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Razones de la presencia española en África

por Álvaro Sureda, historiador

Introducción

Junto a Portugal, Marruecos se ha convertido en uno de los países a los que suele acudir el nuevo presidente de España en sus primeros viajes de Estado cuando es elegido por los españoles. Los intereses geoestratégicos de la Península incentivan estos viajes para poder contar con la ayuda del país magrebí en distintos campos como la inmigración, la agricultura o el abastecimiento de gas proveniente de Argelia. Otros muchos campos como el traspaso de información de los servicios de inteligencia, el control del tráfico de drogas, el desarrollo de la cultura o el mantenimiento de paz en las plazas africanas que pertenecen a España, hacen de las buenas relaciones con el reino alauí una política de Estado.

A pesar de lo que parecerían unas buenas relaciones a simple vista, en los últimos años se percibe una serie de amenazas por parte de Marruecos. La exigencia de la soberanía sobre aguas de Canarias o los territorios de Ceuta y Melilla, además de la reivindicación de las plazas de Vélez de la Gomera, Las Chafarinas, Alhucemas o Perejil han perjudicado el entendimiento. Perejil fue la última protagonista de una de las crisis más graves que ha afrontado la democracia española ante su ocupación por parte de Marruecos en 2002. Unos movimientos que hacen tensar las relaciones y complicar en algunos momentos los delicados equilibrios de la geoestrategia hispana. Si bien algunas instituciones han profundizado en la explicación de la cronología del dominio español de dichos enclaves[1] para dar legitimidad al control territorial frente a las reclamaciones del país magrebí, este artículo se centrará en las razones de este dominio.

La necesidad portuguesa

Muchos de los grandes descubrimientos de la civilización vendrán impulsados por la necesidad. Al igual que la escritura responde a una necesidad de contabilización de los recursos y de la economía, la agricultura surge de la escasez de recursos y de la incomodidad de los desplazamientos de una sociedad nómada. Del mismo modo las herramientas surgen para ayudar, facilitar y permitir a los hombres acometer distintas tareas como la caza o la agricultura, los avances en medicina provienen de intentar afrontar las diversas enfermedades humanas. Es por eso que podemos comparar estos grandes avances a otros producidos posteriormente como motivos de necesidad. Por ejemplo, la necesidad de crecimiento económico y las dificultades de una expansión militar en la Península, la falta de oro o la escasez de alimentos, llevaron al reino de Portugal, liderados por su rey Enrique el Navegante y la Escuela de Sagres, a desarrollar el campo de la Navegación para conseguir sus objetivos. De ese modo, la investigación sobre nuevos tipos de barco como la Carabela o la Nao, el estudio de las corrientes marinas como la de Canarias, la construcción de varios astrolabios, cuadrantes y agujas náuticas o el descubrimiento de la ruta de circunnavegación de África permitirán el crecimiento del reino portugués durante el periodo moderno. Un crecimiento que les permitirá la obtención de recursos y un expansionismo importante. Gracias a estos progresos, en 1460 conseguirán llegar desde Madeira (portuguesa desde 1419) a Guinea, donde asentaron poblados mercantiles para la obtención de oro y esclavos. Años más tarde, en 1488, Bartolomé Días llegará al Cabo de Buena Esperanza, haciendo posible que en 1498 Vasco de Gama consiga establecer la ruta de las Indias, mediante la cual conseguirán un gran crecimiento económico y la posibilidad de prosperar.

La necesidad española

En esa misma situación se encontrarán otros Estados que verán la necesidad de afrontar distintas empresas para sus planes de crecimiento y supervivencia. En el caso de España, también es la necesidad la que le llevará a cambiar el curso de la Historia. Con el fin de la reconquista en los territorios hispanos, los Reyes Católicos comprenden que el peligro que supone el Islam para la cristiandad no ha terminado. Con la caída del imperio de Constantinopla en manos de Mehmet II (1453) la cristiandad sufre un gran revés. Además, las incursiones en los puertos del mediterráneo por parte de la piratería berberisca continúo siendo un problema latente entre los súbditos de la corona. Por último, la imposibilidad de contactar con los mercados orientales por la ruta de la Seda, bajo el control de los turcos, y el monopolio de la ruta portuguesa por la costa africana, que los Reyes Católicos tuvieron que reconocer con la firma del tratado de Alcaçovas (1479), terminaron impulsando la expedición colombina hacia el Atlántico. Es en este escenario cuando toma especial relieve el fin de la conquista de los primeros enclaves africanos por parte de los Reyes Católicos. Aprovechando la presencia castellana en algunas de las islas del archipiélago canario desde 1402, los Católicos instarán a finalizar el dominio del conjunto de islas. Un proceso que verá su conclusión en 1496. Como bien se sabe, el dominio de dichas islas supondrá un importante hito para la realización de la expedición colombina, que verá la luz en 1492. La ruta de Cristóbal Colom, además de buscar la ruta comercial con Asia, también buscaba llegar a Oriente con el objetivo de poder asestar un golpe por la retaguardia al Islam. Siendo el Levante dominado por el nuevo Imperio Otomano, buscar el flanco opuesto del Imperio con el objetivo de debilitarlo se presentó como un aliciente importante para financiar la expedición.

Cristóbal Colom presentó a los Reyes Católicos su propuesta de ruta atlántica

Gracias al uso de las Canarias como base de operaciones en la ruta atlántica y las corrientes que pasan por sus inmediaciones, el trayecto pudo llegar a su destino. Esta misma inquietud llevará a la presencia hispana en distintos enclaves de África. El control de Ceuta en 1415 por los portugueses responde a una lucha continuada de la Reconquista (Ceuta pasará a formar parte de España tras la independencia de Portugal en 1640). Otros territorios como Tánger (1471), Mazagán (1502), Mogador (1516) o Agadir (1505), tendrán el mismo objetivo por parte del reino portugués. Estos lugares destacarán por ser de vital importancia, no solo para el desarrollo de sus nuevos avances marítimos, sino porque suponen acabar con nuevas amenazas de invasión dentro de la Península. Con anterioridad, la invasión musulmana producida en el 711 vino desde Ceuta, apoyada por el conde visigodo Urbano que buscaba venganza contra el rey Rodrigo. Por otro lado, las invasiones de los Almorávides (hacia el 1090) y los Almohades (1195), realizadas a través del estrecho, habían puesto en jaque el avance cristiano en la Península. Con este control se evitaba la posibilidad del envío de suministros y auxilio desde el estrecho. En el caso de Melilla (conquistada por el duque de Medina Sidonia en 1497), Mazalquivir (conquistada por voluntad del arzobispo de Toledo en 1505) o Vélez de la Gomera (conquistada por Pedro Navarro en 1508), ocurrirá de manera similar. Todas estas conquistas estaban incentivadas por la expectativa de extirpar la piratería y el establecimiento de bases que controlarán el territorio, pudiendo neutralizar posibles ataques. Dentro de este conjunto, podríamos añadir otras plazas como Orán (dirigida la campaña por el propio Cardenal Cisneros en 1509), Bugía (1510), Argel (1510, aunque posteriormente perdida), Trípoli (1434 y 1510) o Bona, Bizzerta, Túnez y la Goleta (conquistadas en 1535). Aunque ya no forman parte de España, su control se prolongó durante bastante tiempo. Las islas Alhucemas serán conquistadas y mantenidas hasta la actualidad a partir de 1673. A su vez, el territorio de Ifni en el Sáhara también será conquistado por los castellanos (estableciendo Diego García Herrera una torre en 1478 que tras ser destruida se reconstruirá y volverá a desaparecer en el siglo XVI). Ifni retomará el protagonismo a raíz de las guerras de Marruecos. Será concedida a perpetuidad para España en el tratado de Wad-Ras en 1860. Sin embargo, se perderá tras la última guerra colonial de España frente a Marruecos en tiempos de Franco (1958) y por mandato de la ONU. Por otro lado, son también conocidas las incursiones realizadas por Carlos I de España en Túnez (1535) y Argel (1541) contra el pirata Barbarroja, siendo la primera una gran victoria y la segunda un gran fracaso. El problema contra la piratería seguirá estando presente en los siglos posteriores. A pesar del control de algunas plazas, la necesidad de acabar con el problema supondrá, en tiempos de Carlos III, el ataque e intento de conquista de Argelia por parte de O´Reilly, representando un nuevo fracaso a la hora de intentar solucionar el problema.

La toma de Orán por el cardenal Cisneros (obra de Augusto Ferrer-Dalmau)

Varios de estos enclaves pasarán a formar parte del territorio hispano y a depender de los gastos de la corona. Un ejemplo de ello lo encontramos en la cesión de Melilla por parte del duque de Medina Sidonia, que pasará a ostentar el título de jurisdicción realenga. Dichas plazas se utilizarán en varias ocasiones como zonas de presidio, lo que permitía descargar las penitenciarías peninsulares y la posibilidad de mantener ciudadanos en las plazas conquistadas. Es importante este acontecimiento porque refleja que es un territorio dominado por gente de la península, que, si bien no cuentan con todos sus derechos al encontrarse algunos en condición de reclusos, no por ello pierden su identidad y sentido de pertenencia a la corona.

Durante la monarquía de los Reyes Católicos, se pone de manifiesto la aceptación del título de defensa de la cristiandad en la monarquía hispánica. Si bien Carlos será su gran exponente, los Reyes Católicos pondrán las bases de dicha misión. Es la propia Isabel quien afirma como una de sus últimas voluntades en el testamento: el uso del dinero concedido por las bulas y jubileos en la conquista de África[2]. Una máxima que hay que entenderla no como un afán en sí mismo de conquista, sino como un derecho y un deber por parte de la monarquía cristiana[3]. La historia del norte de África siempre había estado ligada al mediterráneo y entendiéndose la zona del estrecho como una prolongación de la Península. Con el anterior ejemplo de la posesión del territorio ceutí por parte del conde Urbano, podemos ver que los visigodos aplicaban esta misma política. Por otro lado, ya con anterioridad, el emperador Diocleciano estableció la zona del estrecho, conocida como Saepta Julia, bajo el dominio de la diócesis Hispania[4]. A través de la correspondencia de los Reyes Católicos con el Papa, podemos observar la entrega de la Bula Ineffabilis[5] (1495), documento mediante el cual el Papa Alejandro VI hace una concesión pontificia de los territorios que se conquistaren de África. Esta bula, que presenta un incentivo en la conquista no tendrá un gran impulso, aunque permitirá algunos avances y asentamiento en las plazas ya mencionadas. La necesidad de centrarse en el desarrollo de América y el tratado de Alcaçovas imposibilitarán poder adentrarse y continuar la conquista de África. No obstante, como señalan las posteriores campañas tras la muerte de Isabel, estas tienen un incentivo en asegurar y conquistar el territorio como parte de la misión divina recibida.

Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando

La historia de otros territorios africanos por parte de España ya entra a formar parte de otras causas y periodos históricos distintos. A lo largo del siglo XIX, las guerras de Marruecos y el establecimiento del protectorado a partir de la Conferencia de Algeciras (1906) supondrán la entrada de territorios como del Sáhara y el Rif bajo el dominio español. Las Islas Chafarinas serían ocupadas por el general Serrano en 1848 ante el peligro de su toma por Francia. Esto implicaba un gran peligro para la soberanía española en África, iniciando su expedición desde Orán; todo un ejemplo de cómo entre las distintas plazas hay un sentido de pertenencia y defensa de intereses comunes. La finalización del dominio español en estas plazas tendrá lugar a partir de la independencia de Marruecos para la zona del Rif (1956) y la Marcha verde (1975) con la retirada española del Sáhara. De este período sólo se conservan las islas Chafarinas.

Firma del Tratado de Wad-Ras reconoció la soberanía de España sobre Chafarinas

El golfo de Guinea

Guinea fue ocupada por los portugueses en 1472 con el desembarco del navegante Fernando Poo en la isla de la actual Bioko, posteriormente conocida como Formosa y que finalmente adoptaría el nombre de su descubridor. Un desembarco y establecimiento clave para su ruta a las Indias y la obtención de recursos en África (sobre todo esclavos y oro). Si bien los reyes de Portugal obtendrán el título de “Señores de Guinea” en el siglo XV, en el siglo XVII ya no estaban, haciendo que los holandeses la convirtieran en un enclave para la obtención de esclavos[6]. Años más tarde, con la negociación del Conde de Floridablanca se obtiene el primer dominio sobre la Isla. La primera ocupación no tendrá mucho peso, ya que a los pocos años se asentará una dominación británica. España intentará vender los territorios, pero la oposición generalizada de la opinión pública detendrá la operación. A partir del gobierno de Leopoldo O´Donell se estimuló el control de los territorios, comenzándose las primeras incursiones en el territorio continental. Cabe señalar que el dominio de Guinea tiene un gran impulso evangelizador. Fue la llegada de los misioneros la principal razón que animó a una intervención más decidida por parte del Estado. Finalmente, el control sobre Guinea finalizará con su independencia en 1968.

Imagen de la misión española de la Iglesia Católica en Guinea durante el siglo XX

Conclusión

Como se puede observar, las razones que produjeron estas conquistas son bastante variadas en los diferentes momentos de la historia de España. Sin embargo, podríamos concluir que el gran impulso ejercido, tanto por Portugal como por España, independientemente de su motivación, asentarán las bases para el mayor proyecto geopolítico de la historia moderna. Un proyecto que Isabel, Fernando y Cisneros pensaron a largo plazo y que siguen señalando la última frontera de Europa en África. Los distintos vaivenes sufridos y la pérdida de algunas de las posesiones no han supuesto la disolución de la identidad de los ciudadanos que habitan estas zonas. En todo momento han sido reconocidos como parte del Estado español y con los mismos derechos que sus conciudadanos peninsulares. Si tenemos en cuenta estas circunstancias podremos entender mejor la presencia y la relación de las plazas norteafricanas de soberanía española.


[1] Sirva como ejemplo: Echevarría Jesús, Carlos, Las raíces históricas de Ceuta, Melilla y el resto de territorios españoles del norte de África,  Observatorio de Ceuta y Melilla, febrero de 2021. https://www.observatorioceutaymelilla.org/wp-content/uploads/2021/02/Las-raices-historicas-de-Ceuta-Melilla-y-el-resto-de-territorios-espanoles-del-norte-de-Africa.pdf

[2] ES.45168.AHNOB//FRIAS,C.17,D.61-62

[3] El testamento de la reina señala que: Otro si por quanto por la sede apostólica nos han seido concedidas diversas veces la cruzada e jubileos e subsidios para el gasto de la conquista del regno de granada e para contra los moros de africa e contra los turcos enemigos de nuestra sancta fe catholica para que en aquello se gastasen segun en las bullas que sobrello nos han seydo concedidas se contiene mando que si de las dichas cruzadas e jubileos e subsidios se han tomado algunos maravedis por nuestro mandado para gastar en otras cosas de nuestro servicio e no en las cosas para que fueron concedidas e dadas que luego sean tornados los tales maravedis e cosas que dello se ayan tomado e se cumplan e paguen de las rentas de mis regnos de aquel año que yo fallesçiere para que se gasten conforme al tenor e forma de las dichas concessiones e bullas. E que si las rentas de las ordenes no se han gastado e distribuido conforme a las definiciones e estabilimentos dellas descarguen çerca dello mi anima e consciencia e suplico al rey mi señor como quiera que su señoria terna dello mucho cuidado que las dichas rentas se gasten en aquello para que fueron statuidas E que las encomiendas se provean a buenas personas segund dios e orden. Transcripción del codicilio de Isabel la Católica hecha por De la Rada y Delgado, Juan de Dios, 1893.

[4] Echevarría Jesús, Carlos, Las raíces históricas de Ceuta, Melilla y el resto de territorios españoles del norte de África, Observatorio de Ceuta y Melilla, febrero de 2021. https://www.observatorioceutaymelilla.org/wp content/uploads/2021/02/Las-raices-historicas-de-Ceuta-Melilla-y-el-resto-de-territorios-espanoles-del-norte-de-Africa.pdf pág. 11.

[5] ES.47161.AGS//PTR,LEG,60,195

[6] Aranzi Martínez, J. Ramón y Álvarez Chillida, G. “Bioko: nadie está en venta”. Guines Ecuatorial (des)conocida (Lo que sabemos, ignoramos, inventamos y deformamos acerca de su pasado y su presente). Uned. 2020.