destacó Señor del Mundo (1907). En dicha novela, Benson proyectó una sociedad futuraArchivo:Benson 35.jpg - Wikipedia, la enciclopedia libre caracterizada por un humanitarismo que idolatraba al hombre y que, en base a una pretendida tolerancia, abominaba de la religión y despreciaba a los creyentes. Su dirección recae en un líder político mesiánico -un Anticristo relativista- que articula una nueva religión del hombre y del progreso, cuya contrapartida es la persecución de los cristianos, a los que define como fanáticos y clasifica como delincuentes. En un futuro Estado benefactor, donde el progreso científico logra reducir los esfuerzos laborales al mínimo, Benson describía una sociedad que no lograba dotar de sentido las tediosas vidas de los seres humanos, muchos de los cuales optaban por la eutanasia. De esta manera, Benson se anticipó a la conocida e impactante novela Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932), donde también se desarrollarían estas pesimistas visiones de un futuro desalentador y deshumanizado. En todo caso, ambas obras continúan siendo de una neurálgica actualidad a comienzos del siglo XXI.

   Si Newman impactó en Dawson, Benson influyó en la conversión de Ronald Knox (1888-1957), hijo también de un pastor anglicano. Como su amigo Charles Hollis y el editor del Dublin Review, Algar Thorold, su compromiso religioso le llevó finalmente a convertirse en sacerdote católico. Escribió El credo de los católicos (1927), Que se deleiten los señores (1939) o Dios y el átomo (1945). Y, continuando la cadena, Knox influyó en las conversiones de los conocidos escritores G. Chesterton y E. Waugh, así como en la del poeta antibelicista S. Sasson.

   Evelyn Waugh (1903-1966) es uno de los escritores más conocidos, a nivel mundial, por su obra Retorno a Brideshead: las memorias sagradas y profanas del capitán Charles Ryder (1945), debido a su traslación a una Merienda de negros (1932) / Por: Evelyn Waugh (1903-1966) | Mecánica Celesteserie de televisión producida en 1981 y a una película en 2008. Si bien sus guionistas se centraron en describir el canto del cisne de la aristocracia británica y del mundo de la alta sociedad de entreguerras, en la novela queda claro el decisivo papel del catolicismo, de la gracia y de la conversión religiosa. No solo aflora entre sus líneas la relación con Dios, sino que ésta protagoniza la novela, orientando tanto su inicio y desarrollo como final.

   En la obra literaria de Gilbert K. Chesterton (1874-1936) destacaron sus series de novelas policíacas protagonizadas por el padre Brown, algunas de las cuales se llevaron al cine y el medio televisivo. Pero también tuvieron su importancia Ortodoxia, El hombre eterno, así como las biografías sobre San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino. La editorial Sheed & Ward tuvo una relevancia clave en la difusión de su obra, alG.K. Chesterton | ACANTILADO demandarle no escritos meramente piadosos sino literatura de calidad, ensayos sustanciosos, ágiles y atractivos de leer. Como señaló la crítica, en el corazón de la visión del mundo chestertoniana late su alegría vital, fruto de contemplar la vida no solo como un placer sino también como un privilegio; de ahí la dureza de Chesterton con aquel que se muestra escéptico y con el suicida. Y es que, para este escritor, al tener a Dios como padre, el mundo resulta ser una patria inteligible, dotada de sentido, por lo que no cabe ni el abandono de la vida, ni la desesperación ni la continua desconfianza.

   Político del Partido Liberal desencantado con la vida política, Hilarie Belloc (1870-1953) debe ser también incluido en esta generación. Dirigente de la Oxford Union, fundó periódicos incómodos para el poder establecido como The Eye Witness. Intentando influir en las masas para propiciar una mejora social, defendió una teoría distribucionista en su ensayo El Estado servil (1912). Según su concepción, la tierra y la ▷ ¿Por qué hay que leer a Hilaire Belloc? | BalmesLibreria.compropiedad de los medios de producción debían distribuirse lo más ampliamente posible entre la población, al contrario que el capitalismo y del socialismo, donde la propiedad queda en manos o de una minoría o del Estado. Frente a los aspectos más negativos de la industrialización sin alma y del urbanismo alienador, defendió la opción de un retorno al campo y a la economía familiar. En El camino de Roma (1902) creó un rompedor libro de viajes que incluía diálogos entre el autor y un lector ficticio, dibujos, signos, mapas, partituras…; practicó el género biográfico en sus acercamientos a las figuras de la reina María Antonieta, el cardenal Richelieu, Robespierre, Luis XIV, Napoleón, Cromwell, entre otras. Asimismo, frente a la concepción marxista y jacobina imperante sobre el ciclo revolucionario iniciado en 1789 escribió Reflexiones sobre la Revolución Francesa y frente a la visión negativa sobre la Edad Media, Las Cruzadas.

  Finalmente, debemos citar a Graham Greene (1904-1991), cuya conversión se realizó en 1926. La vivencia extraterritorial del catolicismo y la preocupación por la fe -o por sus restos en un mundo descreído- surgen en toda su obra, sobre todo en sus cuatro novelas más famosas: Brighton, parque de atracciones (1938), El poder y la gloria (1940), El revés de la trama (1948) y El fin de la aventura (1951). No por ello descuidó su estilo literario, caracterizado por el rechazo a la abundancia de detalles nimios en las ficciones policíacas (horarios, huellas, trucos…),Graham Greene, el tercer hombre. - LOFF.IT Biografía, citas, frases. privilegiando el debate psicológico y moral de los personajes. El poder y la gloria -llevada a la gran pantalla en 1961- narró la vida de un sacerdote en el México revolucionario del presidente Calles, que era todo menos un modelo de virtudes católicas. El protagonista resulta ser un ejemplo de los defectos que los anticlericales denunciaban continuamente, pero sus acciones lo redimen, al estar guiadas por medio de dos virtudes capitales: la caridad y la humildad. Y así, a pesar de la fragilidad del enviado, el mensaje cristiano se extiende, pues –para Greenelas miserias humanas no hacen sino resaltar el poder y la gloria de Dios. El protagonista muere al intentar acudir a confesar a un bandido, pero un nuevo sacerdote acude a su parroquia para continuar su obra.

  En la actualidad, cuando se plantea la batalla cultural contra el pensamiento único, cabe recordar el ejemplo de todos estos intelectuales que apostaron por la renovación cultural católica en un mundo marcado por la crisis de Occidente, los desastres de la guerra en los dos grandes conflictos mundiales y la amenaza de los totalitarismos (comunismo, fascismo y nazismo). Ellos no se desalentaron.

El modelo histórico de la monarquía

  La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es suarez-2-2.jpg  por Luis Suárez, historiador

    Fue a comienzos del siglo XI cuando Alfonso VII, rey de León, hizo coronarse emperador de las Españas (imperator totius Hispaniae). Desde la centuria anterior, los monarcas astur-leoneses aspiraron a restaurar el antiguo reino visigodo que perdiera el rey Rodrigo en el 711 frente a las armas musulmanas. Con aquel título daba a entenderse la subordinaciónFile:Alfonso VII el Emperador, rey de Castilla y León.jpg - Wikimedia  Commons de los demás reinos cristianos peninsulares a la auctoritas imperial. Su principal cometido residiría en la defensa de la fe, íntimo fundamento de la unidad hispana desde el III Concilio de Toledo, coordinando la pluralidad de potestades de los distintos reyes y príncipes (Castilla, Navarra, Aragón, condados catalanes). Con la muerte de Alfonso VII en el campo de batalla se desvanece esa autoridad imperial que confirmará un sistema de monarquía basado en cinco reinos, cada uno de los cuales asumiría la responsabilidad de la defensa de un fragmento de frontera del que fuera el viejo reino hispano-godo. Se conserva, pues, una conciencia de unidad, favorecida por la definitiva adopción del Derecho romano Justiniano, que proporcionaría un modelo de objetivación del poder, todavía rudimentario. De este modo, la soberanía correspondería al reino que la depositaba en el monarca, y el acuerdo jurídico que permitía la preservación de las costumbres sometidas siempre al orden moral.

    La presión ejercida por la nobleza sería aprovechada por Alfonso IX de León a partir de 1188 para desarrollar dichos principios. La posibilidad de que aquella se uniera a su parentela castellana para estorbar el gobierno del rey, hizo que éste dispusiera que las ciudades y villas enviaran sus representantes –llamados procuradores− al Aula Magna, encargada de fijar su derecho. Pronto recibió el título de Cortes, acogiendo a las ciudades junto con el clero y la nobleza, mitigando en Cortes de Castilla - Wikipedia, la enciclopedia librecierto modo su poder, al dar entrada al común o estamento llano de la sociedad. La asamblea asumió tres funciones básicas: fijar y acordar impuestos, establecer el valor de la moneda y promulgar las leyes. Puede decirse que así se reconocía a todos los súbditos la libertad que significaba el vasallaje. De hecho, villas y ciudades eran consideradas el resultado de esa libertad ofrecida por la Reconquista a los moradores que poblaran los nuevos territorios. Las cartas poblacionales regularían sus derechos y libertades. Fueron los concejos de vecinos por medio del alcalde quienes asumieron la administración de justicia de acuerdo con las leyes del reino y su propio fuero. El vecindario sólo lo conformaban los propietarios que vivían de sus rentas con absoluta libertad. Con el tiempo las familias mejor situadas se harían con el gobierno de las ciudades ostentando el cargo de regidores.

    En este contexto, todos los teóricos de la monarquía esgrimieron una razón fundamental en su misión: la custodia de la res pública (los asuntos públicos) para favorecer el camino de la virtud con la que ganar el bienestar temporal y la salvación eterna. Las famosas Siete Partidas de Alfonso X, el Sabio, rey de Castilla y León, son muy clarificadoras al respecto:

Vicarios de Dios son los reyes de cada uno en su reino, puestos sobre las gentes para mantenerlas en justicia y en verdad en cuanto a lo temporal, bien así como el emperador en su imperio. Y esto se muestra cumplidamente de dos maneras: la primera de ella es espiritual según lo mostraron los profetas y los santos, a quienes dio nuestro Señor gracia de saber las cosas ciertamente y deBiografia de Alfonso X el Sabio hacerlas entender; la otra es según naturaleza, así como mostraron los hombres sabios que fueron como conocedores de las cosas naturalmente. Y naturalmente dijeron los sabios que el rey es cabeza del reino, pues así como de la cabeza nacen los sentidos por los que se mandan todos los miembros del cuerpo, bien así por el mandamiento que nace del rey, y que es señor y cabeza de todos los del reino, se deben mandar y guiar y haber un acuerdo con él para obedecerle, y amparar y guardar y enderezar el reino de donde él es alma y cabeza, y ellos los miembros.

    Con la doctrina contenida en la norma legal, el rey abrió el paso a un modelo asentado sobre dos puntos clave: primero, la importancia de la monarquía dependería de su grado de amparo, siempre ajustado a la conciencia cristiana; segundo, la consolidación del Estado precisaría del cumplimiento de un pacto entre el rey y el reino, referido siempre a las leyes y libertades que el monarca ha de jurar, intercambiándose la recíproca obediencia.

    En la Corona de Aragón las diferencias no residían en la concepción o idea de la monarquía, igual que la castellanoleonesa, sino en el sistema de organización territorial derivado de su proceso de expansión. Con la conquista de Baleares y Valencia en el siglo XIII, Jaime I inauguró la plataforma de lo que serían los dominios mediterráneos más allá del Jaime I y sus consejeros militares durante la conquista de Mallorca |  artehistoria.comámbito español. Tanto él como sus sucesores prefirieron optar por la creación de nuevos reinos, con estructura institucional propia. Si en Castilla se consolidaron las Cortes, únicas para toda la Corona, impidiéndose la división territorial, la Corona de Aragón aplicó el Privilegio General que defendía las costumbres de cada reino y obligaba al rey a convocar sus correspondientes Cortes. Prevaleció el principio de la Unión de Reinos bajo un mismo soberano. Modelo que confirmarían los Reyes Católicos y sus descendientes de la nueva dinastía de los Habsburgo.

    A lo largo de este itinerario, queda claro que la monarquía ha sido y es una forma de Estado y no un simple régimen político. De ahí que haya podido amparar y promover diversas formas de gobernar según las necesidades de cada tiempo histórico. La monarquía, pues, no consiste tanto en la defensa de la sucesión hereditaria de una dinastía, cuanto en un pacto de entendimiento entre el reino (la comunidad política) y el rey, su representante. Para presidir dicho diálogo debe actuar el derecho por medio de la ley, expresión de los usos y costumbres heredados como un patrimonio con sujeción al orden moral. Esta ha sido la constante de un modelo forjado en la Edad Media, impidiendo o limitando fórmulas arbitrarias o despóticas, y desarrollando otras más acordes con dicho origen, como el de la mayor parte de las monarquías constitucionales contemporáneas.

El valor del trabajo en la historia

 por Luis Suárez, Real Academia de la Historia

     Desde el siglo XIX vienen predominando dos corrientes de pensamiento que han influido hasta nuestros días en la concepción del trabajo: el capitalismo y el marxismo. Las dos lo han considerado como una función exclusivamente económica dentro del proceso de producción. Existe, pues, un punto de coincidencia: su materialismo. En este sentido, el capital −o inversión para la ganancia− condiciona a las personas en sus relaciones laborales. La discrepancia de su discurso radica en la manera y los medios de obtener beneficios a gran escala. ¿Es el empresario quien los dispone según la oferta y la demanda del libre mercado? (tesis capitalista) o ¿son los trabajadores quienes, representados por el Estado, organizan la producción con arreglo a las necesidades colectivas? (tesis marxista).

         Mucho antes de la irrupción de estos planteamientos, Occidente se nutrió de la aportación de la cultura helenística griega (siglo IV a.C). Durante esta época la actividad humana se dividía en dos grandes sectores; por un lado, aquellos de estricta utilidad práctica y servicio (banausia) y, por otro, los relacionados con la creatividad como la estética, la ciencia o el pensamiento. Éstos últimos fueronEconomía en la antigua Grecia los que suscitaron mayor aprecio; sobre todo tratándose de una valoración por parte de quienes desarrollaron estas artes. El mismo Platón infravaloró los oficios manuales, calificando a sus agentes de banausus. Una palabra que podría estar en la raíz del vocablo banal; dicho de aquello trivial, sin importancia o de escaso interés. Es por eso que las minorías intelectuales del mundo griego preferían atribuir a los bárbaros los inventos técnicos, reservándose para ellos las ciencias especulativas como la filosofía en su empeño por alcanzar la sabiduría.

    Por su parte, los romanos establecieron una tajante diferenciación entre aquellas labores propias de esclavos (trabajos serviles) y las reservadas a los ciudadanos libres. Aún permanece en nuestros días ese recuerdo cuando denominamos profesiones liberales a algunas actividades humanas. Efectivamente, entre los Los artistas romanos.grupos sociales de la Roma Antigua eran los plebeyos quienes se dedicaban a la artesanía, al comercio y a la inversión; que ensalzaron y presentaron como un valor para la sociedad. Mientras tanto, los patricios o nobles mostraron su menosprecio. Seguían las enseñanzas de los clásicos griegos, que atribuían a los oficios un impedimento para el progreso de la virtud, necesaria para los llamados a gobernar. De este modo, la reserva hacia los trabajos manuales no era generalizada y, en todo caso, se fundaba no tanto en el rechazo a esa actividad propiamente dicha como al vínculo de dependencia que podía generar para la subsistencia de muchos.

      En la cultura judeocristiana se observa otra dimensión con respecto al trabajo. De acuerdo con su religión, Dios habría encomendado a los primeros seres humanos el cuidado de la Creación, tal como refiere la Biblia en el Libro del Génesis (2, 15). Con la construcción de la Cristiandad en Europa se produjo un fenómeno en el que se entrecruzaron las influencias que hemos mencionado. Algunos Padres y Doctores de la IDetalles curiosos del 'Jardín de las Delicias' de El Boscoglesia interpretaron el texto sagrado desde una doble óptica. La primera incidiría en el acto creador de Dios destinado al bien del hombre, que lo guardaría en su Providencia trabajando para su salvación. La segunda, mucho más recurrente, subrayaría la misión de la persona humana en la custodia del universo, revirtiendo en beneficio propio al preservarle de la ociosidad y de las pasiones desordenadas. En este sentido, las primeras comunidades monásticas no dudaron en tomar la agricultura −catalogada como el más servil de los trabajos− como uno de los menesteres de los monjes en esa tarea de garantizar el sustento físico (el alimento) y espiritual (fomento de la virtud frente a los vicios de la desocupación). De este modo, siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret (Dios hecho hombre), que aprendió el oficio de carpintero que le enseñara quien ejerciera como padre −José− hasta el inicio de su predicación, los monjes también venían a declarar el valor y dignidad de cualquier trabajo que se insertara El Cister, la orden "anticorrupción" de la Edad Mediadentro del plan divino. Es por este motivo que en la regla de la orden religiosa que fundara san Benito en el siglo VI, iba a subyacer la divisa ora et labora (reza y trabaja) que la hiciera conocida por todos; sobre todo con la reforma del Císter. La vida del claustro anticipaba así la imagen celestial en la que la oración y el trabajo manual se armonizarían conforme a la obra creadora de Dios.

      Esta visión del trabajo revolucionó a la entonces predominante. Sin embargo, pronto se presentaron las resistencias por parte de unas élites que buscaron el modo de mantener la vieja distinción del pasado. La nobleza, por ejemplo, alegó que estaba exenta de los oficios mecánicos y de la tributación por el servicio armado que prestaba. También la Iglesia experimentó cambios con movimientos que abundaron en la excelencia de la contemplación incompatibilizándola con las dedicaciones manuales. A pesar del interés de los humanistas del siglo XVI por promover −también desde los ámbitos laicales− la cultura cristiana y sus implicaciones en el mundo moderno, el tratamiento del trabajo no se retomó con fuerza hasta la Ilustración.

     La confianza en la razón y el anhelo de progreso como instrumentos para un mayor acceso al bienestar y a la felicidad que éste pudiera implicar, hicieron que los ilustrados del siglo XVIII alentaran la recuperación de los oficios mecánicos y mercantiles, asociados a la utilidad, para estimular la producción y la consiguiente ganancia económica. Tanto la fisiocracia, que aseguraba que la riqueza de las naciones radicaba en la agricultura, como el liberalismo, que postulaba el interés y la iniciativa individual como premisa para el crecimiento económico, aBenito Jerónimo Feijoo - Wikipedia, la enciclopedia librepuntaban a la necesaria rentabilidad. En el mundo hispánico, los principales ilustrados (Feijóo, Campomanes y Jovellanos) aceptaron los principios de la ciencia moderna sin por ello renunciar a los basamentos católicos. Es más, todos éstos anteponen los presupuestos morales –el cultivo de la virtud (incluida la de religión)− como fundamento para conseguir la felicidad humana y causa que habrá de estimular el desarrollo ordenado de la ciencia y el progreso. En este nuevo contexto, Feijóo −monje benedictino y profesor en la Universidad de Oviedo− divulgó una de las ideas nucleares de su Orden, según la cual todo trabajo humano resultaría honorable u honroso; no por su naturaleza manual o intelectual, sino en tanto conducente al servicio de Dios (cooperando en su obra creadora) y, en segundo término, al provecho de la nación. Por su parte, Campomanes −formado en esos parámetros− incidiría en los aspectos prácticos al fomentar la industria mediante la liberalización del sector para estimular su competitividad y dinamismo. En continuidad con esta línea, Jovellanos propondría cambios en la Gaspar Melchor de Jovellanos (Author of El Delincuente Honrado)propiedad agraria con los mismos fines. No se trataba tanto de enajenar los bienes de la nobleza ni de la Iglesia, como de acabar con los señoríos, es decir, permitir que sus titulares pudieran disponer de ellos para su venta en lo que se necesitara para garantía de su rentabilidad. De este modo, la legitimidad o fuerza moral de la nobleza debía residir en el mérito y la virtud, demostrada en el trabajo de inversión económica del que derivaría el beneficio para su propio linaje, al tiempo que servía al progreso del país.

     Esta relación entre el orden moral y la técnica (científica, económica, etc.) fue diluyéndose a medida que se impusieron las ideologías materialistas anteriormente mencionadas. Y es que cuando el único criterio de verdad es la eficiencia y la utilidad, se niega el desarrollo humano al no considerar a la persona en laLa Salud Laboral será obra de los propios trabajadores globalidad de su ser. Muy recientemente el Papa Francisco ha insistido en ello: no se atiende ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si no son “útiles” para la sociedad o la economía, obsesionadas por reducir costes. Ciertamente, no estamos hablando de objetos. En este sentido, el trabajo debe ser realmente un medio para dignificar a las personas que lo realizan y a quienes se dirige. Ésta ha sido una de las grandes contribuciones del catolicismo a la cultura occidental, especialmente acreditada por su magisterio reciente. Por eso, no cabe considerar como trabajo aquellas ocupaciones que degradan a la persona (apartándola de la virtud), por mucho que entren en la dinámica de la oferta y la demanda.

      Es claro que, al visualizar los efectos de la crisis por la pandemia del coronavirus, tendríamos que interrogarnos acerca del modelo socioeconómico que queremos construir. Sin una concepción antropológica adecuada de lo que es en verdad el ser humano, difícilmente daremos con un sistema acorde con la dignidad de la persona, esto es, que mire a su bien en sintonía con el orden moral.

La educación pública en la América hispana

 por Víctor Zorrilla, filósofo

   Al igual que Domingo F. Sarmiento, Vasconcelos puede considerarse esencialmente un educador. Sin demérito de su calibre intelectual, ambos pensadores dedicaron sus mejores esfuerzos no a la discusión en los ambientes eruditos o científicos de su época sino a la educación de sus compatriotas. Entendieron que la labor de un intelectual público en Iberoamérica debe consistir no solo en el debate de las ideas o temas del momento sino también, y sobre todo, en la elevación de las masas, asumiendo ambos cabalmente esta responsabilidad.

    En continuidad con el tema considerado anteriormente [ver aquí], me centraré en otro punto de interés del casi centenario libro de José Vasconcelos, Indología (1926): su discusión sobre la educación en el mundo hispanoamericano. Me centraré aquí en el periodo colonial, dejando para futuras entregas la historia posterior.

    En su tratamiento de la educación pública, Vasconcelos parte de la historia de Quetzalcóatl. En algunas mitologías prehispánicas, se identificaba a Quetzalcóatl con un personaje ilustre que, venido de lejos, enseñó las artes y reformó las costumbres. Distinguióse por suQuetzalcóatl - Wikipedia, la enciclopedia libre virtud y su ciencia. Reuniendo discípulos, desarrolló las industrias y mejoró la convivencia. A la postre, el pueblo le entregó el poder para que organizara el estado y dirigiera la educación. Se dio entonces un periodo de claridad, una edad de oro de la cual procedió lo bueno que tuvieron los aztecas.

    Posteriormente, sin embargo, la influencia de Huitzilopochtli, el dios sanguinario, prevaleció de nuevo, hundiendo a la sociedad azteca en la locura homicida de su etapa final. En tiempos de Moctezuma, la derrota de Quetzalcóatl era definitiva. No había instrumento del estado que asumiera la función educativa, ni colegios civiles o religiosos. La crueldad era la ley. No podía Por qué Moctezuma II bailó vestido de mujer? | Muy Interesantedesarrollarse la cultura, la industria ni el espíritu de invención allí donde todo quedaba a merced de la fuerza y servía a los intereses de una casta de guerreros ignorantes y sanguinarios. Estos —los caballeros tigres y los caballeros águilas, antecesores de los caudillos— desterraron a Quetzalcóatl, arrojándolo al mar de donde había venido. Sobre los escombros de las escuelas y de las artes levantaron el símbolo de la macana destructora, figura de la espada de ayer y del rifle de asalto de hoy.

   El mito de Quetzalcoátl constituye para Vasconcelos un testimonio de la antigüedad del esfuerzo por redimir a las poblaciones americanas de la miseria y la ignorancia. El culto que inspira la memoria del personaje se le ofrece como un motivo de esperanza. El ideal que este representa ha sido asumido y perseguido por personas y grupos desde entonces, aunque nunca con éxito cabal ni duradero.

En realidad, la educación pública como esfuerzo organizado y sistemático se inicia en el continente americano —sostiene Vasconcelos— con el trabajo de los misioneros católicos. La orden franciscana, vigorosa y pura tras su renovación en Europa; la orden dominicana aún no manchada de intransigencia; y más tarde la orden jesuítica, antes de que la perdiera la sed de poder, son las Facebookprecursoras y fundadoras de la cultura hispanoamericana. Además de propagar una fe religiosa, los misioneros enseñaron a leer y a escribir, difundieron un idioma, transmitieron las técnicas europeas y llevaron a cabo una labor social cuyos efectos perduran. Su mérito resalta aún más si se considera el estado de las poblaciones en las que desarrollaron su labor. Generalmente, el misionero —formado casi siempre en las mejores universidades europeas— se las había con salvajes muy primitivos como los californios, o bien con masas tan decaídas por la larga servidumbre que rara vez conocían otro oficio que el de suplir a las bestias de carga, inexistentes en la América precolombina. Ni la baja condición material y cultural de las poblaciones, ni la falta de instrumentos, ni el desierto y la pobreza de algunas tierras amedrentaron a los misioneros. Vasconcelos alega que hay regiones que nunca recuperaron su prosperidad desde que ellos tuvieron que abandonarlas.

   El misionero se adentraba en la tierra desafiando el justo rencor de las poblaciones recién ofendidas. Tenía que vencer el recelo, el prejuicio, la indiferencia y después la incapacidad de la gente y los obstáculos de la tierra. Debía empezar por construir casa, pero, como era hombre en grande, en lugar de acomodar sus necesidades a la choza se determinó a construir paredes en el desierto. Desde California hasta Argentina se conservan ejemplares de esta arquitectura sólida, bien arraigada en un medio precario y hostil.

    Además de la vivienda, el misionero hubo de resolver el problema del sustento. Tampoco aquí se conformó con los peces de las lagunas, la caza del monte ni los frutos del campo. El misionero se sabía portador de una cultura que hizo arraigar en su nuevo hogar, cultivando cereales, frutas y legumbres en regiones donde nunca antes se había practicado la agricultura. Las vides que después enriquecieron a California y a Chile fueron plantadas, originalmente, por manos misioneras. Paralelamente, el misionero importó animales domésticos y enseñó al indígena su cría. Algunas bestias suplementaron la alimentación o aportaron material textil. El burro, por su parte, permitió al menos iniciar la liberación del indio de la más dura de sus faenas.

Los misioneros de Baja California, los emprendedores del vino en Suramérica. - CataDelVino.com

    En la misión, el día se empleaba en las tareas del campo y en el trabajo de albañilería. Al caer la tarde, la misión se convertía en escuela donde se enseñaban artes y oficios, música, letras y religión. Periódicamente, la misión servía de fortaleza para la defensa contra las tribus insumisas, debiendo luchar por su existencia. Tras el asalto, y después de curar a los heridos, los prisioneros —fusilados en épocas posteriores, en otros contextos— eran educados, convertidos e incorporados a la vida de la comunidad. Vasconcelos recuerda que en las escuelas de Vasco de Quiroga, fundadas cuatro siglos atrás en Michoacán, se enseñaban oficios de los cuales aún viven los indios. En su labor como educador, Vasconcelos reconoce haberse inspirado, así, en “los lineamientos de una escuela útil al pobre y capaz de remover todas las capacidades de una raza”[1].

    Se ha acusado a los misioneros de acabar con las culturas indígenas al derruir sus monumentos —cuando los había— y extirpar sus tradiciones. Desde luego —admite Vasconcelos—, mucho destruyó la ignorancia y brutalidad de los conquistadores, al igual que el celo excesivo y estrecho de algunos religiosos. Sin embargo —recuerda—, lo que se ha salvado, se salvó gracias a los predicadores. Más aún, las investigaciones que muchos de ellos realizaron de las lenguas y culturas indígenas han fungido como fundamento de cuanto se ha estudiado al respecto desde entonces.

    Por lo demás —alega Vasconcelos—, es imposible destruir una cultura si esta es vigorosa, sobre todo a través de la conquista militar. Cuando un conquistador que no trae más que violencia triunfa frente a una cultura superior a la suya, suele ser absorbido o, al menos, influido por ella. Vasconcelos cita los ejemplos de China e India, sofisticadas culturas que supieron civilizar a sus invasores. Ahora bien, en la temprana modernidad, casi nada había comparable con la cultura europea del renacimiento. En la primera mitad del siglo XVI, España era en muchos aspectos la avanzada de esta cultura, entre cuyos representantes y promotores se encontraban los frailes misioneros. Es cierto que las cosmovisiones indígenas fueron reemplazadas o, por lo menos, severamente modificadas[2]. Vasconcelos sostiene que tal reemplazo se hizo con ventaja. De no haber sido así, el indio americano quizá habría tenido que retirarse a reservas al estilo anglosajón, o hubiera sido objeto de perpetua sumisión y de exterminio periódico como en algunas colonias europeas del momento. En el mejor de los casos, el indio viviría aislado en las serranías y desiertos, sin acceso a la sociedad y la cultura de las que hoy participa y a las cuales enriquece.

    Si la preclara labor de los misioneros carece de paralelo y no ha sido superada en América, ni quizá en lugar alguno, ¿por qué no consiguió, al fin, vencer el atraso y la ignorancia? Las misiones desaparecieron después de algunos siglos de admirable labor, dejando atrás semilla excelente, pero no una obra culminada. Vasconcelos considera que la inmensidad misma de la tarea agotó a varias generaciones de apóstoles, dejando el proyectoJesuitas, fuera de aquí: el día que España dio la patada a los progresistas inconcluso. A la decadencia del personal se agregaron las trabas burocráticas y la avaricia de terratenientes y funcionarios. El golpe de gracia lo dio la expulsión de los jesuitas en 1767. Por su parte, el clero secular rara vez tuvo una relación ejemplar con los indios. Y la administración española mal podía proveer de escuelas a las colonias cuando no las proveía a la metrópoli.

    A pesar del abandono en que cayó la educación popular en los últimos años del virreinato, a lo largo del siglo XVIII florecieron ilustres universidades y colegios de segunda enseñanza. En Perú, Ecuador, Colombia y México hubo grandes edificios —a los que tenía acceso el criollo lo mismo que el indio— en los que se cultivaban las humanidades, las ciencias, la arquitectura, la literatura y la música, y donde se produjeron obras y publicaciones que se cuentan entre las más importantes de la historia intelectual de Hispanoamérica. Se ha acusado a tal educación de estrechez doctrinal e intolerancia. Aun así, los próceres de las independencias proceden casi todos del colegio español. “Nuestros libertadores —señala Vasconcelos— tomaron de dichos centros el nervio de su pensamiento, el hálito generoso y universal de sus doctrinas y la intención humanitaria de sus sacrificios”[3]. También es verdad que estas instituciones no consiguieron divulgar la cultura entre las masas populares. Pero ¿cuáles otras de la época acertaron a hacer tal cosa? En cambio, sin los Institutos de Ciencias, las universidades y los seminarios, Hidalgo, Morelos, Sucre y Santander hubieran sido poco más que analfabetos.

    El tratamiento vasconceliano de la educación en el periodo colonial posee la virtud de rescatar los elementos valiosos de la misma sin ignorar sus deficiencias. Como hombre de acción —fue el Nace la Secretaría de Educación Pública - Gaceta UNAMprimer Secretario de Educación del México postrevolucionario—, Vasconcelos se inspiró en el ideal misionero de una escuela que proporcionara al pobre medios de vida a través del aprendizaje de oficios y que, además de formarlo intelectualmente, desarrollara su sensibilidad estética. Tocaremos este aspecto de la labor vasconceliana en una entrega posterior.

[1] José Vasconcelos, Indología. Una interpretación de la cultura ibero-americana, Agencia Mundial de Librería, Barcelona, s/d [1926], p. 143. “Por muy numerosos que sean ya los elogios que se han hecho de la labor de estos varones ilustres [los misioneros] —sostiene Vasconcelos—, nunca se habrá dicho bastante. Se les podría tomar como modelo para el fomento de la civilización en cualquier región de la tierra, y entre nosotros no creo que sea posible ni atinada una labor educativa que no tome en cuenta el sistema de los misioneros, sistema cuyos resultados no sólo no se han podido superar, pero ni siquiera igualar”. J. Vasconcelos, Indología, p. 141.

[2] “En nuestras tierras, por desgracia, no había elementos para competir, mucho menos para sobreponerse a una civilización cristiana”. J. Vasconcelos, Indología, p. 144.

[3] J. Vasconcelos, Indología, p. 146.