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Realismo y actualidad de Tomás de Aquino

por Juan Antonio Gallardo, filósofo

Tomás de Aquino, necesario y actual

   En este 2025, en el incomparable marco del Jubileo de la Iglesia Católica, cerramos el triple aniversario —también jubilar— en torno a la egregia figura de Santo Tomás de Aquino. En 2023 celebrábamos los siete siglos de su canonización, en 2024 los 750 años de su muerte, y este año ocho siglos de su nacimiento.

   En este trienio jubilar he rememorado personalmente mi encuentro con Santo Tomás. A lo largo de mis estudios de juventud, la mayor parte de las veces, la Escolástica o el tomismo aparecían en las explicaciones como un método más entre los existentes en el pasado, o mejor dicho, como algo pasado. Algún profesor  “de la vieja escuela” nos advertía de la importancia del Aquinate y eso me tenía inquieto.

    Después de los estudios de filosofía y teología, con la lectura de La vida intelectual[1] de Sertillanges, me topé con una visión del tomismoLa vida intelectual totalmente distinta. En este libro pude asomarme y contemplar un hermosísimo horizonte donde el pensamiento de Santo Tomás se me descubría, no como una filosofía más —caducada—, sino como la sistematización más acertada y profunda del conocimiento de las cosas, del orden y fin del universo y del lugar que la persona ocupa en él, llamado a conocer y proclamar la verdad. Fue una gran revelación.

   Muchos intelectuales[2] de gran altura han escrito para conmemorar esta feliz celebración de toda la Cristiandad, del don al mundo del «Doctor Humanitatis»[3]. Yo me sumo con esta pequeña aportación para homenajear al «más santo de los sabios y el más sabio de los santos»[4], y a todos los que me hablaron de él  en la Escuela Tomista de Barcelona[5], mis maestros, a los que estaré siempre agradecido.

   No conocí personalmente al Padre Ramón Orlandis S. I., ni a Jaume Bofill., o a Francisco Canals, pero llegué a saborear su tomismo gracias a la lectura y estudio de maestros como Eudaldo Forment Giralt o Enrique Martínez García, para después estudiar en profundidad su magisterio, acudiendo directamente a Santo Tomás. Tengo que añadir que la lectura de Sobre la Esencia del Conocimiento[6] cambió mi vida.

   Hace unos años, el 24 de junio de 2011, tuve el honor de conocer personalmente al Padre Abelardo Lobato O.P[7]., en la I Jornada Tomista de la Cátedra Santo Tomás de Aquino —que el sabio Lobato presidía— de la Universidad Católica de Murcia. Quedé admirado por la sabiduría y humildad del venerable padre dominico. Menciono este acontecimiento porque lo más atrayente de la doctrina de Santo Tomás es su humildad; el respeto por la realidad y por los hombres es el presupuesto necesario del realismo filosófico. El pensamiento realista es esencialmente humilde, sino no sería realista. Qué bien expresó esto García Morente, al referirse al «clasicismo de Santo Tomás»:

El respeto a la objetividad. El clásico (…) no finge, no inventa la realidad, sino que la acata y recibe respetuosamente, porque la considera creada por Dios. Por ello, aún más que respeto llamaríamos humildad a esta actitud del clásico (…). El clásico es pensador humilde[8].

  Precisamente esta humildad impulsaba al Angélico a buscar desinteresadamente, y con todas sus fuerzas, la verdad[9], lo que le llevaba a ordenar armónica y arquitectónicamente todo el patrimonio del saber. Así lo explicaba el Padre Santiago Ramírez: «Nada más lejos de él que el eclecticismo o el mero papel de compilador. Domina sus fuentes de información, las organiza, las completa y las perfecciona con su propio trabajo personal»[10]. Por esta novedosa sistematización puede Santo Tomás ser considerado como «creador de una nueva corriente doctrinal conocida con el nombre de tomismo»[11], «una síntesis superior en donde se coordinan y unifican todos los conocimientos verdaderos»[12].

   Es en el realismo donde la teología católica tiene su presupuesto fundamental, y santo Tomás de Aquino ha sido el que mejor ha profundizado en los primeros principios del conocimiento, arraigados en el ser, en la humilde actitud del que contempla la realidad con todo su contenido y sin prejuicios.

  Por la consideración de estos presupuestos ontológicos de la concepción católica de la materia, que se arraiga en la unidad de las cosas creadas, habló San Josemaría Escrivá de Balaguer de la «materialización de la santidad[13]», que es la afirmación de la aptitud de las cosas ordinarias para ser elevadas por el trabajo de los hombres y la acción de la gracia:

No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver —a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares— su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jesucristo.

   El auténtico sentido cristiano —que profesa la resurrección de toda carne— se enfrentó siempre, como es lógico, con la desencarnación sin temor a ser juzgado de materialismo. Es lícito, por tanto, hablar de un materialismo cristiano que se opone audazmente a los materialismos cerrados al espíritu[14].

   Se trata de una cuestión de nuclear importancia, centrada en la «original visión optimista de la creación, “el amor al mundo” que late en el cristianismo»[15], para devolver a la materia «su noble y original sentido», ordenada al Reino de Dios. No es posible la teología si esta inteligencia de la dinámica de la Encarnación no es la que informa la reflexión cristiana. Sin una recta inteligencia de la realidad creada, es fácil caer en un gnosticismo. Así lo explica Stefano Abbate:

Una interpretación sesgada de la naturaleza que no puede recibir la gracia por no estar suficientemente predispuesta a hacerlo, a causa de una deficiencia ontológica que impide la sanación de un orden esencialmente malo[16].

   Se comprende, pues, que San Pío X, en la Encíclica Pascendi, advirtiera que «apartarse aunque sea un poco del Doctor de Aquino, en especial en las cuestiones metafísicas, nunca dejará de ser de gran perjuicio»[17]. Por ello, la primacía de la doctrina del Doctor Angélico ha sido un empeño constante en el Magisterio de los Papas, ya que está en juego la inteligencia misma de la Salvación.

San Pío X

   Santo Tomás es un intelectual valiente, no teme a la realidad con la que entabla un verdadero diálogo, ni a los que piensan de modo distinto, a los que escucha con atención acogiendo la verdad venida de ellos, porque «omne verum, a quocumque dicatur, a Spiritu Sancto est»[18] (toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo). No se trata de imponer lo que uno piensa, sino de escuchar a las cosas y a los demás. Así lo decía San Juan Pablo II en su discurso a los participantes en el VIII Congreso Tomista Internacional:

En el saber filosófico, antes de escuchar cuanto dicen los sabios de la humanidad, a juicio del Aquinate, es preciso escuchar y preguntar a las cosas. «Tunc homo creaturas interrogat, quando eas diligenter considerat; sed tunc interrogata respondent» (Super Job, XII, lect. 1).» La verdadera filosofía22 DE OCTUBRE: SAN JUAN PABLO II debe reflejar fielmente el orden de las cosas mismas, de otro modo acaba reduciéndose a una arbitraria opinión subjetiva. «Ordo principalius inventiur in ipsis rebus et ex eis derivatur ad cognitionem nostram» (S. Th. II-IIae, q. 26, a. 1, ad 2). La filosofía no consiste en un sistema construido subjetivamente a placer del filósofo, sino que debe ser el reflejo fiel del orden de las cosas en la mente humana[19].

    Hoy somos testigos de todo lo contrario. Recogemos los frutos amargos de un proceso histórico de raíces profundas.  La negación de la verdad objetiva y de la posibilidad de su conocimiento tiene como Gettypresupuesto la escisión entre el entendimiento y la realidad; se trata del vaciamiento del ente, de las cosas, con la consecuente negación de la realidad objetiva, y la sustitución de la verdad por ideología. Es una crisis metafísica, que da paso a lo que señalaba Joseph Ratzinger: «una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos»[20].

    La cuestión metafísica es irrenunciable. San Juan Pablo II insistía en ello en la Encíclica Fides et Ratio:

Si insisto tanto en el elemento metafísico es porque estoy convencido de que es el camino obligado para superar la situación de crisis que afecta hoy a grandes sectores de la filosofía y para corregir así algunos comportamientos erróneos difundidos en nuestra sociedad[21].

    Aunque es verdad que la Encíclica Fides et Ratio «no indica como único camino, para llevar a cabo la tarea fundamental de abrir un espacio a la trascendencia, el sistema tomista, desplegado y defendido por la escuela tomista, sino que invita a reapropiarse del potencial teorético constituido por los más profundos descubrimientos metafísicos de Santo Tomás»[22].

   En efecto, San Juan Pablo II no indica como único camino el tomismo. Pero si esto es así, también lo es que la teología no puede prescindir de la filosofía cristiana —porque no habría posibilidad de teología—, y la filosofía cristiana no puede prescindir de los descubrimientos metafísicos de Santo Tomás, de la filosofía del ser, «que ve la realidad en sus estructuras ontológicas, causales y comunicativas»[23].

  La filosofía de Santo Tomás merece estudio atento y aceptación convencida por parte de la juventud de nuestro tiempo, por su espíritu de apertura y de universalismo, características que es difícil encontrar en muchas corrientes del pensamiento contemporáneo. Se trata de la apertura al conjunto de la realidad en todas sus partes y dimensiones, sin reducciones o particularismos (sin absolutizaciones de un aspectoImágenes de Conocimiento universal libres de derechos | Depositphotos determinado), tal como lo exige la inteligencia en nombre de la verdad objetiva e integral, concerniente a la realidad. Apertura esta que es también una significativa nota distintiva de la fe cristiana, de la que es signo específico la catolicidad. Esta apertura tiene su fundamento y su fuente en el hecho de que la filosofía de Santo Tomás es filosofía del ser, esto es del «actus essendi», cuyo valor trascendental es el camino más directo para elevarse al conocimiento del Ser subsistente y Acto puro que es Dios. Por este motivo, esta filosofía podría ser llamada incluso filosofía de la proclamación del ser, canto en honor de lo existente[24].

   El filósofo Mario Pangallo a propósito de la filosofía del ser de Santo Tomás nos dice:

Ahora bien, la metafísica del acto de ser es la característica fundamental de la ontología tomista, gracias a la cual es posible llevar a término ese “paso del fenómeno al fundamento”, considerado necesario por el Papa en el n. 83 de la Fides et Ratio, parágrafo dedicado por completo a la recuperación de la dimensión metafísica de la filosofía[25].

  Fr. Santiago Cantera O.S.B. mete el dedo en la llaga al señalar Santiago Canteradirectamente como «una de las mayores pérdidas que la civilización cristiana occidental ha sufrido en los últimos años, aproximadamente a partir de los 60 del siglo XX, ha sido la originada por una especie de derrumbe de la Escolástica y del tomismo»[26], y «este desplome ha sido patente de un modo muy particular en la Iglesia Católica»[27].

   Como vemos, esta cuestión es clave en la urgente reflexión sobre la realidad misma, que  hoy es reducida al ámbito de lo subjetivo o negada. La teología tiene como misión mostrar a Aquel que es  «Via et Veritas et Vita (el Camino, y la Verdad y la Vida)[28]», y que nos ha revelado el sentido verdadero de la existencia de la creación. En los años postconciliares del Vaticano II se produjo una decadencia intelectual[29], una crisis metafísica que se acentuaba por ser río revuelto, donde las ideologías ateas se apresuraban a echar sus redes, deformando la doctrina conciliar para promover una lectura de la misma absolutamente contraria a su espíritu.

Interpretación del Concilio Vaticano II y su relación con la crisis actual  de la Iglesia - El Español Digital "La verdad sin complejos"

  La incursión de las corrientes de la Nueva Teología y de otras provenientes del protestantismo e incluso de fuentes ideológicas totalmente ajenas a la fe, trajo su casi desaparición [de la Escolástica y del tomismo] entre los teólogos católicos y en los centros de formación, seminarios diocesanos y universidades, para dejar paso a nuevas formas de enseñanza, de exposición y de investigación cuyos resultados, sobre los que hoy se puede ya realizar un juicio bastante certero, han sido en general desastrosos: caída del nivel de conocimientos, incapacidad para el debate por el abandono del método deductivo y dialéctico propio de la Escolástica, errores doctrinales y un largo etcétera, que va haciendo conveniente subsanar pronto[30].

El tomismo, hoy

    Sin embargo, fue el Concilio Vaticano II una solmene invitación a volver al Doctor Angélico[31]. Algunos peces fueron arrastrados por la corriente. Pero otros siguieron nadando contra corriente, y así «el tomismo sigue teniendo gran fuerza, tanto entre numerosos eclesiásticos y en bastantes centros de estudios, como quizá más todavía entre destacados filósofos seglares de hoy. Tal es el caso, en España, de la conocida Escuela Tomista de Barcelona»[32], donde destacados tomistas desarrollan una labor de profundización y divulgación científica para bien de todos; bajo el influjo de destacadísimos maestros que nos dejaron, como Ramón Orlandis, Francisco Canals, Jaume Bofill, JoséFrancisco Canals Vidal María Petit, actualmente blanden su pluma intelectuales de la talla de Eudaldo Forment, José María Alsina, Antonio Prevosti, Enrique Martínez, Martín F. Echavarría, Xavier Prevosti, Lucas Prieto, Stefano Abbate, Mariano Bártoli, Miguel Ángel Belmonte, Emili Boronat, entre otros, y desarrollan gran parte de su magisterio en el Instituto Santo Tomás de Aquino[33] en la Fundación Balmesiana, con regulares publicaciones en la revista Espíritu y en la revista Cristiandad, y con una gran actividad en la Sociedad Internacional Santo Tomás de Aquino. Hay que mencionar a la Fundación Speiro, que difunde su labor intelectual en la revista Verbo, con sede en Madrid, actualmente bajo la dirección del profesor Miguel Ayuso[34].

    Hoy hemos salido de una crisis y miramos al futuro con gran esperanza, para afrontar los nuevos retos y seguir el ejemplo perenne de Santo Tomás, que es el «Apóstol de la verdad»[35], y luz para el tiempo presente, desde «la apertura plena y global hacia la realidad entera, superando cualquier límite hasta llegar a Aquél que lo perfecciona todo»[36].

[1] Sertillnages, A. D., La vida intelectual, Ediciones Encuentro, Madrid 2003.

[2] Cf. Revista Suroeste. Actualidad con Identidad. Santo Tomás de Aquino. Edición especial. Ed.Comunidad y Justicia, Suroeste. Marzo 2025. http://www.comunidadyjusticia.cl, www.revistasuroeste.cl

[3] Cf. Juan pablo ii. Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes en el VIII Congreso Tomista Internacional, n. 3. Castelgandolfo, 13 de septiembre de 1980. En: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/1980/september/documents/hf_jp-ii_spe_19800913_congresso-tomistico.html (17/03/2025).

[4] Cf. Ramírez, Santiago, Introducción a Tomás de Aquino. Biografía Obras. Autoridad doctrinal. Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1975, pág. 213.

[5] Cf. https://revistasuroeste.cl/2023/07/18/la-escuela-tomista-de-barcelona/, https://istomas.org/el-instituto/  (18/03/2025).

[6] Cf. Espíritu XLI (1992) 57-62, en: https://revistaespiritu.istomas.org/sobre-la-esencia-del-conocimiento-de-francisco-canals-vidal/ (17/03/2025). Canals Vidal, F., Sobre la esencia del conocimiento, Promociones Publicaciones Universitarias, Barcelona 1987.

[7] 20 de enero de 1925 – (†)18 de mayo de 2012. Cf. Lobato, A. (Dir)., El retorno de la filosofía. Jornada Tomista (Actas), Ed. UCAM Publicaciones, Murcia 2013.

[8] García Morente, M., El clasicismo de Santo Tomás de Aquino. Conferencia en la Universidad de Valladolid en la fiesta del Santo, Valladolid 1941.  Citado en: Forment, E., La interpretación de Santo Tomás en García Morente, Espíritu XXXV (1986) 13-34.

[9] Cf. San Juan Pablo II, Carta Encíclica Fides et Ratio, n. 44.

[10] Ramírez, Santiago, Introducción a Tomás de Aquino. Biografía,  op. cit., pág. 110.

[11] Ibidem.

[12] Grabmann, M, Das Seelenleben des hl. Thomas von Aquin, traducción española de Octavio N. Derisi, La vida de Santo Tomás, p. 147-148. Citado en Ramírez, Santiago, Introducción a Tomás de Aquino. Biografía. Op. Cit. p. 111.

[13]Cf. Luciani, A., Buscando a Dios en el trabajo diario. Artículo publicado por el Cardenal Albino Luciani (Beato Juan Pablo, Papa), en el diario veneciano Il Gazettino, 25 de julio de 1978.

[14] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Amar al mundo apasionadamente, Ed. Rialp, Madrid 2007, pp. 19-20. (Homilía pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra el 8-X-1967). En: https://opusdei.org/es-es/article/amar-al-mundo-apasionadamente-4-2/#homilia (20/03/2025).

[15] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Forja, n. 703, en Camino, Surco, Forja. Ed. Rialp, Madrid 2007, pág. 901. Esta cuestión ha sido profundizada por Sanz Sánchez, S. en L´ottimismo creazionale di San Josemaría, Edizioni Università della Santa Croce, Roma 2014, págs. 217-254. En https://cedejbiblioteca.unav.edu/web/centro-de-estudios-josemaria-escriva/biblioteca-virtual/details.vm?w=sortAuthorities%3A%22Simposio+San+Josemaría+e+il+pensiero+teologico%22&view=global&lang=es&t=-modification&s=1 (6/04/2025)

[16] Abbate, S., La destrucción de la naturaleza por parte de la gnosis. Dios, cosmos, hombre, Revista Espíritu LXVI (2017), n.º 154, p. 415. En: https://revistaespiritu.istomas.org/la-destruccion-de-la-naturaleza-por-parte-de-la-gnosis-dios-cosmos-hombre/ (20/03/2025).

[17] Pío X. Carta Encíclica Pascendi, n. 46.

[18] Santo Tomás de Aquino, Super Job, lect. 3, núm. 103.

[19] JUAN PABLO II. Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes en el VIII Congreso Tomista Internacional, op. cit., n. 3

[20] Joseph Ratzinger, Homilía del Cardenal Joseph Ratzinger, Decano del Colegio Cardenalicio en la Misa «PRO ELIGENDO PONTIFICE», (Lunes, 18 de abril de 2005). En http://www.vatican.va/gpII/documents/homily-pro-eligendo-pontifice_20050418_sp.html

[21] Fides et Ratio, n. 83.

[22] Sanchez Sorondo, M. Per una metafisica aperta alla Trascendenza, en Grande Enciclopedia epismemologia, n. 119, pág. 45. Citado en Clavell Ll. El pensamiento de Santo Tomás de Aquino en la Encíclica Fides et Ratio. Tópicos, Revista de Filosofía, 19 (1), 35-49, pág. 48. https://doi.org/10.21555/top.v19i1.334

[23] Fides et Ratio, n. 97.

[24] San Juan Pablo II, Discurso al Pontificio Ateneo Angelicum (17 de noviembre de 1979), n. 6. En: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/1979/november/documents/hf_jp-ii_spe_19791117_angelicum.html

[25] Pangallo, M., Tommaso d´Aquino nell´ Enciclica, en Grande Enciclopeidia epistemológica, n. 119, pág. 36, citado en: Clavell Ll. El pensamiento de Santo Tomás de Aquino en la Encíclica Fides et Ratio. Tópicos, Revista de Filosofía, 19 (1), 35-49, pág. 43. https://doi.org/10.21555/top.v19i1.334

[26] Cantera Montenegro, S., La crisis de Occidente. Orígenes, actualidad y futuro. Ed. Sekoita, 2020, pág. 27.

[27] Ibidem.

[28] Jn, 14, 6.

[29] Fides et Ratio, n. 61.

[30] Cantera Montenegro, S., La crisis de Occidente. Op. cit., págs. 27-28. Fr. Santiago Cantera pone aquí en nota al pie: Para las cuestiones a las que nos referimos aquí, pueden ser interesantes los apéndices de la obra del filósofo y teólogo dominico Rodríguez, Victorino (O.P.), El conocimiento analógico de Dios, Madrid, Speiro, 1995; especialmente el apéndice VI, «El método teológico después del Concilio Vaticano II», pp. 300-328.

[31] Cf. Fides et Ratio, n. 61.

[32] Cantera Montenegro, S., La crisis de Occidente. Op. cit., págs. 29-30.

[33] http://www.istomas.org

[34] Cf. Cantera Montenegro, S., La crisis de Occidente. Op. cit., págs. 30.

[35] Pablo VI, Carta Apostólica Lumen Ecclesiae (20 de noviembre de 1974). Citada en: Fides et Ratio, n. 44.

[36] Fides et Ratio, n. 97.

Esencia de la Hispanidad

Garrido por Juan Antonio Gallardo, filósofo

El término Hispanidad

  En sus orígenes esta palabra carecía del contenido doctrinal que mayoritariamente ha adquirido en la actualidad. En los diccionarios de la Real Academia en el s. XIX la voz hispanismo definía el “modo de hablar peculiar de la lengua española”[1]. Fue Miguel de Unamuno quienUnamuno – PHTE · Portal digital de Historia de la traducción en España presentó el vocablo Hispanidad como “una unidad de provenir”, con la que “incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que ha hecho el alma terrena y a la vez celeste de Hispania”. La lengua romance nacida en la región de Castilla, enriquecida y desarrollada en su proceso de crecimiento y expansión, acabaría por expresar toda una cultura y concepción de la realidad que José María Pemán vincularía al “hecho” idiomático español[2].

  En 1926 el sacerdote Zacarías de Vizcarra en un artículo titulado La Hispanidad y su Verbo pedía a la Real Academia de la Lengua que “se Zacarías de Vizcarra Arana 1880-1963adoptara estas dos acepciones de la palabra Hispanidad -1º: el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico, diseminados por Europa, América, África y Oceanía, 2º: el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica”. La propuesta fue aceptada[3].

  Aunque los intelectuales ajenos a la visión católica que le imprimió Vizcarra a la Hispanidad intentaron dotarla de otro significado, ha prevalecido ese sentido religioso que históricamente animó la labor civilizadora de España allende los mares[4]. Ciertamente, con las independencias americanas quiso erigirse un modelo de Hispanidad que sustituyera aquel contenido por otro de carácter liberal, hostil a la identidad católica[5]. No se logró. Por eso los líderes independentistas, muchos de ellos miembros de la masonería e influidos por los ideales antirreligiosos de la Ilustración naturalista, adoptaron el término de Latinidad o Latinoamérica para sustituir y orillar definitivamente la connotación católica de la Hispanidad y su vínculo con España[6].

  Ramiro de Maeztu, que había conocido a Vizcarra en Argentina, se entusiasmó por la Hispanidad, y quiso llamar a la revista Acción Española, “Hispanidad”. Aunque no fue así, el primer artículo de la revista, el 15 de diciembre de 1931, se tituló “La Hispanidad”. Junto a este texto y la «Declarar la guerra a la política». Un texto profético de García Morente |  Blog de Jaime Urcelaycompilación de otros sucesivos publicados entre 1932 y 1933, surgiría la obra Defensa de la Hispanidad, reeditada en 1938, durante la Guerra Civil[7]. A esta seguirían otras obras en la misma línea: Idea de la Hispanidad, de Manuel García Morente y Apología de la Hispanidad del obispo y cardenal Isidoro Gomá.

  García Morente, refiriéndose a los Caballeros de la Hispanidad, nos dice cuál es el fin de la Hispanidad, que resulta desvelador de su esencia:

No ha de consistir únicamente en acrecentar el valer de algunos hombres, sino que ha de aumentar la caridad, la hermandad entre los humanos […]. Esta es una idea que ningún otro pueblo ha sentido con tanta fuerza como el nuestro. Y como creo en la Humanidad, como abrigo la fe de que todo el género humano debe acabar por constituir una sola familia, estimo necesario que la Hispanidad crezca y florezca y persevere en su ser y en sus caracteres esenciales, porque sólo ella ha demostrado su vocación para esta obra[8].

  Esta profundización en la esencia de la Hispanidad nos ayuda a entender las causas profundas que la impulsaron y que la promueven hoy entre ciertos colectivos y ambientes para una unidad de las Españas (tierras de cultura hispánica), fundamentada en la verdadera amistad.

La inclinación a la unidad

  Sada explica que el hombre tiende a buscar el principio de unidad que confiere sentido a la multiplicidad del universo “y esa unidad sólo puede reconocerse a la luz de la relación causal que existe entre el creador y la creatura”[9]. “Tan pronto como el hombre encuentra multiplicidad en el mundo de su experiencia, comienza normalmente la búsqueda de un principio de unificación”[10].

  El Padre Ramón Orlandis Despuig se refería a esta cuestión fundamental, en su libro Pensamientos y Ocurrencias:

No falten entendimientos metafísicos que anhelen por las síntesis metafísicas y teológicas, de los cuales puedan mendigar lo que les falta: la unidad estructuradora, armonizadora, que no les puede venir sino de más arriba. Deseen con anhelos de indigencia sinceramente humana la infusión en sus conocimientos, desconectados y destituidos, de síntesis vivificante; la infusión de espíritu venido de lo alto, que traiga consigo la vida, el calor de la vida, aquella íntima y profunda trabazón de unas partes con otras y de las partes con el todo, que es característica de los organismos vitales y vivientes que, al ofrecerse como un todo compacto y estructurado lo hace perfecta y admirablemente inteligible, que comunica a la inteligencia que lo considera calor y vida, sentimiento de la verdad, de la realidad, de la perfección. Todo hombre, en cuanto hombre, tiene invencible apetencia de síntesis, de unidad íntima, de la realidad esencial y nunca podrán llenarla los fracasos de los filósofos que por su temeridad no han logrado sino abortar engendros de absurda fantasía[11].

  El Padre Orlandis nos dice que en la segunda parte de la Suma Teológica se descubre “la huella del poderoso genio sintético del Doctor Angélico”[12], al explicar que toda la actividad intelectual verdadera se ordena a la unificación sintética de lo que está disperso, en coherenciaUniversidad de verano | Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado  Corazón con los primeros principios del conocimiento. Esta ordenación al fin último de la vida humana apunta a la Bondad Divina que nos atrae gratuitamente. De esta tendencia a la unificación sintética es confirmación y resultado aquel continuo recurso a lo que en la vida psico-moral es motor primero y norma suprema de todo sentimiento y afección, de toda determinación libre y de toda actividad práctica: el fin último de la vida humana[13].

  Todo esto nos permite afirmar la pluralidad sin negar la unidad. Más aún, no es posible afirmar o fundamentar nada en la pluralidad, si previamente no se ha afirmado la unidad. De aquí la necesidad de conocer primero los vínculos de la unidad que conforman la comunidad de ese conjunto de pueblos de cultura y origen hispánico, sin los cuales resulta incomprensible las singularidades de cada uno. Y es que no se puede entender lo múltiple si previamente no se ha entendido lo uno, como no se puede entender la parte sino es desde la unidad del todo.  Una multiplicidad sin una unidad es dispersión.

Una realidad sustancial

La esencia de la Hispanidad es –en efecto– una cuestión filosófica, Francisco Canals Vidalmetafísica. El Dr. Francisco Canals Vidal comenzó su obra Sobre la esencia del conocimiento[14]con la siguiente cita de Aristóteles: “toda doctrina y toda disciplina racional se genera desde el conocimiento preexistente”[15]. Dicho con otras palabras: hay cosas que no necesitan demostración.

  Los que niegan la Hispanidad como una realización histórica buena y conveniente, son los mismos que niegan que existe la naturaleza y que existe la Verdad, para negar el fundamento de la familia, de la sociedad y de la moral, y para obligar a los demás a negarlo.

  Aristóteles nos dice que “intentar probar la existencia de la naturaleza sería demasiado ridículo”[16]. “Y quien niega algo evidente lo hace por haber caído en las redes de las argumentaciones sofísticas o, aún peor, en las redes diabólicas que llevan al pecado de protervia”[17], que es la inclinación al mal, o la obstinación en la maldad.

  Si no existiera la naturaleza y la posibilidad de su conocimiento (es decir, de la Verdad), habría que negar las leyes físicas, incluso habría que negar la posibilidad misma de negar la naturaleza. Existe la naturaleza y es posible conocerla, negarlo es absurdo. Y el conocimiento lo realiza el hombre concreto.

  El Dr. Eudaldo Forment señala el origen de la reflexión del carácter personal del hombre, más allá incluso de la concepción puramente racional:

El pensamiento griego llegó a esta profunda concepción racional del hombre, pero sin referirse a su dimensión personal. Sin embargo, fue completada por la filosofía cristiana, con sus reflexiones sobre el carácter personal del hombre, suscitadas por la misma fe cristiana, cuyos misterios principales, el de la Trinidad y el de la Encarnación, están centrados en la persona[18].

  El hombre, por su acto de ser, es sujeto personal, y desde ahí es la única creatura material que puede amar y conocer, y por esta ordenación de su ser, está naturalmente inclinado a la amistad, es decir, a vivir en sociedad. En efecto, esta dignidad personal radica en la imagen y semejanza de Dios, por nuestra naturaleza intelectual. Esta individualidad única e intransferible recibe el nombre de nobleza de persona. La persona tiene un rostro único. La concepción de la naturaleza por el conocimiento y el concepto de persona son herencia exclusiva de la reflexión cristiana. Esta base conceptual y antropológica es el fundamento sobre el que la Cristiandad ha transmitido aquella cosmovisión del Universo, ordenado a un fin y en cuya más alta jerarquía del mundo natural se encuentra el hombre. Éste, en lo que tiene de imagen de Dios,  es digno por el hecho de ser y tiene inscrita en el corazón su ley, fundamento de todas las demás. Este principio constituiría la base de la civilización, que no se encontraría precisamente en las culturas precolombinas. La Hispanidad, en cuanto categoría histórica y, por tanto, espiritual ˗en palabras de Unamuno˗, materializaría la Cristiandad y, por tanto, el axioma civilizador en las llamadas Españas.

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  Desde esta premisa histórico-metafísica, la Hispanidad no sería, pues, un contrato, una decisión o una autodeterminación. Tampoco se trataría de un atentado contra el hombre en un hipotético estado de naturaleza, ni una ideología o visión política. Mucho menos una opinión. La Hispanidad sería una realidad espiritual engendrada en el intrínseco dinamismo de la historia.

  Nos dice Tomás de Aquino que “todas las artes y las ciencias se ordenan a un solo fin, la perfección del hombre que es su felicidad”[20]. La Conoces estas enseñanzas de Santo Tomas de Aquino? - Archisevilla - Siempre  Adelantepersona humana –como hemos dicho– no sólo genera biológicamente, sino espiritualmente. Esta es la razón por la que Santo Tomás define la educación como la “conducción y promoción de la prole hasta el estado perfecto del hombre en cuanto hombre, que es el estado de virtud”[21]. En este sentido, la Cristiandad o la Hispanidad como fórmula específica sería la realización histórica del “recto sentir en el horizonte de una nueva comprensión ontológica del hombre y del universo”[22]. Una base que, sin duda, alentaría y puede seguir animando la mejora de los hombres de cultura hispana, conduciéndolos a la verdadera realización de la felicidad por medio del conocimiento y del amor.

[1] Barraycoa, J., Qué es la Hispanidad, en AAVV, Cartas Hispanistas al Rey de España, Ed. SND EDITORES, Madrid 2023, p. 17.

[2] Pemán, J.M., Elogio de la Lengua Castellana, p. 170. En: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2127425

[3] Cf. Barraycoa, J., Qué es la Hispanidad, Op. Cit. p. 17

[4] Cf. Ibidem pp. 19-20

[5] Ibidem. p. 20

[6] Cf. Ibidem.

[7] Cf. Ibidem, p. 21.

[8] Ibidem, pp. 21-22

[9] Sada, A., Joseph Ratzinger frente al rechazo de la filosofía por parte de Buenaventura. Op. Cit. P. 64.

[10] Hinwood, B., The Principles Underlying Saint Bonaventure’s Division of Human Knowledge, p. 472. En Sada, A., Joseph Ratzinger frente al rechazo de la filosofía por parte de Buenaventura. Op. Cit. P. 65.

[11] Orlandis Despuig, R., Pensamientos y Ocurrencias, Ed. Balmes, Barcelona 2000, p. 369. Cf. Orlandis Despuig, R., El último fin del hombre en Sto. Tomás, Manresa. Revista de Ascética y Mística, Año XIV, Barcelona, 1942.

[12] Orlandis Despuig, R., Pensamientos y Ocurrencias, Op. Cit., p. 313.

[13]Orlandis Despuig, R., Pensamientos y Ocurrencias, Op. Cit., pp. 313-314.

[14] Canals, f. Sobre la esencia del conocimiento, Barcelona:  PPU, 1987

[15] Ibidem, pág. 41.

[16] Aristóteles, Física, I, 1, 193ª 3.

[17] Tomás de Aquino (San), De Mal., q. 6, art. un., co.

[18] Forment, E., ¿Hombre y persona? en ESPÍRITU XLV (1996) 16-37, p.30

[19] Ibidem, p. 31

[20] In Metaphiysican, Proem.

[21] Tomás de Aquino. In IV Sent. d.26 q.1 a.1 in corp. Citado en Martínez, E. Persona y educación en Santo Tomás de Aquino. Madrid: Fundación Universitaria Española, 2002, pág. 143.

[22] Canals, F., Tomás de Aquino. Un pensamiento siempre actual y renovador, Ed. Scire, Barcelona., p. 217.