por Juan Carlos Rodríguez, historiador
La primera vuelta al Mundo no fue en 80 días, ni protagonizada por Phileas Fogg, sino que se prolongó durante unos 1080 días (del 20 de septiembre de 1519 al 6 de septiembre de 1522), siendo capitaneada por Fernando de Magallanes y culminada por Juan Sebastián Elcano, ambos almirantes, al servicio de la Corona española. Con dicha afirmación en los prolegómenos de este artículo, que quiere homenajear tan gloriosa empresa, no deseamos ridiculizar una de las obras maestras del escritor francés, Julio Verne, con la que aquel suceso histórico tiene ciertos paralelismos. Sin embargo, es de justicia remarcar una serie de aspectos que por un hecho u otro han sido presa de la distorsión o cuanto menos, del olvido.
Contexto histórico y antecedentes
Entre finales del siglo XIV y la primera mitad del XV aparecieron una serie de avances técnicos que mejoraron la navegación y posibilitaron las exploraciones transoceánicas. Dentro de ese conjunto de instrumentos, cabe destacar la brújula que, gracias al magnetismo terrestre, indicaba el norte geográfico; el astrolabio, muy útil para la orientación nocturna, ya que mediante la observación de las estrellas se podía triangular la distancia y latitud; y la corredera que, junto a un reloj de arena, permitía calcular la velocidad.
La evolución de las llamadas “cocas”, embarcaciones medievales, a las naos y carabelas, revolucionarán la navegación. Las carabelas, denominadas así, por su forma de escarabajo, serán capaces de surcar los mares a una mayor velocidad, debido a su ligero casco y al aprovechamiento de los vientos por sus velas, generalmente triangulares. Además, contarán con una gran bodega, esencial para transportar los víveres necesarios en una travesía transoceánica.
Asimismo, la idea del mundo conocido fue evolucionando y perfeccionándose a través de personajes como Marco Polo o el linaje Cresques, ambos coetáneos del siglo XIV. El mercader veneciano mejorará el conocimiento de la ruta de las Indias y de la cultura asiática, gracias a sus viajes a la Mongolia y China. Los Cresques, de origen judío y afincados en Palma de Mallorca, destacarán como cartógrafos y elaborarán cartas de navegación[1] detalladas que serán codiciadas por los marinos europeos.
Todos estos progresos tecnológicos serán aplicados por los europeos en la búsqueda de una nueva ruta de la seda o de las especias a raíz de la conquista turca de la ciudad de Constantinopla. La caída de la capital del Imperio bizantino en 1453 será un punto de inflexión, un antes y después en la navegación. La imposibilidad de continuar con la ruta terrestre hacia el extremo asiático, será calificado por algunos historiadores como el inicio del fin del Medievo. Pero no será ni este hecho, ni la aparición de la imprenta el que marcará la entrada en la modernidad, sino el descubrimiento de un Nuevo Continente.
Portugal y España liderarán y competirán por encontrar un itinerario alternativo. Mientras que Portugal bordeará el continente africano para llegar a Oriente, España dejará en manos de Cristóbal Colón la anhelada ruta. La idea de este último era llegar al Este por el Oeste y, en su periplo chocará con un continente desconocido. Dicha empresa deberá esperar a ser culminada por Magallanes y Elcano que, aunque sin quererlo, logró una recompensa mucho mayor que la buscada. El descubrimiento de América encumbró a la nación española y forjó los personajes más destacados de su historia.
La Proeza
Durante la conmemoración de esta efeméride (para ser más exactos, el 1 de marzo del 2019) la Real Academia de la Historia emitió un detallado informe sobre los hechos históricos objetivos que demuestran la españolidad oficial de la gesta marítima que culminó con la primera circunnavegación a la tierra. Dicho planteamiento se debió al postulado de las autoridades portuguesas al intentar capitalizar la paternidad de la gesta por ser Magallanes natural de Portugal.[2] En dicho informe se relata cómo Fernando de Magallanes, a pesar de ser portugués por nacimiento, se castellaniza por voluntad propia, abandonando Portugal y cualquier servidumbre con el Rey Don Manuel, debido a los desencuentros con el monarca. Cuando se firman las Capitulaciones de Valladolid[3] (el 18 de marzo de 1518), que regirán la expedición transoceánica, Magallanes ya estaba afincado en Sevilla, donde había contraído matrimonio, además de testimoniar el nacimiento de su hijo y heredero, Rodrigo. Por tanto, será bajo la protección del rey de España, Carlos I, quien sufragará la empresa, con el que acordará los pormenores en las citadas capitulaciones.
La leyenda negra, abanderada por la coalición angloholandesa, siempre ojo avizor durante los siglos de Oro de la hegemonía española, hoy tiene sus admiradores en aquellos oriundos que repudian su propia patria y cultura. Los mismos que enturbian el pasado de España con medias verdades o auténticas falsedades son los que se enojan al recordar el descubrimiento de las Américas por Cristóbal Colón (1492), del Océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa (1515), de la Antártida por Gabriel de Castilla (1603), o por las conquistas de Hernán Cortés o de Francisco Pizarro, tachándolos de sanguinarios. Pues bien, tendrán que sumar a su lista de agravios el estrecho descubierto por Magallanes al Sur del Cabo de Hornos (1520) que, en su honor, lleva su nombre y divide el Océano Atlántico del Pacífico.
La expedición de circunvalación de Magallanes que -no olvidemos- tenía inicialmente como objetivo abrir una ruta comercial con las Islas de las especias por Occidente, partió de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 20 de septiembre de 1519. Estuvo sufragada en un 75% por la Corona y en un 25% por comerciantes burgaleses (entre los que destacó Cristóbal de Haro). Ya durante los preparativos de la expedición, tuvieron que hacer frente a hostilidades por parte de los esbirros Sebastián Álvarez y Álvaro da Costa al servicio del Rey de Portugal, como bien señala la académica Enriqueta Vila Vilar[4]. El rey de Portugal D. Manuel debía de impedir por todos los medios que dicha empresa, capitaneada por el “traidor Magalhaes”, llegase a buen puerto, pues peligraba la exclusividad portuguesa en lo concerniente a la ruta de las especies.
Doscientos treinta y nueve marineros (de los que ⅔ eran españoles) y 5 embarcaciones: La Concepción al mando de Gaspar de Quesada, La San Antonio, al de Juan de Cartagena, La Victoria al de Luis de Mendoza, La Santiago al de Juan Serrano y La Trinidad al de Fernando de Magallanes iniciaron el trayecto. De ellos, tan sólo dieciocho tripulantes y una embarcación, La Victoria, regresarán.
La más importante narración y la única completa de la primera vuelta al mundo fue escrita por uno de sus navegantes, el joven Antonio Pigafetta. Nacido en Vicenza, de noble origen, pasó a España en 1518. Pronto trabó gran amistad con Fernando de Magallanes, que le permitió acompañarle en su viaje sin deberes específicos en el grupo de “criados del capitán y sobresalientes”. Radicado en Italia desde 1523, escribió la Relazioni in torno al primo viaggio di circumnavigazione. Con las siguientes palabras relata la travesía:
Durante tres meses y veinte días no pudimos conseguir alimentos frescos. Comíamos bizcocho, aunque ya no era bizcocho sino polvo mezclado con gusanos y lo que quedaba apestaba a orines de ratas. Bebíamos agua amarilla que llevaba podrida muchos días. También comíamos algunas pieles de buey que cubrían la parte superior del patio principal.
Estos intrépidos marineros recorrieron miles de kilómetros por parajes helados y desiertos, cruzaron por un estrecho que aún hoy es difícil de navegar y consiguieron atravesar el inmenso mar, al que ellos llamaron Pacífico. Siguieron hasta las Islas Filipinas donde Magallanes, en una imprudente escaramuza, murió a manos de los nativos. Entonces, como oficial con más experiencia[5] Juan Sebastián Elcano asumió el mando de la nao Victoria y en esos diez meses que duró la travesía hasta el retorno a España, tuvo que cruzar en solitario el Océano Índico, doblar el cabo de Buena Esperanza, barajar de sur a norte la costa occidental africana y recalar en las islas de Cabo Verde.
No hay lugar a dudas en calificar a ese último episodio de periplo; el más duro y exigente de todo lo realizado en los tres años de expedición. Ejemplo de ello fue el paso por el cabo de Buena Esperanza, en el que necesitaron 90 días y en el que la nao Victoria estuvo a punto de hundirse en más de una ocasión, debido a las corrientes y al fuerte temporal, como sostiene el que fue comandante del Buque-escuela de la Armada “Juan Sebastián de Elcano”, el Capitán de Navío Iñaki Paz García[6].
A su llegada a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522 descendieron de la nao Victoria junto a Elcano y Pigafetta, Juan de Acurio, Juan de Arratia, Juan de Zubileta, Juan de Santander, Diego Carmena, Vasco Gómez Gallego, Hernando de Bustamante, Miguel de Rodas, el maestre Hans, Antón Hernández Colmenero, Juan Rodríguez, Francisco Rodríguez, Martín de Yudícibus, Francisco Albo, Nicolás el Griego y Miguel Sánchez[7]. En palabras del propio Elcano, todos «flacos como jamás hombres estuvieron».
Por vez primera se había dado la vuelta al mundo y se había demostrado empíricamente su redondez. La recompensa por tal hazaña para el almirante vasco sería la de una renta anual de 500 ducados en oro y la propiedad de un escudo de armas, en el cual estaba bordada una esfera del mundo a la que acompañaba como lema una leyenda en latín: Primus circumdedisti me (el primero que me circundó)
[1]Las cartas de navegación más extendidas, se denominaban portulanos, y eran manuales en los que aparecían los puertos, accidentes geográficos, distancias o cualquier elemento relevante para la navegación.
[2] https://www.rah.es/informe-de-la-real-academia-de-la-historia-sobre-la-primera-circunnavegacion-a-la-tierra/
[3]Transliteración a cargo de Cristóbal Bernal, DOCUMENTOS PARA EL QUINTO CENTENARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO. LA HUELLA ARCHIVADA DEL VIAJE Y SUS PROTAGONISTAS. Sevilla 2019-2022 pdf
[4]Véase Vila Vilar, Enriqueta: La Primera Vuelta al Mundo, una empresa española. Artículo del Suplemento especial de la Revista Diplomacia Siglo XXI.
[5]Recordemos que Juan Sebastián Elcano se enroló al inicio de la expedición como el “maestre” de la Concepción, es decir, el segundo de a bordo, quien se ocupaba de la maniobra, el personal, los víveres, etc.
[6]Iñaki Paz García ocupó el puesto de Comandante del “Juan Sebastián de Elcano” (julio 2017-junio 2019), y es autor del artículo: La Primera Circunnavegación: una expedición genuinamente española que completó un español genuinamente vasco. «El capitán guipuzcuano Elcano, cuando se haga cargo de los supervivientes de la empresa, no será sobrevenido por las circunstancias, ni seguirá las instrucciones que había dejado escritas Magallanes, como han afirmado algunos, sino que tomará una decisión genuina, la de seguir navegando hacia poniente y no realizar el tornaviaje».
[7] Véase en la Ilustración, la relación de Marineros de la expedición. Archivo General de las Indias.
Muy buen articulo
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¡Muy buen trabajo! ¡Gracias👏!
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