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Rebeliones populares en la España moderna

foto Cañellas (4)  por Antonio Cañellas, historiador

Vigencia de un aniversario

     Finalizamos este año rememorando el inicio en 1521 del movimiento popular de la Germanía en el antiguo reino de Mallorca durante la monarquía imperial de Carlos V. El alzamiento se sumó al protagonizado por los artesanos de la ciudad de Valencia en 1519, consecuencia de la crisis económica y financiera del siglo anterior. Un clima de descontento que también repercutió en Castilla con la sublevación de los comuneros.

     Como en otras circunstancias, de nuevo se acentuaron las tensiones en la sociedad, organizada de modo jerárquico y estamental según el valor atribuido a los oficios; esto es, a su servicio y función. De ahí la distinción entre el brazo privilegiado, reservado a la nobleza y al clero por su asistencia militar y religiosa, que lo eximía de pagar impuestos; y el2.2. La sociedad estamental | El mundo en la Edad Media: La Plena Edad Media brazo menor de los mercaderes, artesanos y campesinos, dedicados a los negocios materiales y labores manuales en quienes recaía la correspondiente carga tributaria. El incremento de las contribuciones en medio de coyunturas económicas difíciles, agravadas por las exigencias de los prestamistas −muchos de ellos nobles− en el marco de una administración municipal endeudada y corrompida precipitaron un choque inevitable.

         Este enfrentamiento, que alberga otros factores a considerar, ha sido interpretado por los historiadores y analistas contemporáneos desde dos ópticas –conservadora y progresista− que lo han convertido en un tema vivo y actual. Ciertamente, para la primera, se trataría de movimientos subversivos, precursores incipientes de las revoluciones burguesas que arruinarían con su violencia y pasión cualquier principio válido de orden y autoridad. Por el contrario, para la segunda representarían el empuje de la conciencia popular democrática en liza por la justicia y sus derechos[1].

La herencia del poder monárquico

      En Castilla había cundido el malestar entre muchas ciudades ante el incremento de los poderes de la corona, que elevaban los costes de la maquinaria estatal. La sumisión de la nobleza a la autoridad de los reyes desde 1479 hubo de manifestarse en el control del espacio castellano. Por medio de los corregidores, la monarquía hizo valer su potestad ejecutiva y judicial en las ciudades, además de apropiarse de proyectos incoados por éstas como la Santa Hermandad. La Inquisición acabó LOS REYES CATÓLICOS Y LA CONCORDIA DE SEGOVIAconvirtiéndose de hecho en un tribunal contra la herejía religiosa en manos de la autoridad civil. La concentración del poder iba dejando atrás las limitaciones medievales con potestades más difusas, fraccionadas entre los señoríos nobiliarios, los eclesiásticos y las ciudades representadas en cortes o asambleas, que actuarían de contrapeso a la presión de la nobleza[2]. La alteración de este frágil modelo hubo de plasmarse con toda su crudeza en el siglo XV. Las tensiones entre la nobleza y la monarquía en su competición por el predominio afectaron a las ciudades, que tuvieron que redoblar sus esfuerzos fiscales para sostener la causa regia. La industria artesanal y el comercio eran fuentes de riqueza necesarias en el fortalecimiento de la monarquía.

Circunstancias adversas

    En Castilla y la Corona de Aragón la coyuntura se presentaba harto difícil. A la sucesión de malas cosechas, hambre y epidemias se sumaba el aumento de la presión fiscal sobre los grupos no privilegiados. La situación alcanzaría su punto álgido alrededor de 1520. Durante laFernando II de Aragón - Wikipedia, la enciclopedia libre regencia de Fernando el Católico su gobierno favoreció los intereses ganaderos reunidos en el concejo de la Mesta, que monopolizaba el comercio de la lana. El fomento de la exportación desde Burgos y Santander a los mercados de Flandes les enfrentó a los productores castellanos del interior; especialmente de Valladolid y Toledo. Y es que los beneficios derivados de la manufactura quedaban reservados a los fabricantes extranjeros en detrimento de la industria castellana.

     La regencia del cardenal Cisneros tras la muerte de Fernando en 1516 persistió en dicha política. El perjuicio ocasionado a los productores locales les animó a proponer la aplicación de la ley de 1462, que limitaba la exportación de la lana y la importación de aquellas manufacturas que pudieran fabricarse en Castilla. Una solución de carácter autárquico y proteccionista que, sin embargo, fue desoída, agravando la disputa entre los intereses burgueses del norte y del centro del reino.

    Cisneros tuvo que lidiar también con la reaparición de las luchas nobiliarias y la firme oposición a su preponderancia por parte de las Carlos V y Europaciudades. La proclamación de Carlos de Habsburgo (nieto de los reyes católicos) como monarca de las coronas de España por la corte de Bruselas respondía a una estrategia para reforzar su candidatura al frente del Sacro Imperio Romano Germánico. Había que convencer a los electores alemanes para que optaran por el nieto del emperador Maximiliano.

       En España muchos pensaron que el joven rey, afincado en Flandes, podría dar respuesta a sus expectativas de renovación. Era conocida su cercanía a los reformadores renacentistas como Erasmo de Rotterdam[3]. Pero pronto se descubrió que las preocupaciones inminentes de Carlos estaban más puestas en la alta política europea. La ocupación de los principales puestos del gobierno castellano por los consejeros flamencos del rey a su llegada a Valladolid y la exigencia de contribuciones extraordinarias a las Cortes de Castilla, Aragón y Cataluña para sufragar los dispendios de la coronación imperial causaron indignación. Ésta adquirió forma de afrenta en Valencia, donde el rey aplazó la convocatoria de sus Cortes[4]. Por lo demás, el reino de Mallorca fue de nuevo marginado al carecer de Cortes propias, suplidas por la asamblea del Gran i General Consell a la que correspondía la sola presentación de propuestas legislativas al monarca[5].

    La indolencia de Carlos que percibieron los reinos se generalizó con motivo de su viaje a la ceremonia de entronización imperial. Aunque las ciudades castellanas lideraron la protesta, también la nobleza se consideraba arrinconada por la élite flamenca. La marcha del rey precipitó los acontecimientos.

El estallido

    El incendio de Medina del Campo en medio de una acción represiva acabó por generalizar el levantamiento popular en Castilla en 1519. Toledo se había alzado en rebeldía liderando las demandas del resto de ciudades con presencia en las Cortes. Se exigió anular el servicio o contribución extraordinaria al rey y regresar al sistema fiscal del encabezamiento (concertar entre el monarca y las Cortes el cobro de impuestos por una cantidad y tiempo determinados mediante cuotas), reservar la gobernación del reino a castellanos en ausencia del rey y vetar las exportaciones de dinero[6].

Quiénes eran los comuneros?

   Paralelamente en Valencia los gremios se organizaron en Germanía o hermandad, acogiéndose a las disposiciones legales del emperador para armarse y repeler así más eficazmente las incursiones de los piratas turcos. Se trataba, por tanto, de un movimiento legal alentado desde la autoridad con un fin específico: la protección de los núcleos costeros. En este sentido, no es comparable al origen reivindicativo de los comuneros, aunque pronto adquiriera el mismo perfil. Dicho de otra manera: dos movimientos con distinto origen encontrados en un mismo destino.

     La constitución de la Germanía favoreció la toma de conciencia de la fuerza social del brazo menor, que pronto solicitó su presencia en el gobierno municipal, apartado por orden real desde 1283. La actitud receptiva del rey ante lo que juzgaba como lícitas demandas acabó variando ante el juego de intereses en el reino y la progresiva transformación del movimiento agermanado. La modificación en el procedimiento de elección impuesto por los artesanos en la ciudad de Valencia hasta copar la mayor parte de los cargos municipales irritó a la nobleza. El propio emperador lo valoró excesivo al quebrar el equilibrioGermanías - Wikipedia, la enciclopedia libre representativo. Con el ánimo de atraerse a la nobleza, todavía recelosa por haberse eludido ante las Cortes el juramento personal del rey, éste decidió anular las elecciones locales de mayo de 1520. Las acusaciones de la Germanía se dirigieron contra el virrey, por cuanto lo estimaban responsable de variar el buen ánimo mostrado inicialmente por el monarca. El palacio virreinal fue atacado. Con arreglo al espíritu de la caballería, Carlos V recomendó a su lugarteniente procurar un entendimiento[7] al tiempo que se movilizaba a la tropa por si éste fracasaba.

   Por aquel entonces los agermanados estaban determinados a controlar por entero el gobierno municipal con el fin de suprimir la ingente deuda pública que pesaba sobre ellos desde el siglo XV[8]. El desplazamiento de la nobleza del control de la Generalitat, órgano responsable de la recaudación de impuestos indirectos sobre las materias primas y el comercio, agravió –si cabe− al estamento perjudicado. La supresión de las imposiciones reales impidió cualquier avenencia con el virrey, a pesar de las declaraciones de la Germanía a favor del monarca. La configuración de dos bandos concluyó en guerra civil, cada vez más radicalizada entre artesanos y nobles.

El eco mediterráneo

   El fenómeno valenciano encontró su parangón en la isla de Mallorca, donde la situación era muy similar con una administración corrupta y endeudada, cuyos tributos en ascenso gravaban el trabajo de artesanos y campesinos. En 1391 y 1450 se habían producido grandes revueltas que no lograron resolver la crisis. Las conspiraciones empezaron al calor de los sucesos en Valencia.

   Sabedor de estas actividades secretas, el virrey ordenó el arresto de quienes tendrían un papel protagonista en la Germanía mallorquina. La protesta popular no se hizo esperar, precipitando la liberación de los encarcelados ante la pasividad de la nobleza, enemistada con el lugarteniente de Carlos V. El artesano Juan Crespí fue reconocido crespí (2)capitán del movimiento sin que pudiera fructificar un acuerdo con el virrey. Se decidió intervenir la Casa de la Consignación –controlada por los acreedores del gobierno municipal de la ciudad de Mallorca− para acabar con la deuda pública. La destitución del virrey –alegándose un antiguo privilegio real de 1344− aproximó a los agermanados a la ilegalidad. El puesto fue cubierto por el gobernador de la ciudad, Pedro de Pacs, que se mostró más condescendiente, autorizando reuniones en las villas rurales para que participaran en la pretendida reforma financiera. Se consiguió saldar algunos créditos, pero la apelación de ciertos prestamistas al rey ante el perjuicio ocasionado por la intervención de sus pensiones avivó la lucha[9].

      El apoyo de Carlos V al virrey, depuesto y refugiado en Ibiza en 1521, fue clave para posicionar definitivamente a los implicados. Pesaba mucho el desorden y la falta de autoridad en la que se estaba sumiendo Valencia y el emperador no deseaba otro tanto en el reino insular. Desde entonces se vio minada la autoridad de Crespí, vistas las reticencias de algunos artesanos y caballeros que con él habían colaborado en favor del saneamiento fiscal. El gobernador Pacs renunció al cargo por lealtad al emperador refugiándose en el castillo de Bellver con otros nobles. La ruptura fue total. La fortaleza fue asaltada por los agermanados más radicales con el asesinato de sus moradores[10].

Castell de Bellver - 1. Història del Castell de Bellver

   Entre los dirigentes del movimiento se abrió un debate ante la gravedad de los hechos: acudir al rey para negociar o mostrar hostilidad. Se decidió apostar por la solución de máximos y así forzar al rey a aceptar sus demandas. Juanot Colom pasó a encabezar la Germanía imponiendo su gobierno personal en un contexto de guerra abierta y de terror contra el enemigo. La autoridad real podía quedar en entredicho. Se recurrió por ello a la fuerza en un momento de alteración generalizada en el Imperio, también con el surgimiento del luteranismo en Alemania. La fidelidad al emperador de la villa costera de Alcúdia –la única fortificada en el área rural− facilitó el desembarco del estandarte imperial al mando del antiguo virrey en octubre de 1522. Los combatesJOANOT COLOM DEGOLLAT (cada dia) AL SEU POBLE - Etziba Balutxo… se prolongaron un año hasta la completa sumisión de la Germanía. Colom, inculpado de crímenes horrendos, fue decapitado y su cuerpo descuartizado. Su cabeza se colocó a modo de advertencia en una jaula situada en lo alto de una de las puertas de acceso a la muralla de la ciudad de Mallorca. Sólo fue retirada en 1820 con el arranque del trienio liberal. La acción confirmó la identificación de los postulados revolucionarios liberales con la Germanía, que fue tomada por los más extremos como su antecedente remoto.

Corolario

  Batidos los tres frentes (Castilla, Valencia y Mallorca) se confirmó el poder político de la monarquía y el predominio social de la nobleza, estrechamente aliada con el rey para asegurar su supervivencia. El pacto resultó imposible debido al enquistamiento de intereses en disputa desde hacía siglos. El cambio de dinastía no pudo superar tamañas rivalidades. A pesar de las miras del emperador por contribuir al enderezamiento de sus reinos, rectificando algunas de las decisiones iniciales más impopulares, éstas no contemplaban en su gobernanza la sustitución de la nobleza por otros estamentos. Antes de esta sacudida que derivó en revolución, por cuanto quiso imponerse el brazo menor al privilegiado, cual acaeció con los episodios revolucionarios de 1789 en Francia, se había planteado ¿cómo resolver los problemas candentes sin caer en maximalismos irreconciliables en los que se impusiera una solución unilateral? Sólo en épocas recientes y después de cambios estructurales de importancia pudo habilitarse en España ese antiguo espíritu de pacto que ahora convendría preservar.

[1] Sobre estas dos apreciaciones, que llegan hasta nuestros días para legitimar o desmontar ciertos proyectos políticos, véase la antirrevolucionaria de José María Quadrado: En Juanot Colom (1870) o la crítica con aquel proceso en el estudio sobre las Germanías de Álvaro Santamaría, recogido en el tomo VI de la Historia de Mallorca, coordinada por José Mascaró Passarius (1978); y la progresista de Pedro de Alcántara Peña: Consideraciones sobre el levantamiento de los comuneros de Mallorca llamados agermanats (1870) o la más reciente de Guillem Morro: Les revoltes populars a Mallorca (2020).

[2] Ismael Sánchez Bella: Génesis del Estado moderno en España, Estudio General de Navarra, Pamplona, 1956, pp. 13-14.

[3] Manuel Fernández Álvarez: Carlos V, el césar y el hombre, Espasa, Madrid, 2006, p. 58.

[4] Ricard García Cárcel: La revolta de les Germanies, Institut Alfons el Magnànim, València, 1981, p. 33.

[5] Román Piña: El derecho histórico del reino de Mallorca, Cort, Palma, 1993, p. 207.

[6] Joseph Pérez: Los comuneros, RBA, Barcelona, 2006, p. 53.

[7] Parece que éste fue un proceder habitual del emperador en la dirección de los negocios públicos, según refiere Manuel Fernández Álvarez: Carlos V…op. cit., p. 186.

[8] Eulàlia Duran: Les Germanies als Països Catalans, Curial, Barcelona, 1982, p. 163.

[9] Josep Juan Vidal: Els agermanats, Ajuntament de Palma, 1985, p. 69.

[10] Gaspar Sabater: El castillo de Bellver. Su arte y su historia, Ayuntamiento de Palma, 1962, pp. 62-63.

La defensa medieval en el Mediterráneo

 por Juan Carlos Rodríguez, historiador

            Desde la caída del Imperio Romano en el 476 d.C la inseguridad se incrementó en toda Europa y el Mediterráneo no quedó libre de ese problema. A pesar del intento del emperador de Constantinopla, Justiniano, por reconstruir el Imperio, la convulsión que provocaron los pueblos germánicos y posteriormente el Islam no permitirán dicho cometido.

            Durante los siglos V y VI, visigodos, francos, ostrogodos, lombardos, suevos o vándalos, se asentaran en el viejo continente, que se reestructurará a partir de reinos. Todos ellos pronto se acoplarán a las sociedades cristiano-romanas adoptando el catolicismo, el derecho romano, el latín y la monarquía como sistema de gobierno. Estos reinos surgidos en la Alta Edad Media serán el embrión de las naciones más antiguas de Europa: España, Inglaterra y Francia.

            Tras unos años de cierta armonía en las monarquías del Mediterráneo, el Islam iniciará la invasión del sur de Europa, que combatirá por preservar sus raíces durante casi ocho siglos. España será la gran puntera de la reconquista, cuya defensa irá unida a la región más fortificada, Castilla.

            Las llamadas segundas invasiones, las de los sarracenos, vikingos y magiares o húngaros, asolarán Europa al finalizar el primer milenio. Un clima de violencia y temor se extenderá y afianzará el sistema feudal.

            El mar Mediterráneo como enclave geoestratégico y comercial, enlazando tres continentes (Europa, África y Ásia) articulará un sistema defensivo que lo proteja de invasiones, saqueos y todo tipo de ataques. La islas más importantes del Mare Nostrum: Sicilia, Cerdeña, Mallorca o Malta, dispondrán la construcción de una compleja estructura de castillos y torres de vigía, que será complementada por armadas permanentes.

            Sicilia destacará por los numerosos castillos construidos en la Edad Media y por la red de torres de planimetría cuadrangular, que envolverán magistralmente la isla. Sin embargo, en el territorio sardo, la mayor concentración de torres de defensa se encuentra a lo largo de las costas meridionales y occidentales, mientras que amplios tramos de la costa oriental se muestran poco protegidos por el sistema defensivo, tanto por la ausencia de importantes centros urbanos ribereños y en el interior, como por la naturaleza misma de la costa, más abrupta y de difícil acceso para los invasores[1].

           Durante la edad de los juzgados sardos (siglos X–XV) proliferará la edificación de castillos, quResultado de imagen de Castelgenovesee en ocasiones permitían controlar amplios tramos de la costa y se realizaron (en parte también en la fase aragonesa) los sistemas de defensa de las ciudades más importantes, tanto marítimas como del interior.

Destacan los castillos de Cagliari y castelgenovese; el primero presumiblemente de época bizantina y el segundo del siglo XI. Sassari disponía de un castillo medieval y una muralla de 2.400m, con 36 torres más. Malta, también bajo dominación aragonesa desde 1282, al igual que Sicilia y Cerdeña, tendrá un similar entramado defensivo, que será reformado y potenciado por la Orden de San Juan de Jerusalén [2].

El sistema defensivo del reino de Mallorca.

           La defensa de Mallorca se encontraba principalmente en sus castillos, ya que se la consideraba frontera de la Cristiandad, emplazada cerca del enemigo sarraceno: inter fauces Xristi positum. De ahí los distintos enclaves estratégicos como el casResultado de imagen de Torre del homenaje del Castillo de Alarótillo Real de la Almudaina, el de Bellver, el de Alaró, el de Santueri (Felanitx) y el des Rei (Pollença). Pese a todo y a excepción del de Bellver (construido por Jaime II), todos eran anteriores a la conquista cristiana de Jaime I de Aragón[3], pero reutilizados con eficacia por los nuevos dominadores. Los castillos de Alaró, des Rei y de Santueri quedarían clasificados como castillos roqueros, pues su situación física se halla encima de montañas rocosas con grandes acantilados.

            Los castillos estaban gobernados por un alcayde o castellano que tenía a sus órdenes a unos sirvientes armados, a veces con perros, en número variable, según el castillo y la época[4].

            Además de los castillos, jugaban un papel muy importante las numerosas Torres y Atalayas que se localizaban normalmente cerca de la costa y rodeaban toda la isla. Esa red de torres intercomunicadas entre ellas, se extendían desde Sant Telm (en frente de Sa Dragonera) a Formentor; desde La Victoria a Capdepera; desde Cap Vermell a Cap de Ses Salines y desde S´Estany a Sa Mola de Andratx. No obstante, tal como observa el estudio del Dr. Joan Binimelis, la proliferación de la construcción y el perfeccionamiento del sistema de torres de vigía se llevará a cabo en el siglo XVI. Algunas torres sirvieron para proteger poblaciones cercanas en caso de invasiones y, las atalayas, para avisar a las villas o fortalezas próximas, de la presencia de algún enemigo. Las señales se realizaban con humo durante el día y con fuego por la noche.

Por último, contaremos con diversas poblaciones costeras que se amurallarán para contrarrestar ataques piráticos. Ciutat de Mallorques (la actual Palma de Mallorca) será la que cuente con una muralla desde más antiguo.

           Cuando el enemigo atacaba, todos iban a refugiarse a las fortificaciones del interior, mientras que sólo una pequeña parte de la población, se unía en armas en la ciudad del reino, para hacer frente a la agresión.

            Las primeras noticias con las que contamos son de época bizantina, del 534 a mediados del siglo VII, tras la relativa dominación vándala; pues por entonces, se nos indica que el sistema defensivo de las Baleares era ya, a partir de altas torres de vigía en las costas y de reductos fortificados en las montañas. Tras la cruzada pisano-catalana de 1114 al archipiélago para repeler la piratería, según el Liber Maiorichinus, la Ciudad de Mallorca estaba fortificada, contando con una muralla que la rodeaba, torres de defensa y con la Almudaina (el castillo del Walí musulmán, llamado la Gomera). Además, se menciona que existían torres de vigilancia en las costas.

            Tras la conquista cristiana del reino de Mallorca, a partir de 1229 por Jaime I de Aragón (Ibiza en 1235 y Menorca en 1287 (por Alfonso III); el sistema defensivo se articulará a través de la protección de los muros de Ciutat, en los castillos del interior y prestando socorro con: caballos armados y armadas provisionales.

            El sistema de caballos armados consistía en que cada señor tenía que contribuir con unos 150 equinos pertrechados; cada caballo tenía cuatro peones. La mitad de ellos los tenía que aportar el rey y el resto los grandes señores[5]. Era un ejército insuficiente y poco efectivo. Para intentar que estos caballos armados estuviesen siempre en condiciones, se reunían cada cierto tiempo delante del lugarteniente o virrey con toda su indumentaria. Para protegerse en la mar de los corsarios o piratas, se hacían embarcaciones provisionales (con permiso del gobernador o el rey).

            El sistema que se planteará con Jaime II (1276-1311) ya es más moderno, y consistirá en hacer frente a esos ataques en el litoral. Para ello se amurallarán una serResultado de imagen de murallas de alcudiaie núcleos costeros: Capdepera, Alcúdia o Santanyí, en Mallorca; Ciutadella y Mahón, en Menorca. Se construirá el conocido castillo de Bellver, célebre por su estructura circular. Se llevarán a cabo reformas en las fortificaciones, se reforzarán los muros de las mismas y se apostará una guarnición permanente. Los Caballos Armados mantendrán su cometido.

            Sancho I persistirá en la obra de su padre, Jaime II y, después de muchos esfuerzos, consiguió dotar al reino de la Armada del Pariatge (1316). Esta armada permanente estaba formada por unas seis embarcaciones y pertrechada de unos doscientos hombres. Su función era defender el reino de Mallorca de ataques marítimos y tenía un radio de acción que englobaba todas las aguas del archipiélago balear. Dicha armada estaba subvencionada por los jurats (reoresentantes del reino) y el rey, disponiendo de dos capitanes, uno del monarca y otro de los jurats.

            La Capitanía de la organización de la defensa en la isla era competencia plena de la monarquía, la cual era representada por el gobernador o virrey. El Gobernador ejercía la dirección, convocando y presidiendo los consejos de guerra reunidos en caso de peligro de Resultado de imagen de palacio de la almudainaataque a la isla, con la participación del Gran i General Consell[6]. El Procurador Real se encargaba de la administración del Patrimonio Real en la isla: castillos, el palacio, su armamento y el pago de los Caballos Armados. La Universitat (Hacienda pública del reino, administrada por el Gran i General Consell y los jurats), organizaba el ejército con población civil entre 16 y 60 años que pudiesen empuñar armas (en caso de peligro inminente), además de adquirir armamento y comprar galeras. Con todo ello quedó perfectamente trabada la defensa del reino, que pudo repeler las incursiones sarracenas posteriores, en el siglo XVI, preservando la unitas christiana hispaniae, recuperada en 1512 con la incorporación de Navarra a la monarquía de los Trastámara y sus sucesores.

[1] Maria Giovanna y Putzu Fabrizio Oddi. Las torres costeras españolas en Cerdeña. Caracteres tipológicos y constructivos.  Actas del Décimo Congreso Nacional y Segundo Congreso Internacional Hispanoamericano de Historia de la Construcción. Donostia-San Sebastián, 3 – 7 octubre 2017.

[2] La Orden de San Juan de Jerusalén ejerció la defensa de la isla de Malta, desde la cesión de la misma por el rey Carlos I de España en 1530. Los Caballeros Hospitalarios como también se les conoce, pasarán a denominarse La Orden de Malta.

[3] Véase Alomar Esteve, G./ Guerra Romero, J.: Castillos del Reino independiente de Mallorca. Núm. Monográfico, 82. Castillos de España, 1976; Y Bover de Rosselló, Joaquín María: Castillos y Palacios de Mallorca. Palma de Mallorca, 1995.

[4] ARM  RP. 3442  Fol. 34. Ilustrativo es el castillo de Alaró que, en 1369 tenía una guarnición de 5 sirvientes y varios perros de presas, bajo el mando de un Alcayde o Castellano. Según el documento consultado y expedido por el notario del Procurador Real, Simón Guillem Suriu, el castellano de la fortaleza cobraba 50 libras al año y los cinco sirvientes bajo su mando, 135 (27 libras para cada uno).

[5] Véase Alomar i Canyelles, Antoni Ignasi: L´armament i la defensa a la Mallorca Medieval. Institut d´Estudis Baleàrics. Palma de Mallorca, 1995.

[6] Estas convocatorias se celebraban en el Castillo Real. El “Gran i General Consell” era una asamblea representativa del reino, compuesto por los “jurats” de la Ciutat y del Reino, una serie de consejeros y los “síndics clavaris”; era un consejo interestamental. Era el organismo supremo de administración del reino junto con la administración Real. Véase Santamaría, Álvaro: Ejecutoria del reino de Mallorca, 1230-1343, Ayuntamiento de Palma, 1990, pp. 483-485.