Portugal en la monarquía hispánica

Álvaro Sureda (2) por Álvaro Sureda, historiador

Reinos paralelos

   A pesar del surgimiento como reino independiente en el año 1139, el reino de Portugal siempre ha tenido una gran unión con los demás reinos hispánicos, especialmente con Galicia, León y Castilla. Debido a su proximidad y al emparejamiento de la nobleza portuguesa con la castellana encontramos un gran número de enlaces matrimoniales, cuyo objetivo principal era el de establecer una paz duradera y de mutuo beneficio. Si bien en algunos momentos, como en los inicios, las disputas en la conquista de América o el intento de invasión del reino de Castilla para asentar en el trono a la reina Juana, apodada la Beltraneja, tuvieron sus tensiones, vemos que las buenas relaciones entre ambos reinos estuvieron bien asentadas. Algunos autores como Lynch no dudan en calificarlas de mutuo beneficio: “Luego de la primera competición por el Imperio, los dos países habían encontrado un modus vivendi por el que España se concentraba en América y Portugal en el Océano Índico. Así, sus economías imperiales fueron complementarias: Portugal, cuyo imperio era esencialmente comercial, necesitaba del oro y de la plata americanas para fines de cambio; España, por su parte, tenía que comprar pimienta, especias y sedas de las Indias Orientales portuguesas, de que estaba falta su propio Imperio”[1]. Por otro lado, gracias a lasBiografia de Los Reyes Católicos políticas exteriores de los Reyes Católicos, en concreto con las uniones matrimoniales de sus hijos, se estuvo muy cerca de conseguir de nuevo la unificación de ambos territorios bajo un mismo monarca. Miguel de la Paz, nieto de los Católicos, será el destinado a ocupar el trono, pero con sólo dos años de edad morirá, haciendo que la unión no sea posible hasta más tarde en la persona de Felipe II.

La cuestión hereditaria

   Aunque Felipe tuviera que recurrir a las armas, la posibilidad del gobierno se justificó en base a un poder de herencia. La oportunidad Retrato del rey Sebastián de Portugal por Cristobal de Morais. 1571-1574. Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa.llegó en 1578, cuando el monarca de Portugal, Sebastián, murió en una campaña suicida en Alcazarquivir. El soberano portugués intentó la conquista de Marruecos con el objetivo de convertir a los musulmanes al cristianismo. Sin embargo, la falta de experiencia, el calor abrasador y la falta de suministros, convirtieron la campaña en un desastre. No sólo se perdió al monarca, que no dejaba un heredero a la corona, sino que el gran número de nobles que fueron capturados hizo que la economía portuguesa se viera bastante resentida. “Fue sucedido por su tío-abuelo el cardenal Enrique, el último hijo legítimo superviviente de Manuel I; el reinado de este anciano epiléptico no podía pasar de ser un compás de espera, mientras el problema sucesorio seguía por resolver.”[2] Kamen, citando a Danvila y Burguero, señala que el cardenal Enrique, que “tenía 67 años, estaba sordo, medio ciego, desdentado, senil y lo aquejaba la tuberculosis. Según informaba Moura, se hallaba medio muerto de miedo por la designación real”[3].

   Felipe, como hijo de la emperatriz Isabel, era quien tenía más opciones de ocupar el trono portugués, tras la muerte del cardenal. Sin embargo, eso no le convertía en el único candidato. Otras figuras importantes de los reinos europeos podían aspirar al trono. Algunos de ellos eran la duquesa de Braganza, Catalina de Médicis, reina madre de Francia, el Duque de Saboya, Ranucio Farnesio o Antonio Prior de Crato, hijo ilegitimo del rey Manuel. Lynch afirma que para poder llevar a cabo dicha empresa y poder asegurarse la legitimidad del trono, Felipe recurrió a todo tipo de maniobras como echar mano de los “juristas y teólogos españoles para demostraran la justicia de su causa, por medio de sus agentes en Lisboa y de su nobleza en la frontera luso-española se dirigió al público portugués, en especial a la nobleza y a los procuradores de las Cortes, con una serie de mensajes que contenían una mezcla de adulación, promesas y amenazas y casi siempre una alusión al poder militar español. Envió a Lisboa a su especialista en asuntos portugueses Christovão de Moura, cuyo inteligente uso de la riqueza –sobre todo, de las promesas de dinero- logró agrupar a un partido hispanófilo. Felipe también se aprovechó de la colaboración de los jesuitas, que ejercían gran influencia en Portugal y no en último lugar sobre el cardenal Enrique”[4].

   Desde un principio la lucha por el trono quedó reducida a doña Catalina de Braganza, Felipe II y el Prior de Crato. La prioridad del derecho entre los dos primeros era dudosa y por tanto discutible; pues si la de Braganza era descendiente de don Manuel por línea masculina y Felipe II por línea femenina, en cambio, éste por ser varón podía alegar mejor derecho que doña Catalina. La pretensión de Crato jurídicamente no tenía ningún valor, pero la opinión popular sí le demostró simpatías[5].

   Por su parte, la posición que ocupaba la duquesa de Braganza fue malograda por la ineptitud de su esposo el duque, al que entregó la gestión del asunto y quien logró en breve tiempo granjearse antipatías y dilapidar los apoyos para la causa de su esposa[6]. De este modo podemos concluir que, a excepción de Antonio, ningún otro candidato hizo grandes esfuerzos en pro de la defensa de sus derechos, al menos en La vida privada de Felipe II | La cara oculta de un rey de Leyenda Negra…comparación con los realizados por Felipe. Si bien algunos sectores de la sociedad lusa no querían saber nada de un monarca español en el trono portugués, otra parte considerable mostró un gran interés, sobre todo desde el punto de vista económico, por la idoneidad de su candidatura. Además, el empeño del cardenal Enrique por asegurar la liberación de la nobleza apresada tras Alcazarquivir significaba todavía una desprotección de las defensas lusas ante posibles amenazas exteriores. Una vez preparado el terreno al monarca Habsburgo sólo le quedaba esperar la defunción del cardenal. Un acontecimiento que ocurrirá en febrero del año 1580.

El sistema polisinodial en Portugal

   Felipe II no contempló como única idea conquistar el territorio luso mediante una campaña bélica. Así se lo transmitió a su comisionado, don Cristóbal de Moura, en carta de 31 de enero de 1579, afirmando que «prefería la blandura y negociaciones a tener que apelar a las armas»[7], pero a pesar de ello, finalmente se optó por la vía belicosa.  La conquista del territorio portugués fue una operación bastante rápida. En el año 1580, tras sólo cuatro meses de campaña, el país se rendía a Felipe II.  Tras encargar la tarea de conquista al Duque de Alba y el Marqués de Santa Cruz, Antonio Prior de Crato, uno de los pretendientes a la corona, huyó del país, haciendo que en abril de 1581 las Cortes de Tomar reconocieran a Felipe como rey de los portugueses. El éxito de la campaña es descrito por el propio Felipe con una expresión que recuerda a la famosa cita del dictador romano, Julio César: “Lo heredé, lo compré, lo conquisté”[8].

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   Aunque la conquista se puede reconocer como un aumento de poder por parte de la monarquía hispánica, si tenemos en cuenta que la vieja percepción de que a mayor cantidad de tierras mayor es el poder, desde el principio Felipe ya planteó que no sería una simple aglutinación y que cada estado mantendría sus características propias, porque la unión de las coronas en una sola persona no implicaba una fusión de reinos.  En palabras del propio Felipe: “El juntarse unos reinos y los otros, no se consigue por ser de un mismo dueño, pues, aunque lo son los de Aragón y estos, no por esto están juntos, sino tan apartados como lo era cuando eran de dueños diferentes”[9].

   Dicho sistema de gobierno es conocido como el sistema polisinodial. Un sistema de consejos que formaban la Monarquía Hispánica y desdeEscudo de Armas de Felipe II en una fachada de Malinas (Bélgica) | EL MÁS  LARGO VIAJE. BITÁCORA DE LUIS G. CHACÓN. el cual se administraba todo el Imperio. Tal y como prometió, quizá por el temor a una oposición o porque creía que era mejor mantener un sistema descentralizado al tratarse de tan vastos territorios, Felipe conservó una administración distinta a los otros reinos españoles. Como cabía esperar, situará al frente de la administración a portugueses que sean más cercanos a su causa, como fue el caso de Moura.

   Analizando el memorial de gracias concedidas por Felipe II a través de la patente presentada tras las Cortes de Tomar, se observa que las concesiones establecidas a un reino conquistado son más generosas de lo que cabía esperar en otros tipos de conquista y más para un monarca del siglo XVI. Además de conceder rápidamente el perdón real a los que habían apoyado de manera forzada a Antonio Prior de Crato[10] el 14 de julio de 1580 en Badajoz, en 1583 ya se recogía de manera impresa las concesiones de la patente de Tomar[11].

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  Algunos de los puntos recogidos reflejan este modelo de administración autónomo e independiente con respecto a los otros territorios de la corona española: sólo las Cortes portuguesas legislarán sobre asuntos portugueses, el cargo de Virrey dependerá siempre de un portugués o de algún miembro de la familia real; todos los cargos de carácter militar, eclesiástico o administrativo serían para los portugueses, las fuerzas de defensa del país quedaban en manos portuguesas, el comercio colonial quedaba como antes y se suprimían las aduanas entre Portugal y Castilla, además de evitar la implantación de impuestos castellanos. Quizá uno de los puntos más importantes es el capítulo 15 de la Patente, donde se hace referencia a la creación del Consejo de Portugal, ya que en él se especifica no sólo el número de miembros, sino cómo se seguirá manteniendo el uso del idioma portugués en las reuniones, o cómo será un órgano permanente siempre que el monarca no se encuentre en Portugal.

Que estando su Md o sus sucesores fuera de Portugal, en qualquier parte que sea, traigan siempre consigo una persona eclesiastica y un veedor de la hazienda y un secretario y un Chanciller mayor y dos desembargadores de palacio, los quales se llamaran consejo de Portugal, para que por ellos y con ellos se despachen todos los negocios del mismo Reyno. Y tan bien andaran en la Corte dos escrivanos de hazienda y dos de Camara para lo que fuere necessario en sus officios, y todo será hecho en lenguaje portugues, y las dichas personas seran porthugesas y quando su magestad o sus descendientes vinieran a Portugal venga con ellos el mismo consejo y officiales y sirvan demas de los otros de los mismos officios q ha de haver en el Reyno para  gobierno[12].

   A pesar de ser el monarca, con potestad de otorgar nombramientos a su merced, dichas medidas sólo fueron incumplidas en dos ocasiones. Como expone Lynch, citando a Peres: aparte de nombrar como virrey al archiduque Alberto de Austria y de restaurar en 1593 las aduanas entre Castilla y Portugal no se produjo ninguna otra violación directa del compromiso de 1582 hasta el reinado de Felipe IV.[13]

   Desde 1581 a 1583 Felipe pasará a fijar su residencia en la capital lusa. Con ello no sólo conseguirá un periodo de transición de poder pacífico, sino que buscó hacer ver a sus enemigos que ocupaba una posición nueva y que avanzaba en el combate por el Atlántico. Sólo unos años más tarde, los consejeros de Felipe (destacando el cardenal Granvela) le aconsejarán que resida de manera permanente en Lisboa, ya que desde allí podría encarar mejor las nuevas amenazadas del Atlántico. “Mientras Francia es arrasada por la guerra civil y el Turco queda seriamente debilitado por los ataques de Persia, el Gobierno actuará ventajosamente trasladándose a Portugal, pues desde allí puede acercarse a los recursos del Mediterráneo o del Atlántico para poner en marcha el ataque a Inglaterra y proseguir la pacificación de los Países Bajos”[14].

Archivo:Lisboa 1500-1510.jpg - Wikipedia, la enciclopedia libre

   Es cierto que con el asentamiento en 1583 de Felipe II de nuevo en Madrid el Consejo deberá trasladarse con el monarca. Por eso, aunque se siguió respetando las consultas sobre el reino luso con él, al encontrarse alejado del país, veremos un cierto envenenamiento en la Unión de Coronas que irá debilitándose hasta la revolución de 1640. A pesar de todo, el Consejo no quedará en desuso. Como señala Moreta citando a Luxán: “el funcionamiento del Consejo durante este periodo era el siguiente: las reuniones se deberían de realizar en una sala de palacio, fijándose dos horarios: uno de primavera-verano y otro de otoño-invierno. También se establecieron los días de la semana en los que se realizarían las reuniones: martes, jueves y sábado por tiempo de dos horas, teniendo en cuenta que en el caso de que se acumulara el trabajo, se podrían ampliar tanto los días como las horas de estas reuniones”[15].

  Todos los compromisos con el Consejo y los demás acuerdos establecidos en la Patente de Tomar fueron muy bien aceptados en las colonias portuguesas, donde no se presentó ninguna resistencia a la entronización de Felipe. Sólo en las islas Azores, donde estaba Antonio Prior de Crato, se puso algún tipo de resistencia. Pero el envío de Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, infligió una dura derrota a los navíos franceses que apoyaban a Antonio frente a la isla de Terceira, haciendo que en 1583 se firmara un acuerdo por el cual se reconocía la hegemonía de España sobre el archipiélago.

[1] LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág. 398.

[2] Ibid. Pág. 399.

[3] DAVILA. A Y BURGUERO, Felipe II y la sucesión de Portugal, Madrid, 1956, pásg.23. Citado en KAMEN, H.,  Felipe de España, Siglo veintiuno de España editores, S.A, Madrid, 1997. Pág. 178

[4] LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág. 399- 400.

[5] RUBIO, J. M., Felipe II de España, rey de Portugal, cit., p. 13; RUMEU DE ARMAS, A., Los derechos de Felipe II al trono y conquista de Portugal según los teólogos españoles, cit., p. 14. Citado en MARTÍNEZ GONZÁLEZ, A. J, Derechos de Felipe II al trono de Portugal: relaciones del consistorio hispalense (1579-1580), RJUAM, n.º 33, 2016-I, pp. 211-232.

[6] MARTÍNEZ GONZÁLEZ, A. J., Derechos de Felipe II al trono de Portugal: relaciones del consistorio hispalense (1579-1580), RJUAM, n.º 33, 2016-I, pp. 211-232.

[7] Carta de 31 de enero de 1579. SALVÁ, M. y SÁINZ DE BARANDA, P., Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (CODOIN), t. VI, Madrid (Imprenta Viuda de Calero), 1845, pág. 82. Citado en  MARTÍNEZ GONZÁLEZ, A. J., Derechos de Felipe II al trono de Portugal: relaciones del consistorio hispalense (1579-1580), RJUAM, n.º 33, 2016-I, pp. 211-232.

[8] LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág.401.

[9] Felipe a Osuna y Moura, 30 de junio de 1579, CODOIN, VI, 519-520, citado en KAMEN, H., Felipe de España, Siglo veintiuno de España editores, S.A, Madrid, 1997. Pág. 178

[10] La copia de la transcripción en portugués se encuentra en: MARQUESES DE PIDAL Y DE MIRAFLORES y SALVÁ, M., Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (CODOIN), t. XXXV, Madrid (Imprenta de la Viuda de Calero), 1859, pp. 11 y 12

[11] Patente das Mercedes, gracias e privilegios, de que el rei Dom Philippe nosso senhor fez estes seus Regnos. E a diante vai outra Patente das respostas das Cortes de Tomar. Antonio Ribeiro impressor  del rey. 1583.

[12] Traducción al Castellano del capítulo 15 de la Patente de Tomar. Citado en MORETA PEDRAZ, Sergio. “Consejo de Portugal“. En: BRASILHIS Dictionary: Diccionario Biográfico y Temático de Brasil en la Monarquía Hispánica (1580-1640). Disponible en: https://brasilhisdictionary.usal.es/consejo-de-portugal-1/. Fecha de acceso: 15/12/2023.

[13] Sobre Portugal bajo dominio español, cf. D PERES, ed., Historia de Portugal (8 vols., Barcelos, 1928-1937), vol. V, pp.289-474. Citado en LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág.402.

[14] VAN DURME, op. Cit., pág. 370. Citado en LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág.404.

[15] LUXÁN MELÉNDEZ, S. (1988). La revolución de 1640 en Portugal, sus fundamentos sociales y sus caracteres nacionales. El Consejo de Portugal: 1580- 1640 (Tesis de doctorado). Universidad Complutense, Madrid. Citando en MORETA PEDRAZ, S. “Consejo de Portugal“. En: BRASILHIS Dictionary: Diccionario Biográfico y Temático de Brasil en la Monarquía Hispánica (1580-1640). Disponible en: https://brasilhisdictionary.usal.es/consejo-de-portugal-1/. Fecha de acceso: 15/12/2023.

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