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Aportaciones portuguesas al Imperio Hispánico

Álvaro Sureda por Álvaro Sureda, historiador

 Como ya explicamos en un artículo anterior, de la entronización de Felipe de Habsburgo como rey de Portugal en 1581 por las Cortes de Tomar se sucedieron varias consecuencias para el engrandecimiento del Imperio de la Monarquía Católica. Aquí desgranaremos los puntos principales en el desarrollo de aquella unión plural de reinos.

Felipe II, Coronado como rey de Portugal – 31 Enero Tercios

Aspectos económicos

  Oliveira Marques señala que entre los beneficios económicos obtenidos por esas coronas destaca el desvío del tráfico marítimo de Amberes a Sevilla. Había surgido la necesidad de suministrar cantidades de plata necesarias para el comercio que España podía aportar. También la coordinación de las rutas de conexión entre Méjico y China a través de Manila, que hasta el momento sólo habían sido monopolio portugués.

Sevilla siglo XVI

   La unión favoreció una mayor posibilidad de negocios con comerciantes españoles que poseían un mercado muy extenso. La desaparición de las aduanas entre Castilla y Portugal en 1593 para la importación de trigo perseguía el suministro de un producto básico en los puertos secos. Además, los navíos portugueses actuarían de intermediarios de los españoles en sus relaciones con los europeos con el aumento de inversiones de capital financiero en los negocios recíprocos. Esto contribuiría a un fortalecimiento de los sistemas financieros de ambas coronas en un periodo de gran inestabilidad económica en Europa por los cambios de precios, que repercutirán en el sector público con un aumento del déficit[1].

Aspectos demográficos

  Aunque no se produjeron cambios a gran escala, en algunos puntos concretos de los nuevos territorios la aparición de matrimonios mixtos será de una especial relevancia. Como señala Schaub, citando a María Herminia Morais Mesquita, se cuentan 485 matrimonios entre sujetos españoles y mujeres naturales de las islas Terceiras o de la Corona de Portugal, registrados en los libros parroquiales de la isla, entre 1583 y 1640. Unos números que no cuentan los hijos nacidos, pero que para la población de las islas es un cambio significativo[2].

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Aspectos militares

 España necesitó más a Portugal para su seguridad contra una intervención extranjera en la parte más débil de la Península, casi de la misma forma que Inglaterra de Irlanda[3]. No será hasta pasado el tiempo cuando, finalmente, Portugal termine algo más perjudicado al tener que afrontar el reto de los enemigos heredados de España. Será sobre todo con los holandeses con quienes habrán de litigar en la defensa del monopolio de las Indias Orientales, que acabará perdiendo. Fue la prioridad española en la defensa de los distintos frentes del Imperio occidental lo que precipitó aquel resultado y no tanto un abandono premeditado del Oriente. De hecho, las inversiones establecidas para la defensa de Portugal fueron concienzudas, al menos durante el gobierno de Felipe II. Como señala Schaub, “a partir de los últimos años del siglo XVI, a petición del rey Felipe II, se emprende la obra importante de edificación de una fortaleza en el Monte de Brasil, la península que domina la bahía Angra do Heroísmo. Esto se hace para vigilar la ciudad, sin duda, pero sobre todo para proteger las flotas que hacen etapa en el archipiélago, en tiempos de repetidos ataques de corsarios ingleses, holandeses, franceses, berberiscos y turcos.”[4] Una fortaleza de la cual la Corona de Castilla se hizo cargo de su defensa[5]

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Aspectos religiosos

  A nivel religioso, la política de los Habsburgo continuó la corriente establecida por la casa de Avis ya unos años antes. Dichas políticas se centrarán especialmente en el proceso de reforma que, al igual que en Castilla, se estaba produciendo en las órdenes religiosas. “A través del cardenal Alberto, virrey de Portugal (1583-1594), la corona buscó un mayor control de las estructuras de gobierno de las congregaciones, aunque el proyecto de una «unión de las órdenes» no fue más allá del caso de los jerónimos, cuyos monasterios fueron incorporados a la congregación castellana en 1595. Debe referirse también que durante el siglo XVI se establecieron en Portugal nuevos institutos, como los carmelitas descalzos, en 1581, o los cartujos, en 1587, además de la Compañía de Jesús; ésta última a petición de Juan III. La rápida implantación en Portugal de los padres jesuitas se debió, en gran medida, a la protección de otros miembros de la familia real, como los infantes don Luis y don Enrique”[6].

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   Por otro lado, como el resto de las monarquías europeas, los intentos de que la Iglesia apoyara la financiación de la corona eran comunes. Sin embargo, como señala Silva: “en Portugal, la Iglesia tuvo más éxito que en la vecina Castilla para evitar las contribuciones al erario regio, incluso después de que Felipe II hubiera alcanzado el trono portugués en 1580. En realidad, con el objetivo de garantizar que Roma y el clero portugués apoyaran su legitimidad como rey, Felipe II evitó tomar cualquier medida que suscitara la oposición de los eclesiásticos. Por eso, tras las Cortes de Tomar en 1581, el clero tuvo garantizada la conservación de sus privilegios, sobre todo los fiscales. Felipe II, por lo tanto, dio continuidad a la política religiosa de la dinastía Avis, tanto en lo que se refiere a las relaciones con la Iglesia como en la aplicación de las reformas preconizadas por Trento, como ya se ha dicho antes a propósito de las órdenes regulares”[7].

Conclusión

 En definitiva, podemos decir que la incorporación de la corona portuguesa por parte de Felipe II, sin estar exenta de algunas complicaciones, fue un periodo de prosperidad para ambos reinos. No obstante, con el paso de los años las relaciones entre las coronas se irán agrietando. Durante el gobierno de Felipe II predominó el respeto mutuo, sirviendo al crecimiento de España y Portugal en los aspectos citados. Un punto que pudiera haber devenido diferente si no se hubiera sellado y cumplido la Patente de Tomar. El compromiso se erigió en el eje central de la unión de los reinos bajo un mismo gobernante, pero preservando la autonomía institucional de cada uno según el sistema polisinodial del Imperio.

[1] A. H. de OLIVEIRA MARQUES, Historia de Portugal. De los tiempos más antiguos hasta el gobierno de Pinheiro de Azevedo, trad. de Milton Sabinca a partir de la 8ª edición en portugués, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1983. Visto en VELARDE FUERTES, J. “Desencuentro y encuentro de las economías portuguesa y española” en Revista Asturiana de Economía, nº 25, 299-327, 2002, p. 301.

[2] MORAIS MESQUITA, M. H, As gentes de Angra no século XVII, pp. 99-103. Citado en SCHAUB. J.F., “Archipiélago marítimo y archipiélago político: Las Azores bajo el dominio de los Austrias (1581-1640)” en CARDIN. F, FREIRE COSTA. L., SOARES DA CUNHA, M. (coord.), Portugal na monarquia Hispanica: Dinamicas de integraçao e de conflicto, Lisboa, 2013, p. 82.

[3] LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987, p. 404.

[4] SCHAUB. J.F., “Archipiélago marítimo y archipiélago político: Las Azores bajo el dominio de los Austrias (1581-1640)” en CARDIN. F, FREIRE COSTA. L., SOARES DA CUNHA, M Portugal na monarquia Hispanica… op. cit, p. 82

[5] Ibid., p. 85.

[6] SILVA, H. R. d. 2018. Corona e Iglesia en Portugal en el siglo xvi: ¿Un frágil equilibrio de poderes? In BOEGLIN, M., FERNÁNDEZ TERRICABRAS, I., & KAHN, D. (Eds.), Reforma y disidencia religiosa: La recepción de las doctrinas reformadas en la península ibérica en el siglo XVI. Casa de Velázquez, Madrid, p. 81.

[7] Ibid., p. 90

Portugal en la monarquía hispánica

Álvaro Sureda (2) por Álvaro Sureda, historiador

Reinos paralelos

   A pesar del surgimiento como reino independiente en el año 1139, el reino de Portugal siempre ha tenido una gran unión con los demás reinos hispánicos, especialmente con Galicia, León y Castilla. Debido a su proximidad y al emparejamiento de la nobleza portuguesa con la castellana encontramos un gran número de enlaces matrimoniales, cuyo objetivo principal era el de establecer una paz duradera y de mutuo beneficio. Si bien en algunos momentos, como en los inicios, las disputas en la conquista de América o el intento de invasión del reino de Castilla para asentar en el trono a la reina Juana, apodada la Beltraneja, tuvieron sus tensiones, vemos que las buenas relaciones entre ambos reinos estuvieron bien asentadas. Algunos autores como Lynch no dudan en calificarlas de mutuo beneficio: “Luego de la primera competición por el Imperio, los dos países habían encontrado un modus vivendi por el que España se concentraba en América y Portugal en el Océano Índico. Así, sus economías imperiales fueron complementarias: Portugal, cuyo imperio era esencialmente comercial, necesitaba del oro y de la plata americanas para fines de cambio; España, por su parte, tenía que comprar pimienta, especias y sedas de las Indias Orientales portuguesas, de que estaba falta su propio Imperio”[1]. Por otro lado, gracias a lasBiografia de Los Reyes Católicos políticas exteriores de los Reyes Católicos, en concreto con las uniones matrimoniales de sus hijos, se estuvo muy cerca de conseguir de nuevo la unificación de ambos territorios bajo un mismo monarca. Miguel de la Paz, nieto de los Católicos, será el destinado a ocupar el trono, pero con sólo dos años de edad morirá, haciendo que la unión no sea posible hasta más tarde en la persona de Felipe II.

La cuestión hereditaria

   Aunque Felipe tuviera que recurrir a las armas, la posibilidad del gobierno se justificó en base a un poder de herencia. La oportunidad Retrato del rey Sebastián de Portugal por Cristobal de Morais. 1571-1574. Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa.llegó en 1578, cuando el monarca de Portugal, Sebastián, murió en una campaña suicida en Alcazarquivir. El soberano portugués intentó la conquista de Marruecos con el objetivo de convertir a los musulmanes al cristianismo. Sin embargo, la falta de experiencia, el calor abrasador y la falta de suministros, convirtieron la campaña en un desastre. No sólo se perdió al monarca, que no dejaba un heredero a la corona, sino que el gran número de nobles que fueron capturados hizo que la economía portuguesa se viera bastante resentida. “Fue sucedido por su tío-abuelo el cardenal Enrique, el último hijo legítimo superviviente de Manuel I; el reinado de este anciano epiléptico no podía pasar de ser un compás de espera, mientras el problema sucesorio seguía por resolver.”[2] Kamen, citando a Danvila y Burguero, señala que el cardenal Enrique, que “tenía 67 años, estaba sordo, medio ciego, desdentado, senil y lo aquejaba la tuberculosis. Según informaba Moura, se hallaba medio muerto de miedo por la designación real”[3].

   Felipe, como hijo de la emperatriz Isabel, era quien tenía más opciones de ocupar el trono portugués, tras la muerte del cardenal. Sin embargo, eso no le convertía en el único candidato. Otras figuras importantes de los reinos europeos podían aspirar al trono. Algunos de ellos eran la duquesa de Braganza, Catalina de Médicis, reina madre de Francia, el Duque de Saboya, Ranucio Farnesio o Antonio, Prior de Crato, nieto ilegítimo del rey Manuel. Lynch afirma que para poder llevar a cabo dicha empresa y poder asegurarse la legitimidad del trono, Felipe recurrió a todo tipo de maniobras como echar mano de los “juristas y teólogos españoles para demostraran la justicia de su causa, por medio de sus agentes en Lisboa y de su nobleza en la frontera luso-española se dirigió al público portugués, en especial a la nobleza y a los procuradores de las Cortes, con una serie de mensajes que contenían una mezcla de adulación, promesas y amenazas y casi siempre una alusión al poder militar español. Envió a Lisboa a su especialista en asuntos portugueses Christovão de Moura, cuyo inteligente uso de la riqueza –sobre todo, de las promesas de dinero- logró agrupar a un partido hispanófilo. Felipe también se aprovechó de la colaboración de los jesuitas, que ejercían gran influencia en Portugal y no en último lugar sobre el cardenal Enrique”[4].

   Desde un principio la lucha por el trono quedó reducida a doña Catalina de Braganza, Felipe II y el Prior de Crato. La prioridad del derecho entre los dos primeros era dudosa y por tanto discutible; pues si la de Braganza era descendiente de don Manuel por línea masculina y Felipe II por línea femenina, en cambio, éste por ser varón podía alegar mejor derecho que doña Catalina. La pretensión del Prior de Crato jurídicamente no tenía ningún valor, pero la opinión popular sí le demostró simpatías[5].

   Por su parte, la posición que ocupaba la duquesa de Braganza fue malograda por la ineptitud de su esposo el duque, al que entregó la gestión del asunto y quien logró en breve tiempo granjearse antipatías y dilapidar los apoyos para la causa de su esposa[6]. De este modo podemos concluir que, a excepción de Antonio, ningún otro candidato hizo grandes esfuerzos en pro de la defensa de sus derechos, al menos en La vida privada de Felipe II | La cara oculta de un rey de Leyenda Negra…comparación con los realizados por Felipe. Si bien algunos sectores de la sociedad lusa no querían saber nada de un monarca español en el trono portugués, otra parte considerable mostró un gran interés, sobre todo desde el punto de vista económico, por la idoneidad de su candidatura. Además, el empeño del cardenal Enrique por asegurar la liberación de la nobleza apresada tras Alcazarquivir significaba todavía una desprotección de las defensas lusas ante posibles amenazas exteriores. Una vez preparado el terreno al monarca Habsburgo sólo le quedaba esperar la defunción del cardenal. Un acontecimiento que ocurrirá en febrero del año 1580.

El sistema polisinodial en Portugal

   Felipe II no contempló como única idea conquistar el territorio luso mediante una campaña bélica. Así se lo transmitió a su comisionado, don Cristóbal de Moura, en carta de 31 de enero de 1579, afirmando que «prefería la blandura y negociaciones a tener que apelar a las armas»[7], pero a pesar de ello, finalmente se optó por la vía belicosa.  La conquista del territorio portugués fue una operación bastante rápida. En el año 1580, tras sólo cuatro meses de campaña, el país se rendía a Felipe II.  Tras encargar la tarea de conquista al Duque de Alba y el Marqués de Santa Cruz, Antonio, Prior de Crato, uno de los pretendientes a la corona, huyó del país, haciendo que en abril de 1581 las Cortes de Tomar reconocieran a Felipe como rey de los portugueses. El éxito de la campaña es descrito por el propio Felipe con una expresión que recuerda a la famosa cita del dictador romano, Julio César: “Lo heredé, lo compré, lo conquisté”[8].

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   Aunque la conquista se puede reconocer como un aumento de poder por parte de la monarquía hispánica, si tenemos en cuenta que la vieja percepción de que a mayor cantidad de tierras mayor es el poder, desde el principio Felipe ya planteó que no sería una simple aglutinación y que cada estado mantendría sus características propias, porque la unión de las coronas en una sola persona no implicaba una fusión de reinos.  En palabras del propio Felipe: “El juntarse unos reinos y los otros, no se consigue por ser de un mismo dueño, pues, aunque lo son los de Aragón y estos, no por esto están juntos, sino tan apartados como lo era cuando eran de dueños diferentes”[9].

   Dicho sistema de gobierno es conocido como el sistema polisinodial. Un sistema de consejos que formaban la Monarquía Hispánica y desdeEscudo de Armas de Felipe II en una fachada de Malinas (Bélgica) | EL MÁS  LARGO VIAJE. BITÁCORA DE LUIS G. CHACÓN. el cual se administraba todo el Imperio. Tal y como prometió, quizá por el temor a una oposición o porque creía que era mejor mantener un sistema descentralizado al tratarse de tan vastos territorios, Felipe conservó una administración distinta a los otros reinos españoles. Como cabía esperar, situará al frente de la administración a portugueses que sean más cercanos a su causa, como fue el caso de Moura.

   Analizando el memorial de gracias concedidas por Felipe II a través de la patente presentada tras las Cortes de Tomar, se observa que las concesiones establecidas a un reino conquistado son más generosas de lo que cabía esperar en otros tipos de conquista y más para un monarca del siglo XVI. Además de conceder rápidamente el perdón real a los que habían apoyado de manera forzada a Antonio, Prior de Crato,[10] el 14 de julio de 1580 en Badajoz, en 1583 ya se recogía de manera impresa las concesiones de la patente de Tomar[11].

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  Algunos de los puntos recogidos reflejan este modelo de administración autónomo e independiente con respecto a los otros territorios de la corona española: sólo las Cortes portuguesas legislarán sobre asuntos portugueses, el cargo de Virrey dependerá siempre de un portugués o de algún miembro de la familia real; todos los cargos de carácter militar, eclesiástico o administrativo serían para los portugueses, las fuerzas de defensa del país quedaban en manos portuguesas, el comercio colonial quedaba como antes y se suprimían las aduanas entre Portugal y Castilla, además de evitar la implantación de impuestos castellanos. Quizá uno de los puntos más importantes es el capítulo 15 de la Patente, donde se hace referencia a la creación del Consejo de Portugal, ya que en él se especifica no sólo el número de miembros, sino cómo se seguirá manteniendo el uso del idioma portugués en las reuniones, o cómo será un órgano permanente siempre que el monarca no se encuentre en Portugal.

Que estando su Md o sus sucesores fuera de Portugal, en qualquier parte que sea, traigan siempre consigo una persona eclesiastica y un veedor de la hazienda y un secretario y un Chanciller mayor y dos desembargadores de palacio, los quales se llamaran consejo de Portugal, para que por ellos y con ellos se despachen todos los negocios del mismo Reyno. Y tan bien andaran en la Corte dos escrivanos de hazienda y dos de Camara para lo que fuere necessario en sus officios, y todo será hecho en lenguaje portugues, y las dichas personas seran porthugesas y quando su magestad o sus descendientes vinieran a Portugal venga con ellos el mismo consejo y officiales y sirvan demas de los otros de los mismos officios q ha de haver en el Reyno para  gobierno[12].

   A pesar de ser el monarca, con potestad de otorgar nombramientos a su merced, dichas medidas sólo fueron incumplidas en dos ocasiones. Como expone Lynch, citando a Peres: aparte de nombrar como virrey al archiduque Alberto de Austria y de restaurar en 1593 las aduanas entre Castilla y Portugal no se produjo ninguna otra violación directa del compromiso de 1582 hasta el reinado de Felipe IV.[13]

   Desde 1581 a 1583 Felipe pasará a fijar su residencia en la capital lusa. Con ello no sólo conseguirá un periodo de transición de poder pacífico, sino que buscó hacer ver a sus enemigos que ocupaba una posición nueva y que avanzaba en el combate por el Atlántico. Sólo unos años más tarde, los consejeros de Felipe (destacando el cardenal Granvela) le aconsejarán que resida de manera permanente en Lisboa, ya que desde allí podría encarar mejor las nuevas amenazadas del Atlántico. “Mientras Francia es arrasada por la guerra civil y el Turco queda seriamente debilitado por los ataques de Persia, el Gobierno actuará ventajosamente trasladándose a Portugal, pues desde allí puede acercarse a los recursos del Mediterráneo o del Atlántico para poner en marcha el ataque a Inglaterra y proseguir la pacificación de los Países Bajos”[14].

Archivo:Lisboa 1500-1510.jpg - Wikipedia, la enciclopedia libre

   Es cierto que con el asentamiento en 1583 de Felipe II de nuevo en Madrid el Consejo deberá trasladarse con el monarca. Por eso, aunque se siguió respetando las consultas sobre el reino luso con él, al encontrarse alejado del país, veremos un cierto envenenamiento en la Unión de Coronas que irá debilitándose hasta la revolución de 1640. A pesar de todo, el Consejo no quedará en desuso. Como señala Moreta citando a Luxán: “el funcionamiento del Consejo durante este periodo era el siguiente: las reuniones se deberían de realizar en una sala de palacio, fijándose dos horarios: uno de primavera-verano y otro de otoño-invierno. También se establecieron los días de la semana en los que se realizarían las reuniones: martes, jueves y sábado por tiempo de dos horas, teniendo en cuenta que en el caso de que se acumulara el trabajo, se podrían ampliar tanto los días como las horas de estas reuniones”[15].

  Todos los compromisos con el Consejo y los demás acuerdos establecidos en la Patente de Tomar fueron muy bien aceptados en las colonias portuguesas, donde no se presentó ninguna resistencia a la entronización de Felipe. Sólo en las islas Azores, donde estaba Antonio, Prior de Crato, se puso algún tipo de resistencia. Pero el envío de Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, infligió una dura derrota a los navíos franceses que apoyaban a Antonio frente a la isla de Terceira, haciendo que en 1583 se firmara un acuerdo por el cual se reconocía la hegemonía de España sobre el archipiélago.

[1] LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág. 398.

[2] Ibid. Pág. 399.

[3] DAVILA. A Y BURGUERO, Felipe II y la sucesión de Portugal, Madrid, 1956, pásg.23. Citado en KAMEN, H.,  Felipe de España, Siglo veintiuno de España editores, S.A, Madrid, 1997. Pág. 178

[4] LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág. 399- 400.

[5] RUBIO, J. M., Felipe II de España, rey de Portugal, cit., p. 13; RUMEU DE ARMAS, A., Los derechos de Felipe II al trono y conquista de Portugal según los teólogos españoles, cit., p. 14. Citado en MARTÍNEZ GONZÁLEZ, A. J, Derechos de Felipe II al trono de Portugal: relaciones del consistorio hispalense (1579-1580), RJUAM, n.º 33, 2016-I, pp. 211-232.

[6] MARTÍNEZ GONZÁLEZ, A. J., Derechos de Felipe II al trono de Portugal: relaciones del consistorio hispalense (1579-1580), RJUAM, n.º 33, 2016-I, pp. 211-232.

[7] Carta de 31 de enero de 1579. SALVÁ, M. y SÁINZ DE BARANDA, P., Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (CODOIN), t. VI, Madrid (Imprenta Viuda de Calero), 1845, pág. 82. Citado en  MARTÍNEZ GONZÁLEZ, A. J., Derechos de Felipe II al trono de Portugal: relaciones del consistorio hispalense (1579-1580), RJUAM, n.º 33, 2016-I, pp. 211-232.

[8] LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág.401.

[9] Felipe a Osuna y Moura, 30 de junio de 1579, CODOIN, VI, 519-520, citado en KAMEN, H., Felipe de España, Siglo veintiuno de España editores, S.A, Madrid, 1997. Pág. 178

[10] La copia de la transcripción en portugués se encuentra en: MARQUESES DE PIDAL Y DE MIRAFLORES y SALVÁ, M., Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (CODOIN), t. XXXV, Madrid (Imprenta de la Viuda de Calero), 1859, pp. 11 y 12

[11] Patente das Mercedes, gracias e privilegios, de que el rei Dom Philippe nosso senhor fez estes seus Regnos. E a diante vai outra Patente das respostas das Cortes de Tomar. Antonio Ribeiro impressor  del rey. 1583.

[12] Traducción al Castellano del capítulo 15 de la Patente de Tomar. Citado en MORETA PEDRAZ, Sergio. “Consejo de Portugal“. En: BRASILHIS Dictionary: Diccionario Biográfico y Temático de Brasil en la Monarquía Hispánica (1580-1640). Disponible en: https://brasilhisdictionary.usal.es/consejo-de-portugal-1/. Fecha de acceso: 15/12/2023.

[13] Sobre Portugal bajo dominio español, cf. D PERES, ed., Historia de Portugal (8 vols., Barcelos, 1928-1937), vol. V, pp.289-474. Citado en LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág.402.

[14] VAN DURME, op. Cit., pág. 370. Citado en LYNCH, J., España bajo los Austrias 1. Imperio y absolutismo (1516-1598). Historia, Ciencia y Sociedad, Barcelona, 1987. Pág.404.

[15] LUXÁN MELÉNDEZ, S. (1988). La revolución de 1640 en Portugal, sus fundamentos sociales y sus caracteres nacionales. El Consejo de Portugal: 1580- 1640 (Tesis de doctorado). Universidad Complutense, Madrid. Citando en MORETA PEDRAZ, S. “Consejo de Portugal“. En: BRASILHIS Dictionary: Diccionario Biográfico y Temático de Brasil en la Monarquía Hispánica (1580-1640). Disponible en: https://brasilhisdictionary.usal.es/consejo-de-portugal-1/. Fecha de acceso: 15/12/2023.

La primera vuelta al mundo

Juan Carlos por Juan Carlos Rodríguez, historiador

    La primera vuelta al Mundo no fue en 80 días, ni protagonizada por Phileas Fogg, sino que se prolongó durante unos 1080 días (del 20 de septiembre de 1519 al 6 de septiembre de 1522), siendo capitaneada por Fernando de Magallanes y culminada por Juan Sebastián Elcano, ambos almirantes, al servicio de la Corona española. Con dicha afirmación en los prolegómenos de este artículo, que quiere homenajear tan gloriosa empresa, no deseamos ridiculizar una de las obras maestras del escritor francés, Julio Verne, con la que aquel suceso histórico tiene ciertos paralelismos. Sin embargo, es de justicia remarcar una serie de aspectos que por un hecho u otro han sido presa de la distorsión o cuando menos, del olvido.

Contexto histórico y antecedentes

     Entre finales del siglo XIV y la primera mitad del XV aparecieron una serie de avances técnicos que mejoraron la navegación y posibilitaron las exploraciones transoceánicas. Dentro de ese conjunto de instrumentos, cabe destacar la brújula que, gracias al magnetismo terrestre, indicaba el norte geográfico; el astrolabio, muy útil para la orientación nocturna, ya que mediante la observación de las estrellas se podía triangular la distancia y latitud; y la corredera que, junto a un reloj de arena, permitía calcular la velocidad.

      La evolución de las llamadas “cocas”, embarcaciones medievales, a las naos y carabelas, revolucionarán la navegación. Las carabelas, denominadas así, por su forma de escarabajo, serán capaces de surcar los mares a una mayor velocidad, debido a su ligero casco y al aprovechamiento de los vientos por sus velas, generalmente triangulares. Además, contarán con una gran bodega, esencial para transportar los víveres necesarios en una travesía transoceánica.

Definición de Carabela » Concepto en Definición ABC

  Asimismo, la idea del mundo conocido fue evolucionando y perfeccionándose a través de personajes como Marco Polo o el linaje Cresques, ambos coetáneos del siglo XIV. El mercader veneciano mejorará el conocimiento de la ruta de las Indias y de la cultura asiática, gracias a sus viajes a Mongolia y China. Los Cresques, de origen judío y afincados en Palma de Mallorca, destacarán como cartógrafos y elaborarán cartas de navegación[1] detalladas que serán codiciadas por los marinos europeos.

      Todos estos progresos tecnológicos serán aplicados por los europeos en la búsqueda de una nueva ruta de la seda o de las especias a raíz de la conquista turca de la ciudad de Constantinopla. La caída de la capital del Imperio bizantino en 1453 será un punto de inflexión, un antes y después en la navegación. La imposibilidad de continuar con la ruta terrestre hacia el extremo asiático, será calificado por algunos historiadores como el inicio del fin del Medievo. Pero no será ni este hecho, ni la aparición de la imprenta el que marcará la entrada en la modernidad, sino el descubrimiento de un Nuevo Continente.

      Portugal y España liderarán y competirán por encontrar un itinerario alternativo. Mientras que Portugal bordeará el continente africano para llegar a Oriente, España dejará en manos de Cristóbal Colón la anhelada ruta. La idea de este último era llegar al Este por el Oeste y, en su periplo chocará con un continente desconocido. Dicha empresa deberá esperar a ser culminada por Magallanes y Elcano que, aunque sin quererlo, logró una recompensa mucho mayor que la buscada. El descubrimiento de América encumbró a la nación española y forjó los personajes más destacados de su historia.

La proeza

       Durante la conmemoración de esta efeméride (para ser más exactos, el 1 de marzo del 2019) la Real Academia de la Historia emitió un detallado informe sobre los hechos históricos objetivos que demuestran la españolidad oficial de la gesta marítima, que culminó con la primera circunnavegación a la tierra. Dicho planteamiento se debió al postulado de las autoridades portuguesas al intentar capitalizar la paternidad de la empresa por ser Magallanes natural de Portugal.[2] En dicho informe se relata cómo Fernando de Magallanes, a pesar de ser portugués por nacimiento, se castellaniza por voluntad propia, abandonando Portugal y cualquier servidumbre con el rey Don Manuel, debido a los desencuentros con el monarca. Cuando se firman las Capitulaciones de Valladolid[3] (el 18 de marzo de 1518), que regirán la expedición transoceánica, Magallanes ya estaba afincado en Sevilla, donde había contraído matrimonio, además de testimoniar el nacimiento de su hijo y heredero, Rodrigo. Por tanto, será bajo la protección del rey de España, Carlos I, quien sufragará la expedición, con el que acordará los pormenores en las citadas capitulaciones.

     La leyenda negra, abanderada por la coalición angloholandesa, siempre ojo avizor durante los siglos de Oro de la hegemonía española, hoy tiene sus admiradores en aquellos oriundos que repudian su propia patria y cultura. Los mismos que enturbian el pasado de España con medias verdades o auténticas falsedades son los que se enojan al recordar el descubrimiento de las Américas por Cristóbal Colón (1492), del Océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa (1515), de la Antártida por Gabriel de Castilla (1603), o por las conquistas de Hernán Cortés o de Francisco Pizarro, tachándolos de sanguinarios. Pues bien, tendrán que sumar a su lista de agravios el estrecho descubierto por Magallanes al Sur del Cabo de Hornos (1520) que, en su honor, lleva su nombre y divide el Océano Atlántico del Pacífico.

La primera vuelta al mundo: así fue la mayor hazaña marítima de la historia

   La expedición de circunvalación de Magallanes que -no olvidemos- tenía inicialmente como objetivo abrir una ruta comercial con las Islas de las especias por Occidente, partió de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 20 de septiembre de 1519. Estuvo sufragada en un 75% por la Corona y en un 25% por comerciantes burgaleses (entre los que destacó Cristóbal de Haro). Ya durante los preparativos de la expedición, tuvieron que hacer frente a hostilidades por parte de los esbirros Sebastián Álvarez y Álvaro da Costa al servicio del rey de Portugal, como bien señala la académica Enriqueta Vila Vilar[4]. El monarca portugués D. Manuel debía impedir por todos los medios que dicha empresa, capitaneada por el “traidor Magalhaes”, llegase a buen puerto, pues peligraba la exclusividad portuguesa en lo concerniente a la ruta de las especies.

     Doscientos treinta y nueve marineros (de los que ⅔ eran españoles) y 5 embarcaciones: La Concepción al mando de Gaspar de Quesada, La San Antonio, al de Juan de Cartagena, La Victoria al de Luis de Mendoza, La Santiago al de Juan Serrano y La Trinidad al de Fernando de Magallanes iniciaron el trayecto. De ellos, tan sólo dieciocho tripulantes y una embarcación, La Victoria, regresarán.

       La más importante narración y la única completa de la primera vuelta al mundo fue escrita por uno de sus navegantes, el joven Antonio Pigafetta. Nacido en Vicenza, de noble origen, pasó a España en 1518. Pronto trabó gran amistad con Fernando de Magallanes, que le permitió acompañarle en su viaje sin deberes específicos en el grupo de “criados del capitán y sobresalientes”. Radicado en Italia desde 1523, escribió la Relazioni in torno al primo viaggio di circumnavigazione. Con las siguientes palabras relata la travesía:

Durante tres meses y veinte días no pudimos conseguir alimentos frescos. Comíamos bizcocho, aunque ya no era bizcocho sino polvo mezclado con gusanos y lo que quedaba apestaba a orines de ratas. Bebíamos agua amarilla que llevaba podrida muchos días. También comíamos algunas pieles de buey que cubrían la parte superior del patio principal.

    Estos intrépidos marineros recorrieron miles de kilómetros por parajes helados y desiertos, cruzaron por un estrecho que aún hoy es difícil de navegar y consiguieron atravesar el inmenso mar, al que ellos llamaron Pacífico. Siguieron hasta las Islas Filipinas donde Magallanes, en una imprudente escaramuza, murió a manos de los nativos. Entonces, como oficial con más experiencia[5] Juan Sebastián Elcano asumió el mando de la nao Victoria y en esos diez meses que duró la travesía hasta el retorno a España, tuvo que cruzar en solitario el Océano Índico, doblar el cabo de Buena Esperanza, barajar de sur a norte la costa occidental africana y recalar en las islas de Cabo Verde.

Juan Sebastián Elcano (1486-1526)

    No hay lugar a dudas en calificar a ese último episodio de periplo; el más duro y exigente de todo lo realizado en los tres años de expedición. Ejemplo de ello fue el paso por el cabo de Buena Esperanza, en el que necesitaron 90 días y en el que la nao Victoria estuvo a punto de hundirse en más de una ocasión, debido a las corrientes y al fuerte temporal, como sostiene el que fue comandante del Buque-escuela de la Armada “Juan Sebastián de Elcano”, el Capitán de Navío Iñaki Paz García[6].

   A su llegada a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522 descendieron de la nao Victoria junto a Elcano y Pigafetta, Juan de Acurio, Juan de Arratia, Juan de Zubileta, Juan de Santander, Diego Carmena, Vasco Gómez Gallego, Hernando de Bustamante, Miguel de Rodas, el maestre Hans, Antón Hernández Colmenero, Juan Rodríguez, Francisco Rodríguez, Martín de Yudícibus, Francisco Albo, Nicolás el Griego y Miguel Sánchez[7]. En palabras del propio Elcano, todos «flacos como jamás hombres estuvieron».

   Por vez primera se había dado la vuelta al mundo y se había demostrado empíricamente su redondez. La recompensa por tal hazaña para el almirante vasco sería la de una renta anual de 500 ducados en oro y la propiedad de un escudo de armas, en el cual estaba bordada una esfera del mundo a la que acompañaba como lema una leyenda en latín: Primus circumdedisti me (el primero que me circundó)

[1]Las cartas de navegación más extendidas, se denominaban portulanos, y eran manuales en los que aparecían los puertos, accidentes geográficos, distancias o cualquier elemento relevante para la navegación.

[2] https://www.rah.es/informe-de-la-real-academia-de-la-historia-sobre-la-primera-circunnavegacion-a-la-tierra/

[3]Transliteración a cargo de Cristóbal Bernal, DOCUMENTOS PARA EL QUINTO CENTENARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO. LA HUELLA ARCHIVADA DEL VIAJE Y SUS PROTAGONISTAS. Sevilla 2019-2022 pdf

[4]Véase Vila Vilar, Enriqueta: La Primera Vuelta al Mundo, una empresa española. Artículo del Suplemento especial de la Revista Diplomacia Siglo XXI.

[5]Recordemos que Juan Sebastián Elcano se enroló al inicio de la expedición como el “maestre” de la Concepción, es decir, el segundo de a bordo, quien se ocupaba de la maniobra, el personal, los víveres, etc.

[6]Iñaki Paz García ocupó el puesto de Comandante del “Juan Sebastián de Elcano” (julio 2017-junio 2019), y es autor del artículo: La Primera Circunnavegación: una expedición genuinamente española que completó un español genuinamente vasco. «El capitán guipuzcuano Elcano, cuando se haga cargo de los supervivientes de la empresa, no será sobrevenido por las circunstancias, ni seguirá las instrucciones que había dejado escritas Magallanes, como han afirmado algunos, sino que tomará una decisión genuina, la de seguir navegando hacia poniente y no realizar el tornaviaje».

[7] Véase en la Ilustración, la relación de Marineros de la expedición. Archivo General de las Indias.